Mientras ellos estaban reunidos, la algarabía y alegría llegaba a la hacienda:
Lina María, acompañada de su hija Milagros, ingresaban a la sala de la casa. Ismael, había ido al aeropuerto, no reconoció a la joven, pero cuando su madre la llamó por su nombre, el capataz se quedó con la boca abierta.
Milagros, se sentía muy nerviosa, su estómago se hacía nudos, y percibía una opresión en el pecho, había convencido a su madre de no llevar a su hijo a la hacienda, no estaba preparada aún para enfrentar a Jairo, es más no sabía cómo iba a reaccionar al momento de tenerlo en frente.
—¡Milagros Duque! —exclamó Miguel, el tío de la joven abrazando con cariño a la muchacha.
—Tío, tantos años sin vernos —indicó con tristeza Milagros.
—¡Estás muy linda sobrina! —exclamó con alegría—. Bienvenida a la Momposina.
La joven miró la casa, sin embargo, ya nada era
Ya se volvieron a encontrar Jairo y Milagros. ¿Qué les pareció? No olviden dejar sus comentarios.
Daniela despedía a la profesora particular del pequeño Carlos, muy emocionada al saber que su niño era tan inteligente como su padre. Se acercó al pequeño, aún no sabía cómo explicarle que dejaría de llamarse Carlos Gabriel Duque, para llevar el apellido Córdova, no le gustaba mentirle a su hijo, ella le hablaba siempre de su verdadero padre y ahora no sabía cómo decirle que su papá sería Luis Enrique. —¿Qué te pasa mami? ¿Por qué estás triste? —preguntó el niño, él era demasiado perceptivo y era muy unido a su madre. —No estoy triste mi amor —declaró la joven—. Solo un poco cansada tuve mucho trabajo hoy —explicó besando la frente del pequeño—. Debo salir, pero no me demoro apenas vuelva vamos a conversar —le dijo Daniela. —¿Ahora sí me vas a llevar a conocer a mi papá? —inquirió Carlos Gabriel, con la mirada iluminada. —Te prometo que muy pronto lo vas a ver —afirmó.
Manizales- Colombia.El salón diplomátic de uno de los prestigiosos hoteles de la capital caldense, lucía elegantemente decorado. Las mesas vestidas con delicados manteles engalanadas con servilletas en forma de acordeón en tono azul, acompañado de fina cristalería.El banquete estaba listo para recibir a doscientos cincuenta personas: políticos, empresarios, industriales, amigos y familiares del novio, por el lado de la novia, no la acompañaba nadie. Su madre no había podido viajar a Colombia, en una de las suites del hotel estilitas y maquilladores profesionales se encargaban de dejar a Angélica, convertida en una reina de belleza.La noche caía sobre la ciudad. Los elegantes autos en fila iban llegando al salón donde se realizaba oficialmente el anuncio del compromiso de Carlos con An
Daniela, en su oficina tomaba una pastilla para el terrible dolor de cabeza que la aquejaba esa mañana.—Doctora Robledo buenos días —saludó una joven humilde, con un niño pequeño en brazos, en ese momento Daniela, tenía los ojos cerrados y se masajeaba las sienes con los dedos.—Buenos días —respondió abriendo los parpados—. Tome asiento por favor —indicó—. ¿Cuál es tu nombre y en qué puedo ayudarte?—Doctora qué pena con usted pues —dijo la joven—, yo no tengo dinero para pagarle la consulta.Daniela observó al pequeño que la mujer traía en brazos, le brindó una sonrisa a su madre.—No te preocupes por eso, vos dime tu nombre y por qué estás aquí — averiguó
La madre de Angie no pudo asistir a la boda, la chica se miró al espejo, su vestido era espectacular, jamás imaginó casarse con una prenda de tal magnitud. El vestido le quedaba entallado a su figura, finos cristales, y delicados encajes adornaban el traje, una larga abertura en la parte derecha dejaba al descubierto una de sus piernas. Su maquillaje hacía resaltar sus profundos ojos negros, el cabello lo llevaba recogido en un moño, y una tiara de brillantes adornaba su cabeza junto con el velo. Entonces tocaron la puerta de la habitación, y el corazón de la chica se agitó, se puso de pie y abrió. Su mirada se cruzó con la de Francisco, él la contempló embelesado. —Pareces una reina —mencionó. —No todo lo que brilla es oro —comentó ella, y su mirada se llenó de tristeza. El corazón de Fra
Manizales- Colombia. Días después. María Paz recibió al chef poblano que iba a preparar el menú para el festejo de cumpleaños de su suegro, luego de instalarlo en la cocina de la hacienda salió y tomó su móvil, y llamó a Mariana. —Hola —saludó—, ya llegó la persona que me recomendaste, por favor entretén a mi suegro, los esperamos en la noche. —Buenas tardes —contestó Mariana—, no te preocupes, tengo a Miguel bien ocupado —susurró y mordió sus labios. —Ten cuidado con la duqueconda, pica por partida doble. —Carcajeó y acarició su vientre. Mariana soltó una risotada, y recordó lo sucedido la noche anterior, suspiró profundo. —Hoy llevaré a tu suegro, sano y salvo a la hacienda. Suerte. *** Lina María, en la habitación
La oscuridad cubría la hacienda, a Miguel se le hizo extraño ver todo en tinieblas. Estacionó el jeep en la entrada principal por pedido de Mariana.—Es mi imaginación o vos andas misteriosa. ¿Ocurre algo? —preguntó Miguel acariciándole el rostro.—Son ideas tuyas Miguel —afirmó la señora—. Mejor entremos.Caminaron tomados del brazo de pronto las lámparas se encendieron y los invitados gritaron: ¡SORPRESA! Todos tomaron desprevenidos a Miguel, quién desde el día que falleció su esposa, no volvió a festejar su cumpleaños.Desde aquella vez sus ilusiones, sus ganas de vivir, se esfumaron, se convirtió en un eterno solitario, pensó que ya nunca iba a volver a enamorarse, pero la vida le estaba brindando otra oportunidad.—F
La joven exhaló un suspiro y él aprovechó para introducir su lengua y acariciarla con aquel beso. Daniela tembló en los brazos de él, lo tomó del cuello aferrándose a él, necesitando sentir que Carlos Duque solo le pertenecía a ella.Él la tomó de la cintura y la pegó a su cuerpo, cada vez que la tenía en sus brazos estaba más cerca a descubrir la verdad. Cuando la falta de oxígeno los obligó a separarse, se observaron a los ojos y de nuevo volvieron a besarse, ráfagas de calor inundaron sus cuerpos, mientras se comían los labios a besos.Las manos de él acariciaban la piel desnuda de los hombros de Daniela, entonces sintió la lengua de Carlos posarse en su cuello, un corrientazo sacudió el cuerpo de la joven, y él sonrió al sentirla vibrar entre sus brazos, las piernas le temblaban,
Jairo se hizo a un lado para dejarla pasar, cuando ella empezó a caminar, él la tomó de la mano y de un tirón la atrajo hasta su cuerpo. Milagros chocó con los fuertes músculos de él, iba a pedirle que la soltara, pero él la calló besándola, ella de nuevo forcejeó, lo mordió, él exhaló un gruñido, a pesar de eso no la soltó, él quería comprobar que ella en verdad no sentía nada por él, ella, en cambio, luchaba entre el amor y el odio que sentía por el joven, sin embargo, el resentimiento pudo más, levantó su rodilla y golpeó a Jairo, en sus partes íntimas, así ella pudo soltarse y salir corriendo, mientras él se retorcía de dolor. ***** Angélica con los brazos cruzados observaba como las parejas bailaban y se divertían entre ellos, mientras nadie notaba su presencia hasta que Francisco, se acercó a la joven. —Parece que somos ignorados en esta fiesta —susurró él. Angélica esbozó una p