Daniela, en su oficina tomaba una pastilla para el terrible dolor de cabeza que la aquejaba esa mañana.
—Doctora Robledo buenos días —saludó una joven humilde, con un niño pequeño en brazos, en ese momento Daniela, tenía los ojos cerrados y se masajeaba las sienes con los dedos.
—Buenos días —respondió abriendo los parpados—. Tome asiento por favor —indicó—. ¿Cuál es tu nombre y en qué puedo ayudarte?
—Doctora qué pena con usted pues —dijo la joven—, yo no tengo dinero para pagarle la consulta.
Daniela observó al pequeño que la mujer traía en brazos, le brindó una sonrisa a su madre.
—No te preocupes por eso, vos dime tu nombre y por qué estás aquí — averiguó
La madre de Angie no pudo asistir a la boda, la chica se miró al espejo, su vestido era espectacular, jamás imaginó casarse con una prenda de tal magnitud. El vestido le quedaba entallado a su figura, finos cristales, y delicados encajes adornaban el traje, una larga abertura en la parte derecha dejaba al descubierto una de sus piernas. Su maquillaje hacía resaltar sus profundos ojos negros, el cabello lo llevaba recogido en un moño, y una tiara de brillantes adornaba su cabeza junto con el velo. Entonces tocaron la puerta de la habitación, y el corazón de la chica se agitó, se puso de pie y abrió. Su mirada se cruzó con la de Francisco, él la contempló embelesado. —Pareces una reina —mencionó. —No todo lo que brilla es oro —comentó ella, y su mirada se llenó de tristeza. El corazón de Fra
Manizales- Colombia. Días después. María Paz recibió al chef poblano que iba a preparar el menú para el festejo de cumpleaños de su suegro, luego de instalarlo en la cocina de la hacienda salió y tomó su móvil, y llamó a Mariana. —Hola —saludó—, ya llegó la persona que me recomendaste, por favor entretén a mi suegro, los esperamos en la noche. —Buenas tardes —contestó Mariana—, no te preocupes, tengo a Miguel bien ocupado —susurró y mordió sus labios. —Ten cuidado con la duqueconda, pica por partida doble. —Carcajeó y acarició su vientre. Mariana soltó una risotada, y recordó lo sucedido la noche anterior, suspiró profundo. —Hoy llevaré a tu suegro, sano y salvo a la hacienda. Suerte. *** Lina María, en la habitación
La oscuridad cubría la hacienda, a Miguel se le hizo extraño ver todo en tinieblas. Estacionó el jeep en la entrada principal por pedido de Mariana.—Es mi imaginación o vos andas misteriosa. ¿Ocurre algo? —preguntó Miguel acariciándole el rostro.—Son ideas tuyas Miguel —afirmó la señora—. Mejor entremos.Caminaron tomados del brazo de pronto las lámparas se encendieron y los invitados gritaron: ¡SORPRESA! Todos tomaron desprevenidos a Miguel, quién desde el día que falleció su esposa, no volvió a festejar su cumpleaños.Desde aquella vez sus ilusiones, sus ganas de vivir, se esfumaron, se convirtió en un eterno solitario, pensó que ya nunca iba a volver a enamorarse, pero la vida le estaba brindando otra oportunidad.—F
La joven exhaló un suspiro y él aprovechó para introducir su lengua y acariciarla con aquel beso. Daniela tembló en los brazos de él, lo tomó del cuello aferrándose a él, necesitando sentir que Carlos Duque solo le pertenecía a ella.Él la tomó de la cintura y la pegó a su cuerpo, cada vez que la tenía en sus brazos estaba más cerca a descubrir la verdad. Cuando la falta de oxígeno los obligó a separarse, se observaron a los ojos y de nuevo volvieron a besarse, ráfagas de calor inundaron sus cuerpos, mientras se comían los labios a besos.Las manos de él acariciaban la piel desnuda de los hombros de Daniela, entonces sintió la lengua de Carlos posarse en su cuello, un corrientazo sacudió el cuerpo de la joven, y él sonrió al sentirla vibrar entre sus brazos, las piernas le temblaban,
Jairo se hizo a un lado para dejarla pasar, cuando ella empezó a caminar, él la tomó de la mano y de un tirón la atrajo hasta su cuerpo. Milagros chocó con los fuertes músculos de él, iba a pedirle que la soltara, pero él la calló besándola, ella de nuevo forcejeó, lo mordió, él exhaló un gruñido, a pesar de eso no la soltó, él quería comprobar que ella en verdad no sentía nada por él, ella, en cambio, luchaba entre el amor y el odio que sentía por el joven, sin embargo, el resentimiento pudo más, levantó su rodilla y golpeó a Jairo, en sus partes íntimas, así ella pudo soltarse y salir corriendo, mientras él se retorcía de dolor. ***** Angélica con los brazos cruzados observaba como las parejas bailaban y se divertían entre ellos, mientras nadie notaba su presencia hasta que Francisco, se acercó a la joven. —Parece que somos ignorados en esta fiesta —susurró él. Angélica esbozó una p
Un profundo silencio reinó en la hacienda. Las personas que conocían a Jorge Duque parecían que hubiesen visto un fantasma. Aquel hombre no era ni la sombra del apuesto e imponente general de policía que se enfrentaba a las más peligrosas bandas de narcotraficantes.Joaquín junto con Jairo, acudieron al escenario a ayudar a Lina María, mientras Miguel, no podía creer que después de diez años de ausencia su hermano menor estuviera frente a él.—¡Jorge! —exclamó conmovido con lágrimas en los ojos, y una profunda emoción que no le cabía en el pecho.—¡Miguel! —pronunció con la voz temblorosa, quien, preocupado por el estado de salud de Lina, veía como la llevaban hasta la casa principal.Los dos hermanos se observaron a los ojos después de tris
La noche rondaba en la carretera Mondragón, conducía con dirección a Manizales. Angélica, observaba la oscuridad pensando en la salud de su padre. «Mujer de lujo by Ricardo Arjona» sonaba en el reproductor, a Francisco, le encantaba la música del cantante guatemalteco. —Mujer de lujo, mujer cortina, adornará tu cabeza la sala de un tipo cazador de reliquias y te harás vieja sin sueños —cantaba Mondragón, mientras las luces de la ciudad de Manizales les daban la bienvenida. Angélica, escuchaba atenta la melodía. —¿Insinúas que soy una interesada? —interrogó algo molesta. —¿Por qué dices eso? —Indagó Mondragón con sorpresa —Por la canción, vale —expuso. Francisco giró por segundos su rostro, y notó que cada vez que se enojaba su labio inferior temblaba, entonces carcajeó. —En p
Rosario, pensativa y dudosa desistió de la idea de trabajar en la Momposina, ella no quería encontrarse con Juan Manuel y que ese hombre la insultara, recordándole su pasado, cuando se disponía a retirarse uno de los trabajadores de la hacienda se le acercó:—Señora buenos días —saludó. —¿Busca a alguien?Rosario recordó que sus ahorros se le estaban agotando y la liquidación que debía recibir del gobierno por sus años de servicio en la escuela que se había cerrado no llegaba.—Buenos días, busco a la señora María Paz.—¿De parte de quién? —indagó el joven, por pedido de Joaquín, y después de que su esposa recibió como regalo una serpiente, los empleados de la Momposina, tenía