TAMARA.
—Ara, ¿Estás bien? —me sobresalto al escuchar a Mathias, no recordaba que él y Sofía me estaban esperando.
No, no estoy bien, pero está claro que no le diré eso.
—Sí, no pasa nada —sacudo la cabeza.
—Estas un poco pálida y parecías un poco enojada cuando bajaste del auto —me mira con preocupación.
—No estoy enojada, es solo que se me paso un poco la mano al cerrar la puerta —me excuso.
Me examina buscando algún indicio que le diga que estoy mintiendo. Le sonrío para que no se preocupe.
—Ara, llegaron por nosotras —me avisa Sofía.
—Sube, ahora te alcanzo —asiente y se marcha—. Nos vemos luego —le doy un beso en la mejilla y me alejo.
Me subo al auto, saludo a Mono y me quedo en silencio analizando todo lo que paso.
¿Por qué tenía que “enamorarse” de mi? Ese tipo me va hacer sacar de quicio.
No quiero involucrar a papá, eso sería tener que contarle sobre Mathias y no lo veo conveniente. Querrá s
TAMARA.29 de junio.Me remuevo inquieta en la cama. Llevo desde las 6 AM despierta y esto es horrible. Es sábado y no debería estar despierta, pero ¡Hey, aquí estoy súper despierta! No me he querido levantar con la estúpida esperanza de que el sueño vuelva a mí, pero han pasado 2 horas y eso no ha sucedido.Rendida, frustrada y molesta, me levanto de la cama y camino hasta el baño para asearme y hacer mis necesidades.Orino, cepillo mis dientes y lavo mi rostro. Me miro al espejo y finjo una sonrisa, la quito y la remplazo por una mueca de fastidio.Regreso a la habitación y voy directo a una cómoda para sacar ropa interior. Me extraño al ver que hay pocas prendas, seguro la chica que saca la ropa para lavarla vino, lo que quiere decir que seguro tenía casi toda la ropa sucia, que descuidada me he puesto.Negando con l
MATHIAS.24 de mayo.Corro lo más rápido que puedo hacia el instituto. Me quedé dormido, otra vez. Voy a llegar súper tarde, otra vez. Pero esta vez, no creo que llegue a la primera clase, ni siquiera creo que me dejen entrar al instituto.Con la mochila en una mano, la corbata en el aire y mis piernas pidiendo que pare, por fin llego al instituto y llego justo en el momento en el que el portero está cerrando la puerta.Anoche estuve hasta tarde hablando con Brandy. ¡Esto es su culpa!Estuvimos hablando sobre la falta de respuesta de Tamara. Ella aún no me dice si está enamorada de mí o no y eso me desespera. Si no obtengo una respuesta pronto entraré en una crisis.Entro al instituto y corro al salón de clases. Al llegar me percato de que el profesor no ha llegado, eso me hace soltar un suspiro aliviado.Camino entre la mesas dirigiéndome a mi mesa de siempre, esa que comparto con la chica con los ojos verdes y azul.Sus ojos me observan mientras camino hacia ella. Me siento a su lad
TAMARA.29 de junio.Me remuevo inquieta en la cama. Llevo desde las 6 AM despierta y esto es horrible. Es sábado y no debería estar despierta, pero ¡Hey, aquí estoy súper despierta! No me he querido levantar con la estúpida esperanza de que el sueño vuelva a mí, pero han pasado 2 horas y eso no ha sucedido.Rendida, frustrada y molesta, me levanto de la cama y camino hasta el baño para asearme y hacer mis necesidades.Orino, cepillo mis dientes y lavo mi rostro. Me miro al espejo y finjo una sonrisa, la quito y la remplazo por una mueca de fastidio.Regreso a la habitación y voy directo a una cómoda para sacar ropa interior. Me extraño al ver que hay pocas prendas, seguro la chica que saca la ropa para lavarla vino, lo que quiere decir que seguro tenía casi toda la ropa sucia, que descuidada me he puesto.Negando con la cabeza por lo descuidada que estoy, camino hasta el armario, lo abro y ¡Sorpresa! No hay nada. Es decir, no hay ropa que pueda usar para salir del apartamento o para
TAMARA.Ay no.¿Qué habrá pasado?¿Estará molesto conmigo? Parecía que sí.Le envío la dirección de la casa de Mathias, no tengo más opción.Me quedo mirando el celular un largo tiempo.—El almuerzo está listo —me sobresalto al escuchar a Mathias. Me volteo y guardo el celular—. Te queda bien —señala la camisa.—Me tengo que ir —informo.—¿Por qué? ¿Sucedió algo? —se acerca.—No sé, papá me llamo y mandó un auto para buscarme.—¿No comerás?—No, es urgente —hace una mueca y baja la mirada.—Hey —levanto su rostro tomándolo de la barbilla—, vendré otro día y almorzaré aquí ¿Si?—Está bien.—Me despediré de tu familia antes de irme.—Bien, bajemos.Sé que no le gustó la noticia, se veía muy entusiasmado cuando llegamos y ahora tiene los hombros caídos.Bajamos y nos reunimos con su familia en la sala.—Oh, cariño, ya me contaron lo que te hizo Mathias —se acera María, detrás de ella viene Mario sonriendo con burla. Le dijo.—No se preocupe solo estábamos jugando.—Bueno, vamos a comer.
TAMARA.3 de septiembre.Tamara:Feliz cumpleaños a ti <3No sé si aún está despierto, pero igual —si no lo está— verá el mensaje mañana.Son las 12 de la madrugada. Hoy Mathias está cumpliendo años. Junto con Sofía hicimos una torta de helado de fresa, no fue fácil, pero logramos que quedara buena y con una decoración decente.Sofía se quedó a dormir, de hecho, está roncando a mi lado. Debió estar muy cansada, pues terminamos la torta hace poco más de una hora. Apenas nos acostamos, ella ya estaba roncando. Yo no he podido pegar el ojo, quería felicitar a Mathias justo en el momento el cual llegara el día de su cumpleaños.Llevamos 3 meses de relación, este mes cumplimos 4, pero aún falta para eso.A mí padre le agradó la familia de Mathias y el mismo Mathias en sí, a Kongo y a Mono también le cayeron bien, algo que es muy importante para mí.En estos tres meses he pasado mucho tiempo en la casa del parlanchín, hemos salido, nos hemos quedado en el apartamento, incluso hemos dormido
TAMARA.Entramos al departamento, Mathias camina frente a mí, cierro la puerta y lo paso para sentarme en el sofá.—Ven, siéntate —no dice nada y tampoco se acerca, solo se cruza de brazos, una clara señal de que está enojado y que no se sentará conmigo.—Ya estamos aquí, dime quien te regaló ese auto —demanda.Estuve pensando en qué decirle, en qué mentira me puedo inventar para salir de esta, pero aún no sé que puedo decir que sea creíble. Lo único que se me viene en este momento a la mente es decir una verdad a medias, podría funcionar.—Es que… Es un poco complicado —me paso la mano por el cabello desviando la mirada.—No es complicado —avanza hacia mí con la mandíbula tensa—, solo me tienes que decir quién te lo regalo y por qué —se detiene frente a mí, levanto la cabeza para poder mirarlo a la cara.—No es nadie importante —trato de sonar indiferente.—Si no es nadie importante ¿Por qué te regaló un auto?—Porque cree que con regalos caros y mucho dinero puede conquistarme —le r
MATHIAS.5 de septiembre.Trato de copiar lo más rápido que puedo, el profesor está a punto de borrar el pizarrón y yo aún no he terminado y todo por estar pensando en por qué Tamara no vino hoy a clases.Me preocupa mi novia.Desde el sábado no hablamos. Ella solo salió corriendo de la casa, incluso casi deja botada a Sofía. La he llamado y no contesta, he intentado hablar con su amiga, pero esta solo me evade. No sé qué pasa con ella, no sé si está bien o mal y eso me tiene fuera de este mundo; estoy tan distraído que no me di cuenta que había que copiar del pizarrón hasta que el profesor dijo que nos apuramos o lo limpiaría.Termino de copiar justo en el momento en el que suena el timbre de salida. Han finalizado las clases de hoy. Recojo todo rápidamente con la esperanza de poder alcanzar a Sofía en la salida del instituto. Corro por los pasillos hasta la salida. La busco por todos lados hasta que diviso su cabello mitad castaño, mitad amarillo. Me acerco hasta ella.—Sofía —la ll
TAMARA.03 de septiembre.El auto se estaciona en la entrada de la casa y sin pensarlo salto del él y corro en dirección a la entrada. No necesito tocar o buscar llaves, cuando estoy a unos pasos de la puerta esta se abre dejándome el paso libre.Desesperada miro a mi alrededor, busco con la mirada a alguien que me pueda dar información, pero tan grande es mi angustia que me ciega. Hay muchos guardaespaldas puedo preguntarle a cualquiera de ellos, pero no lo hago y sigo con una búsqueda completamente innecesaria.Cruzo un par de pasillos en busca de una cara familiar, porque no conozco a ninguno de estos guardias.Detengo en seco mis pasos al ver a un doctor y una enfermera salir de una habitación. El doctor viste una bata azul llena de sangre, sangre de mi padre.No puedo moverme. Mis piernas están congeladas, mi corazón se niega a latir y mis ojos se rinden ante tal imagen, ellos deciden que es hora de dejar salir esas lágrimas a las cuales me negaba. Estaba negada a pensar lo peor,