La furia habia tomado control de la hermosa luna, quizas y Llevándola a tomar decisiones precipitadas para el por venir.Aun molesta con Teo por sus hechos pasados y con todo lo que conformaba esa manada, decidió encerrarse en la habitación junto a MarLia. Pues aunque no lo quiera admitir, su atencion ahora estaba centrada en conocer mas de la manada Luna creciente y buscar la forma de desterrar a aquel mal hermano que llevó a su propia manada a la destrucción. —¿Entonces? —preguntó al verla caminar de un lado a otro como si con ello pudiera borrar un error cometido en un descuido. —Alfa, como te conté anteriormente, en nuestra manada desarrollamos el control de nuestro lobo llegado a los 20 o 21 como mucho —hablo de forma apresurada e Itzel asintió —apenas pude tener el dominio sobre mi loba, di mi ubicación al Beta de nuestra manada y me temo que no tardaran mucho en llegar —añadió y le fué suficiente para entender su preocupación. Por lo que ella le había contado, no sería par
TeoSabía que no debía ir contra su voluntad y que como cualquiera, dejarla ser libre de tomar la justicia como mejor lo crea era lo mejor, pero... ¡No! me niego rotundamente a quizás perderla, no tengo la certeza de que volverá y como Alfa no puedo abandonar mi manada.—¡ABRE LA MALDITA PUERTA, TEO! ¡TE LO ADVIERTO! ¡ME DEJAS SALIR O PRUEBAS LO PEOR DE MÍ!Sus gritos resonaban mientras mi mente se conectaba a una conversación posiblemente igual con Amul, pues ese perezoso en lugar de salir a mi favor, siempre esta del lado de Itzel.'Ya dilo de una vez, Amul. Sé que te pondrás de su lado y me dirás que encerrarla fué una mala idea.''De echo, su loba tampoco estaba de acuerdo a que hiciera las cosas sin pensarlas primero y creo que te está agradecida por ello' —suspira —' Pero si debo confesar que todo lo que me dijo que pensó para ti, hasta a mí me asustó.''Al menos te preocupas un poco por mí.''No seas ingenuo, Teo. Recuerda que soy parte de ti y que todo lo que te pase, por ende
Itzel y MarLia observaban desde una distancia segura cómo los lobos de la manada Luna Creciente custodiaban la frontera. La luna brillaba sobre ellos, y el viento susurraba secretos ancestrales. MarLia, con su pelaje gris plateado, tenía una mirada intensa mientras estudiaba a los centinelas.—¿Crees conveniente que nos acerquemos? —preguntó MarLia, rompiendo el silencio.Itzel miró a su beta. MarLia había crecido bajo las órdenes de Aleron, su hermano. Conocía su crueldad y su desprecio por las tradiciones. Pero también sabía que MarLia era leal y valiente.—No lo sé —respondió Itzel—creo que seguir escondiéndonos será en vano, pues de seguro han detectado nuestro olor. Pero enfrentarlos siendo solo dos, complicaría las cosas.—Tienes el poder sobre ellos, alfa —inquirió MarLia —tienen que doblegarse, el instinto de lobo los obliga.—Quizás sea de esa forma, pero me temo que mi hermano no se lo tomara de la mejor manera ni podre conseguir con ello que cambie su visión con respecto a
El viento aullaba a través de los árboles, sus hojas temblando como testigos mudos de la confrontación que se avecinaba. Itzel y Aleron se encontraban en el corazón de la frontera, un lugar donde las sombras parecían más densas y los secretos ancestrales se aferraban al suelo.Los ojos de Itzel brillaban con determinación mientras sostenía su espada de plata. Aleron, por su parte, mostraba una sonrisa desafiante, sus garras afiladas listas para la lucha. Los lobos de la manada habían sido instruidos para mantenerse alejados; esta era una batalla personal entre los hermanos.El primer movimiento fue rápido como un relámpago. Itzel se abalanzó hacia Aleron, su espada chocando contra las garras del líder corrupto. Cada golpe resonaba en el aire, una sinfonía de metal y furia. Itzel esquivaba, contraatacaba, su mente centrada en la promesa que había hecho a su manada: liberarlos de la opresión de Aleron.Sus fuerzas eran casi parecidas, pero Itzel poseía algo que su hermano no y eso era l
Itzel.Quería creer en que verdaderamente optó por una rendición rápida, pero algo dentro de mí me inquietaba, quizás y la advertencia de mi loba o solo el hambre del momento.De cualquier forma no pensaba bajar la guardia. Estaba lista para defenderme si repentinamente surgía un ataque.Al llegar a la manada Luna creciente, fui bien recibida por los miembros que la complementan. Algunos de ellos estaban llenos de curiosidad e intentaron acercarse para dialogar, pero gracias a la intervención de MarLia, ellos entendieron que el viaje fue muy largo y solo necesitaba un poco de descanso.En nuestro viaje de camino, pude notar algunos lobos de la manada Estrella, quienes seguían nuestros pasos entre las sobras quizás custodiándome en caso de que algo saliera mal. También pude percibir la presencia de mi padre, pero a comparación de esa manada, él sabía camuflarse perfectamente.—Mira Itzel —pronunció Aleron, mientras señalaba un cuadro enorme donde una mujer de cabello claro y ojos cafés
Itzel.Si bien aún dudaba un poco de todo esto, una parte de mi quería creer que Aleron estaba considerando investigar sobre lo sucedido hace años y tratar de llegar a un acuerdo con la manada Estrella.Por lo poco que pude saber, ambas manadas tenían una alianza que los hacía poderosos, indestructibles. Y eso es lo que me lleva a pensar que tal vez alguien se sintió amenazado por el poder que poseían estando unidas y provocó la división entre ambas, plantando un impostor o comprando de alguna forma a un traidor. Teníamos que averiguar la verdad y tratar de cerrar ese mal ciclo entre ambas manadas y considerar nuevamente la unión que los favorecía.Caída la noche, mis pies me llevaron a recorrer parte de la tierra a la cual pertenecí de niña. No puedo ser egoísta y mentir acerca de que algo me resultaba familiar, pues nada de eso pasaba por mi cabeza. Pero la vida nos permite captar nuevos momentos y memorizar lugares que aunque olvidados, aún prevalecían.Inmersa en mi mente, oigo l
Después de la agradable historia narrada por la Alfa original de la manada, todos comenzaron a dispersarse con la intención clara de descansar. Aunque ese acto fue detenido ante el grito inesperado de un guardia, quien prevenía a la manada sobre la llegada de enemigos.Al oír el llamado, Itzel se puso de pie rápidamente, corriendo en dirección a su hermano mientras pedía al resto de la manada que se refugiaran en sus casas y no salieran de allí hasta nuevo aviso.Al llegar junto a Aleron, vio a todos los guardianes preparados. Dispuestos a destruir a los intrusos que se avecinaban a gran velocidad.—¿Quiénes son? —preguntó a su hermano, quien sin quitar su mirada fría de la frontera respondió.—No lo sé. Pese a que podemos detectar fácilmente el olor de cualquier enemigo, ellos supieron esconderlo de nosotros —respondió seriamente, dando un paso atrás. Dispuesto a desatar a su lobo apenas el peligro llegara.Itzel, tomando la misma posición que su hermano, se preparó de igual manera p
Después de una larga charla fuera, Teo e Itzel, deciden ingresar y tratar de resolver el inconveniente sucedido hace ya más de 15 años. Si bien Itha sabía que no sería nada fácil, estaba dispuesta a hacer entrar en razón a esos dos hombres orgullosos que eran la cabeza de cada manada.La residencia de la manada Luna creciente estaba tensa, los guardias observando con recelo a Teo, el Alfa estrella. No olvidaban los acontecimientos de años atrás, cuando algunos de ellos perdieron a sus cachorros en un conflicto entre manadas. La alianza que alguna vez existió se había roto cuando, entre los raptores, descubrieron la marca de la manada estrella en la muñeca de uno de los atacantes.Si bien esas miradas cargadas de desprecio incomodaban al Alfa, no había mucho que pudiera hacer. Sería una perdida total de tiempo el tratar de explicarles a ellos, cuando ni siquiera tuvo oportunidad de hacerlo en su entonces con su Alfa.Teo e Itzel ingresaron a la sala, donde Rewlly conversaba con Aleron