París estaba ansiosa por que llegara el informe del psiquiatra, estaba harta de estar en esa ratonera, y quería marcharse al hospital psiquiátrico de Apolo, el primo de su padre. El maldito juez no le dio libertad bajo fianza y los meses que había tenido que esperar por el juicio en la penitenciaría la estaban volviendo loca. Unos días antes de que el juicio comenzara se regó la voz entre las reclusas del porque París estaba en la cárcel en espera de juicio, se decidió que recibiría una golpiza escogieron entre todas la que la golpearía.―Eres una m@ldita, quitarles la vida a unos inocentes bebés es el peor crimen que he visto y pagarás por eso, perra ―dijo antes de lanzarse un golpe directo a su pómulo.París cayó sobre su trasero, no tuvo ni tiempo de levantarse por sí mismo cuando alguien la agarró por el pelo y los golpes cayeron sobre ella. El incidente no llegó a mayores por que los guardias intervinieron, a la otra reclusa la aislaron quince días, pero aún la miraba con odio de
A medida que la fecha de parto de Samantha se acercaba la tristeza se acrecentaba en Emma y no era que no deseara con todo su corazón que todo fuera perfecto en el nacimiento del pequeño Aristo. Era que sentía su propio nido vacío, sus pequeñas tenían seis años y medio, y eran muy independientes. Hacía dos años de que Alec había regresado a sus vidas y él era tan partidario como ella de que sus hijas crecieran con la libertad con la que él y Aristo habían gozado antes de que su madre se llevara a su gemelo.Las cuatro gemelas iban y venían solas de la escuela, las perras las acompañaban y a la hora de la salida estaban en la puerta esperándolas, todos en el pueblo conocían a las niñas y a sus guardianas. Después de comer, hacían las tareas en la mesa de la terraza y se pasaban el resto de la tarde jugando por la isla protegidas por sus perras. Emma estaba segura de que mudarse allí fue una de las mejores decisiones que tomó en su vida, a pesar de su secuestro, sus hijas crecían segura
La llegada del nuevo bebé trajo alegría a la casa, todo giraba en torno a Ari como llamaban las gemelas a su hermanito. Demetrio estaba loco de alegría su primer nieto varón y quizás el único porque Sam había proclamado que el pequeño Aristo sería su último bebé, que con tres era suficiente y Emma no sabría si en un futuro saldría embarazada de nuevo. Había pasado un tiempo prudencial desde la perdida y ya podía volver a intentarlo, sin embargo, cuando Alec le habló de la posibilidad, ella se negó ―Es muy pronto aún, Alec, el que tenga otro hijo no quitará el dolor que siento por la pérdida de mis bebés. En realidad, tenía miedo y se sentía culpable, la vez anterior cuando quedó embarazada había renegado de tener otro hijo de Alec y después al enterarse de que eran gemelos, había renegado el doble. En un principio no quiso a sus hijos, quizás sus malos sentimientos ocasionaron que se diera el escenario perfecto para que ellos murieran, quizás Dios, el destino o alguna ley universal l
Emma sintió su mundo conmocionarse y estremecerse, entró a la casa y miró a la nerviosa mujer que tenía al niño en brazos, era atractiva, joven, rubia y de ojos café. A medida que Emma se acercaba a la chica, esta alternaba la mirada entre Alec y ella. El objetivo de Emma no era evaluar a la mujer si no al bebé que tenía en brazos. El niño tenía el pelo negro y los ojos azules como Alec y no se parecía en nada a su madre. Una sonrisa acompañada de un balbuceo la partió en dos el corazón, este niño no sabía que su mundo estaba a punto de cambiar, que sería abandonado por su madre. La rabia la atravesó como un rayo, era muy injusto, ella llorando por sus hijos y esta mujer se desharía del suyo.La joven madre le pregunta a Amélie quien era esa mujer y esta contestó que era la esposa de Alec, la respuesta de la anciana la hizo echarse un poco para atrás.―Imagino que tu hijo es el niño que tiene en brazos y no el que está en su vientre ―dijo Emma dirigiéndose a Alec.―¡Por Dios! Emma, ¿
Alec estaba preocupado por su esposa, la comida había llegado y ella aún no salía de su baño, sentía el agua correr, tocó la puerta y al no obtener respuesta abrió. Emma estaba sentada en el piso de la ducha con el agua cayéndole encima, con una maldición Alec cerró la llave y se dio cuenta de que la caliente se había acabado y lo que caía sobre su esposa era agua fría. La cargó y la sentó sobre el inodoro tomó una toalla y la secó. Estaba helada y pequeños temblores recorrían su cuerpo. Emm lo dejo hacer, el cansancio se había apoderada de ella y sentía que no tenía fuerzas ni para moverse. Alec volvió a levantarla en brazos y la llevo a la habitación, quitó el cubrecama y la acostó, la envolvió en las frazadas para hacerla entrar en calor. Se desnudo con rapidez, se metió en la cama con ella y la abrazó, de esa forma entraría rápido en calor. Emma metió la cara en su cuello―Lo siento, Emma, no sé qué decirte, si es mi hijo no puedo abandonarlo ni dejar que otra persona lo críe.―Nu
Una hora más tarde, Alec, Emma y el pequeño Bastián estaba en el despacho del abogado entregando la prueba de paternidad.―El documento de cesión de la custodia está listo, llamamos a la madre y un coche la irá a recoger en una hora para ir al registro y hacer la rectificación del acta de nacimiento. Aprovecharemos que estamos en el lugar para que firme el documento. Una vez cumplido esto, le llamaremos para que acuda usted a hacerlo. Mañana si deberán ir los dos al tribunal para introducir los documentos y que el juez verifique que no hay coacción para la cesión de custodia.―¿El niño deberá estar presente en el tribunal? ―preguntó Emma.―No, no es necesario ―afirmó el abogado.―Entonces yo me quedaré con él ―afirmó Emma.―¿Por casualidad conoce usted un buen pediatra? Queremos que evalúe al niño ―preguntó Alec al abogado.―Sí, mi hermano es pediatra, ¿si quiere lo llamo para ver si los puede atender hoy? ―dijo el abogado.―Sí, por favor, le agradecería mucho ―aseguró Alec.El abogad
Amélie estaba feliz de volverlos a ver, Emma le dio un abrazo a la anciana, el día que llegaron con la impresión de lo sucedido ni siquiera la había saludado. A pesar de que Alec fungía como traductor pudieron mantener una conversación más o menos esclarecedora. La anciana les contó que tuvo que retener a Blanche para que no se marchara a dejar al niño en un orfanato cuando se dio cuenta de que Alec ya no vivía allí, por eso la premura para que llegase. Su novio no quería a Bastián y no permitía que ella le dedicara tiempo al niño, en lo único que se mantuvo firme Blanche fue en alimentar al niño, le decía al hombre que si no le daba de comer lloraría. Como una tonta, la chica creía que tendría más paciencia con su propio hijo. Amélie estaba contenta de que todo hubiese salido bien, estaba segura de que ellos serían unos buenos padres para el bebé. Los siguientes días Alec y Emma lo vivieron como si estuviesen de luna de miel con la excepción de que tenían un bebé que atender. De día
Un rato después Alec y su abogado salieron del despacho con los documentos en la mano.―Bien, Blanche, debes tomar una decisión de que es lo que vas a hacer, porque de aquí voy directo a denunciar a tu novio. ―preguntó Alec.―Lo lamento, Alec, yo no quería venir, pero él insistió, se buscó un abogado y me obligó a venir, yo voy a dejarlo, no quiero seguir así.―Sí decides dejarlo, ve con Amélie, te ayudaré a reconstruir tu vida, pero no te mantendré a menos que quieras estudiar, entonces lo haré hasta que te gradúes, después deberás valerte por ti misma. Si me entero de que vuelves con él suspenderé toda mi ayuda porque no voy a permitir que ese hombre se lucre con mí dinero, ¿está claro?―Sí, Alec. Lo entiendo ―respondió Blanche ―Señor abogado. ¿Yo también debo ir a declarar?―Sería lo más conveniente si no quieres quedar como cómplice. ―respondió el abogado.Alec con Emma y el bebé se dirigieron primero a la oficina de pasaportes para obtener el del niño y Blanche se marchó con el a