TAMARA.Ay no.¿Qué habrá pasado?¿Estará molesto conmigo? Parecía que sí.Le envío la dirección de la casa de Mathias, no tengo más opción.Me quedo mirando el celular un largo tiempo.—El almuerzo está listo —me sobresalto al escuchar a Mathias. Me volteo y guardo el celular—. Te queda bien —señala la camisa.—Me tengo que ir —informo.—¿Por qué? ¿Sucedió algo? —se acerca.—No sé, papá me llamo y mandó un auto para buscarme.—¿No comerás?—No, es urgente —hace una mueca y baja la mirada.—Hey —levanto su rostro tomándolo de la barbilla—, vendré otro día y almorzaré aquí ¿Si?—Está bien.—Me despediré de tu familia antes de irme.—Bien, bajemos.Sé que no le gustó la noticia, se veía muy entusiasmado cuando llegamos y ahora tiene los hombros caídos.Bajamos y nos reunimos con su familia en la sala.—Oh, cariño, ya me contaron lo que te hizo Mathias —se acera María, detrás de ella viene Mario sonriendo con burla. Le dijo.—No se preocupe solo estábamos jugando.—Bueno, vamos a comer.
TAMARA.3 de septiembre.Tamara:Feliz cumpleaños a ti <3No sé si aún está despierto, pero igual —si no lo está— verá el mensaje mañana.Son las 12 de la madrugada. Hoy Mathias está cumpliendo años. Junto con Sofía hicimos una torta de helado de fresa, no fue fácil, pero logramos que quedara buena y con una decoración decente.Sofía se quedó a dormir, de hecho, está roncando a mi lado. Debió estar muy cansada, pues terminamos la torta hace poco más de una hora. Apenas nos acostamos, ella ya estaba roncando. Yo no he podido pegar el ojo, quería felicitar a Mathias justo en el momento el cual llegara el día de su cumpleaños.Llevamos 3 meses de relación, este mes cumplimos 4, pero aún falta para eso.A mí padre le agradó la familia de Mathias y el mismo Mathias en sí, a Kongo y a Mono también le cayeron bien, algo que es muy importante para mí.En estos tres meses he pasado mucho tiempo en la casa del parlanchín, hemos salido, nos hemos quedado en el apartamento, incluso hemos dormido
TAMARA.Entramos al departamento, Mathias camina frente a mí, cierro la puerta y lo paso para sentarme en el sofá.—Ven, siéntate —no dice nada y tampoco se acerca, solo se cruza de brazos, una clara señal de que está enojado y que no se sentará conmigo.—Ya estamos aquí, dime quien te regaló ese auto —demanda.Estuve pensando en qué decirle, en qué mentira me puedo inventar para salir de esta, pero aún no sé que puedo decir que sea creíble. Lo único que se me viene en este momento a la mente es decir una verdad a medias, podría funcionar.—Es que… Es un poco complicado —me paso la mano por el cabello desviando la mirada.—No es complicado —avanza hacia mí con la mandíbula tensa—, solo me tienes que decir quién te lo regalo y por qué —se detiene frente a mí, levanto la cabeza para poder mirarlo a la cara.—No es nadie importante —trato de sonar indiferente.—Si no es nadie importante ¿Por qué te regaló un auto?—Porque cree que con regalos caros y mucho dinero puede conquistarme —le r
MATHIAS.5 de septiembre.Trato de copiar lo más rápido que puedo, el profesor está a punto de borrar el pizarrón y yo aún no he terminado y todo por estar pensando en por qué Tamara no vino hoy a clases.Me preocupa mi novia.Desde el sábado no hablamos. Ella solo salió corriendo de la casa, incluso casi deja botada a Sofía. La he llamado y no contesta, he intentado hablar con su amiga, pero esta solo me evade. No sé qué pasa con ella, no sé si está bien o mal y eso me tiene fuera de este mundo; estoy tan distraído que no me di cuenta que había que copiar del pizarrón hasta que el profesor dijo que nos apuramos o lo limpiaría.Termino de copiar justo en el momento en el que suena el timbre de salida. Han finalizado las clases de hoy. Recojo todo rápidamente con la esperanza de poder alcanzar a Sofía en la salida del instituto. Corro por los pasillos hasta la salida. La busco por todos lados hasta que diviso su cabello mitad castaño, mitad amarillo. Me acerco hasta ella.—Sofía —la ll
TAMARA.03 de septiembre.El auto se estaciona en la entrada de la casa y sin pensarlo salto del él y corro en dirección a la entrada. No necesito tocar o buscar llaves, cuando estoy a unos pasos de la puerta esta se abre dejándome el paso libre.Desesperada miro a mi alrededor, busco con la mirada a alguien que me pueda dar información, pero tan grande es mi angustia que me ciega. Hay muchos guardaespaldas puedo preguntarle a cualquiera de ellos, pero no lo hago y sigo con una búsqueda completamente innecesaria.Cruzo un par de pasillos en busca de una cara familiar, porque no conozco a ninguno de estos guardias.Detengo en seco mis pasos al ver a un doctor y una enfermera salir de una habitación. El doctor viste una bata azul llena de sangre, sangre de mi padre.No puedo moverme. Mis piernas están congeladas, mi corazón se niega a latir y mis ojos se rinden ante tal imagen, ellos deciden que es hora de dejar salir esas lágrimas a las cuales me negaba. Estaba negada a pensar lo peor,
Me coloco los lentes de sol y estoy lista para terminar con esto.No es fácil tener que terminar con algo que te hace feliz. No es sencillo obligarme a no sentir frente a él, pero es lo que tengo que hacer. No lo que quiero hacer, no lo que él quiere que yo haga; es algo que debo hacer por su bien y por el mío.Yo lo quiero y querer a alguien es adorar su felicidad, su seguridad, su estabilidad... Y eso es algo que él no tendrá conmigo. No lo tendrá ni hoy, ni mañana, ni nunca. Mi vida jamás cambiará, si yo quisiera cambiar lo habría hecho cuando me di cuenta que podía hacerlo, pero no lo hice y no lo haré. Él merece a alguien mucho mejor que yo, él necesita a alguien que pueda hacer el papel que hace su madre, y esa no soy yo.Quizá no lo quiero tanto como pienso. Si yo lo quisiera de verdad lo dejaría todo por él, pero no soy capaz de dejar a mi padre, a Kongo ni a Mono; son mi familia. Sé y estoy segura de que mi familia siempre estará para mí y Mathias puede salir de mi vida cuand
TAMARA.10 de septiembre.—¡¿Todo listo?! —le grito a todos los presentes.Me aparto un poco al ver a un chico pasar cerca de mí con unos paquetes, pide disculpas por casi pisarme y sigue trabajando. Lo he observado desde que empezamos a trabajar en los cargamentos que deben enviarse; es el más joven de todos y el más responsable también. Me da pena, el chico tiene potencial con los números, quizás, si estudiara, podría llegar a ser un contador o algo por el estilo.Estamos trabajando en los cargamentos de heroína que papá tenía pendientes. Estamos en la última fase, donde montamos las mercancía en el lugar donde se trasportará; una vez llegue a su destino, lo demás, no es nuestro problema. La ruta está completamente despejada, en caso de que paren el transporte, ya tenemos contacto con la policía, lo que quiere decir que ellos no harán nada.—Todo listo, patrona —me dice con burla Kongo.—Se puede saber ¿Qué haces aquí? —él debería estar en su despacho trabajando, tratando de no leva
TAMARA.12 de septiembre.Uno, dos, tres, cuatro, cinco... Uno, dos tres, cuatro, cinco...—¡Ya entendí! —medio le grito a Mono, me mira con el ceño fruncido.—Solo te preparo para que nada te tome desprevenida —dice mirándome con los ojos entrecerrados.—Y lo sé —hablo calmadamente—, pero me has dicho lo mismo más de 3 veces, por favor, solo vámonos ¿Si? —niega en desacuerdo, pero igual nos vamos.Estamos en casa, se supone que hace 10 minutos debíamos irnos para encontrarnos con alguien y él solo empezó a darme una charla sobre cómo debo actuar, que no debo hacer, a quien debo mirar... Y eso no me molesta, pero me la ha dicho muchas veces y mi paciencia es poca.Caminamos de la sala a la puerta principal, en cuanto salimos veo a todos los guardaespaldas alertas. Miran de un lado a otro y siempre con la mano en el arma.Con la frente en alto camino directo al auto, antes de llegar a la puerta trasera, uno de los guardaespaldas se adelanta y me abre la puerta. Sin mirarlo asiento agra