Arthur no había dicho nada desde que cruzó la puerta, pero sus ojos lo decían todo. Me miraba con esa intensidad que siempre me hacía sentir vulnerable, pero al mismo tiempo, me hacía querer estar más cerca de él.Nuestros cuerpos seguían pegados, nuestras respiraciones seguían entrecortadas después del beso desesperado que nos habíamos dado. No había ninguna barrera entre nosotros en ese momento; estábamos completamente entregados el uno al otro, como si el mundo entero hubiera dejado de existir más allá de las paredes de mi habitación.Arthur me miraba fijamente, sus ojos verdes reflejaban algo más que deseo. Había un tipo de cariño que rara vez mostraba, algo que normalmente ocultaba detrás de su arrogancia y su actitud controladora. Esta vez, sin embargo, no había rastros de la frialdad que solía mostrar. Parecía haber una suavidad en su mirada, una calidez que me hacía sentir segura y querida.—Emily... —susurró, apenas audible en la quietud de la habitación.—Arthur —respondí, t
★ ArthurMiré a Emily dormir en mis brazos, su respiración era un susurro ligero que casi podía pasar desapercibido. Mi deseo por ella no se había disipado con el cansancio, sino que se había intensificado con cada minuto que pasaba.Con ternura me incliné hacia adelante y besé sus labios suavemente. Ella se movió ligeramente, pero no despertó. En lugar de eso, se giró y me dio la espalda, susurrando un pequeño quejido de incomodidad. El leve movimiento hizo que mi respiración se acelerara aún más. Mi deseo no estaba simplemente alimentado por la pasión del momento, sino por la necesidad de sentir su cercanía, de explorar todo lo que ella significaba para mí.Deslicé mis labios lentamente por la suave curva de su cuello, sintiendo el pulso tranquilo de Emily bajo mi boca. La tibieza de su piel me invitaba a continuar, y me permití saborear cada centímetro, deteniéndome para besar cada pequeña área con dedicación, como si quisiera memorizar su esencia con mis labios. Mi respiración se
★EmilyDesperté en la calidez de sus brazos, acurrucada contra su pecho firme. Sentí la suavidad de su respiración lenta y profunda, como si todo en su mundo estuviera en paz cuando yo estaba en sus brazos. Entre abrí los ojos con cuidado, solo para encontrar los suyos ya observándome. Su mirada me envolvía, sus ojos destellaban como si en ellos guardara secretos milenarios, pero solo para mí brillaban con ese dulce cariño que rara vez mostraba al resto del mundo.—Buenos días, mi pequeña brujita —murmuró con su voz ronca, y seductora.—Buenos días, mi rey —respondí, sonriendo mientras mi mano subía por su pecho desnudo, trazando patrones suaves en su piel. Mi cuerpo se sentía pesado, cálido y seguro en su abrazo. No quería moverme.Arthur me observaba con esa intensidad característica suya, pero con una ternura que me hacía derretir por dentro. Con suavidad, sus dedos comenzaron a deslizarse entre mi cabello, desenredando los mechones rojizos mientras me miraba.—No sé qué he hecho p
Arthur me sostenía entre sus brazos, con sus labios contra los míos en un beso ardiente que me hacía olvidar el mundo a nuestro alrededor. La pasión entre nosotros era intensa, casi tangible, como si el resto del universo no importara cuando estábamos así. Me aferré a su cuello, atrayéndolo más cerca, sintiendo la calidez de su cuerpo contra el mío.Pero justo cuando estaba perdiéndome por completo en su beso, escuché un sonido suave y burlón que rompió la magia del momento. Me aparté ligeramente de Arthur, solo para ver a Aria, la hermana de Arthur, con una camisa de elefante y unos tenis rosas, observándonos desde la distancia. Ella tenía esa sonrisa juguetona y astuta, y sus ojos brillaban como si supiera algo que nosotros no.—Bueno, bueno, ¿esto es lo que llamas entrenamiento, hermano? —dijo Aria, su tono era ligero pero con una pizca de autoridad.Como la diosa de la luna, su presencia siempre era imponente, pero también había en ella una dulzura que la hacía irresistible.Arthu
Después del intenso entrenamiento con Aria, mi cuerpo aún vibraba con la energía de la magia que habíamos canalizado. Cada músculo parecía despertar bajo esa poderosa influencia, pero mi mente estaba en otro lugar. Me subí a un árbol cercano, un acto que ya se había vuelto instintivo después de mi vida y mis años como Alfa en una vida pasada. Desde allí, observé el paisaje, con la luna llena colgando alta en el cielo, bañándolo todo en una luz plateada.En la rama más alta, los recuerdos comenzaron a inundarme, transportándome a una época anterior a Arthur. Durante dos siglos había sido la líder indiscutible de mi manada, nacida y criada como loba. El poder y la responsabilidad del liderazgo me fueron conferidos desde una edad temprana, y la Luna me bendijo con una fuerza incomparable y una conexión inquebrantable con mi gente. Pero en todo ese tiempo, nunca conocí el amor.Veía a los lobos encontrar a sus compañeros, experimentando el vínculo sagrado que la Luna otorgaba. Era una con
★ ArthurDespués de varios días en la manada de Aria y Damien, Emily y yo decidimos regresar al aquelarre. Emily ha recuperado sus recuerdos de su vida pasada como loba Alfa. No necesitaba más ayuda para sobrellevar su lado lobuno; ella ya era mucho más fuerte de lo que había imaginado. Pero eso no significa que nuestro trabajo esté terminado. Aunque ahora es consciente de su herencia como híbrida, sigo entrenándola para que se convierta en una bruja formidable. El peligro que enfrentamos es inmenso, y ella debe estar preparada.A medida que caminamos de regreso hacia el aquelarre, el silencio entre nosotros es cómodo, pero no desprovisto de tensión. Emily ha cambiado. Aunque su carácter alegre sigue brillando a pesar de todo lo que ha pasado, hay una nueva dureza en su mirada. Ya no es la misma chica que rescaté hace tiempo. Ahora, es más consciente del poder que posee y del peligro que recae sobre ella.—¿En qué piensas, Arthur? —pregunta, interrumpiendo mis pensamientos.Tiene ese
Lucian se acercó a nosotros con pasos suaves pero decididos. Sus ojos, fríos y calculadores, reflejaban una preocupación contenida. Su presencia rompió el silencio incómodo que había quedado entre Emily y yo tras mi revelación. Pero no lo culpaba; Lucian rara vez interrumpía si no era estrictamente necesario.—Su alteza —dijo Lucian con tono educado, inclinando la cabeza ligeramente en señal de respeto—. Tenemos una situación. Algunos de los brujos que pertenecían al aquelarre de sus padres han sido capturados. Hemos localizado su ubicación, y el tiempo apremia.Mis ojos se entrecerraron, y una furia helada comenzó a hervir en mi interior. Los brujos de mi familia, aquellos que habían sobrevivido al ataque del alfa Volkov y a las traiciones del pasado, eran pocos, pero valiosos. El hecho de que hubieran sido capturados era una afrenta que no estaba dispuesto a tolerar. Sentí la magia oscura fluir en mis venas, encendiendo una chispa peligrosa que siempre mantenía bajo control, pero qu
La adrenalina de la batalla aún corría por mis venas, pero la calma que nos rodeaba me daba una sensación de seguridad. Caminaba junto a Emily, el niño en sus brazos no se separaba de ella ni por un segundo. Me irritaba, aunque no tenía sentido estar celoso de un niño, no podía evitarlo. Ese pequeño había encontrado refugio en Emily, y eso significaba que su atención estaba lejos de donde la quería: en mí.Cuando llegamos al aquelarre, todos nos recibieron con respeto y preocupación. Lucian se encargó de organizar a los brujos que habíamos rescatado. Algunos estaban heridos, otros apenas podían sostenerse en pie, pero todos estaban agradecidos por estar a salvo, lejos de las garras de los renegados.Emily, como siempre, se movía entre ellos con una dulzura natural que me desconcertaba. No entendía cómo podía ser tan amable después de lo que acabábamos de hacer. ¿Cómo podía ofrecerles consuelo cuando había destruido vidas con sus propias manos? Pero eso era parte de su esencia. Era fer