Una experta

Cuando Carlos la sujetó de las manos, algo en ella se agitó, empezó a sentir que le ardía la piel, sus ojos, antes azules eran completamente negros.

Su visitante empezó a asustarse, trató de soltarla, pero sus manos parecían adheridas a la piel de Emily. Venas negras se marcaban en el cuello y rostro de Carlos mientras Emi sonreía. Sabía lo que pasaba, no era consciente de cómo, pero lo hacía, estaba tomando la esencia de su antipático vecino.

Y sus cuervos, esos emitían una especie de canto que ella, supo interpretar como que se unían a aquel suceso porque cuando empezaba a sentirse cansada, ellos aumentaban el sonido de sus graznidos. Lo soltó cuando se sintió saciada y con curiosidad lo vio caer al suelo.

Vlad apareció en ese momento y miró a su nuera con admiración.

—No te ves culpable. Y no es que debas sentirte así, estás ligada a un demonio y dos vampiros, los tres acostumbrados a tomar la esencia de sus víctimas. Me preocupaba que tú parte humana dominara tus emocione
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