—¡Magnus! —pronunció Dannon—. Saca estos cuerpos de aquí y deshazte de ellos —ordenó, refiriéndose a Teo y a Luka—. Diles la verdad a sus familias, que traicionaron al Clan y que por ello he prohibido hacerles una sepultura. —Sí, Alfa —contestó, encargándose de los cuerpos sin vida de los traidores
El lobo guardia que le habló la miró con suspicacia. No podía confiar en una completa desconocida, pero era consciente de cuán interesado estaba el Alfa Apollo de adueñarse de Áurea y de estar por encima de los Mordou. —Ustedes —el guardia se refirió a los otros lobos que controlaban aquella área j
—Ya veo —hizo una pausa—. ¿Cómo fue que conseguiste sobrevivir? —Me las arreglé para que uno de sus guerreros me ayudara. Me tuvo lástima al ver que su líder había destruido a mi manada, así que accedió a liberarme de la muerte. —Fuiste muy confianzuda, ese lobo pudo haber tenido un cargo de conci
Apollo se dirigió al santuario de Dion y caminó hasta la entrada. Cuando estaba a punto de entrar, una voz femenina resonó hacia su espalda. —Señor Alfa —manifestó con calidez y serenidad. Apollo giró hacia su dirección, viendo a la mujer que se hallaba parada frente a él. Traía una túnica color cr
—Así que tú eres la sacerdotisa de los Ginebra —articuló con soberbia—. Finalmente nos conocemos. Minerva la miró horrorizada pues percibió su aura oscura al instante. —¿Qué significa esto, señor Alfa? —cuestionó. —Significa lo que estás viendo —aseveró él—. Andrómeda forma parte del Clan. —Pero
Minerva la contempló con desdén desde el suelo, a lo que unos fuertes aplausos llamaron la atención de ambas. —¡Muy bien! —exclamó Apollo, chocando las palmas—. Supongo que no es necesario decirlo, pero, aun así, declaro ganadora a Andrómeda —articuló—. ¡Guardias! —vociferó, a lo que un par de lobo
—Andrómeda... —pronunció en tono bajo. —Minerva —la hechicera la imitó. —¿Qué pretendes al unirte a nuestro Clan? —le cuestionó con calma. No había rastro de hostilidad en su voz pues siempre procuraba mantener sereno a su corazón. —Quiero lo mismo que Apollo, la extinción de los Mordou. Minerva
El corazón de Minerva empezó a latir con vehemencia y su respiración se agitó. «Calma, Minerva. Calma…» se dijo a sí misma, buscando tranquilizarse. —Las sacerdotisas también pueden casarse, ¿cierto? —preguntó de repente—. Es probable que termine casándome con Apollo, ¿qué te parece? No solo seré