Emi despertó en el suelo, en medio de un bosque bastante raro. Pero de Ileana no había rastro, así que empezó a caminar. A su lado de pronto apareció una pequeña niña. No estaba muy versada en los asuntos de las hadas y quizás aquella era una anciana que tenía apariencia de niña pequeña, sin embargo, sus entrañas le decían que era tan pequeña como su apariencia dejaba ver. —Has sabido que soy un hada.—Si, no sé cómo, pero lo sé.—Los demonios saben identificarnos, y hueles como uno.—Mi padre es un demonio.—¿Qué haces aquí?—Una amiga fue convocada.—Lo sé, la ha atraído el lobo feroz.—¿El lobo feroz? ¿En dónde estamos?—En el reino de los cuentos mágicos, claro está.—Siento que me volveré loca. Y a riesgo de quedar como una idiota porque no conozco nada sobre las hadas, ¿Te ves como una niña o eres realmente una niña? —Tengo exactamente 9 años. —Y como sé que con las criaturas inmortales las cosas no son lo que parecen, ¿hace cuantos años tienes nueve años? —Tengo nueve
Al llegar a palacio, avanzaron a la sala del trono, pero para ella no fue fácil. Las hadas tenían magia viva, que parecía sentirse en su piel como si la quemara, y esta hacía una especie de canto lo que interfería con la comunicación mental. Y claro, derribar a tantas hadas para mantener a salvo a Ileana, le había llenado de su poder y ahora, era sensible a este.Korvoz la miraba fijamente, sus facciones se endurecieron, porque Emi, su reina, la mujer de su corazón, estaba al final del salón, sintiéndose muy enferma gracias a la magia de los ahí reunidos. Así que se puso de pie con tal violencia que las hadas lo miraron con miedo. Ni una sola de ellas le quitó la vista de encima mientras observaban lo que hacía. Una vez junto a su mujer la estrechó entre sus brazos y cuando la sintió estremecerse, cuando sintió las lágrimas de su Emi cayendo contra la piel de sus brazos, la ira tomó su lugar. Las hadas, que antes se sentían con el derecho de ser iguales con ellos, dejaron su acti
𝙎𝙞𝙣𝙤𝙥𝙨𝙞𝙨Debido a todo lo sufrido por su familia, Gabriel Dracul se mantenía un poco alejado de todos. Porque lo único en lo que debía concentrarse, era en cuidar a su compañera.Desde las sombras.Christie tenía una misión importante, debía ayudar a la familia Sackville para que la profecía de los cazadores pudiera cumplirse. Pero todo aquello tenía un precio y por eso, Gabe tuvo que reunir a sus hermanos y explicarles todo.Evidentemente, llegaron los cuestionamientos, sin embargo, sus hermanos no lo defraudaron y le ofrecieron toda la ayuda que necesitara.Y mientras su compañera iba superando cada día con éxito, los Dracul observaron a Gabe, sorprendiéndose al ver que aquel al que solo consideraban un erudito, era capaz de niveles impresionantes de violencia y poder. Comprendían que tener una compañera y no vincularse era difícil, pero no acababan de acostumbrarse a este nuevo Gabe.De lo que estaban seguros era de que necesitaban cuidar de Christie, porque si algo le suc
Gabriel Dracul miraba sin mirar realmente, las montañas desde su habitación en el castillo familiar. No ese que atraía turistas diariamente sino el original. Ser hijo del famoso conde, le había dado siempre una especie de plataforma de seguridad, ya que siendo el benjamín de la familia, nunca había tenido grandes preocupaciones.No hasta ella, su compañera.Y había querido acudir a los suyos en busca de ayuda, de apoyo, de protección, sin embargo, cada uno atravesaba momentos muy complicados, y él no quería imponerse.Su compañera, tenía sobre sus hombros una responsabilidad que nunca pidió y aunque ahora, ya con casi veintiún años estaba lista para empezar a prepararse para cumplir con su destino, había pasado toda su vida teniendo que lidiar con demonios. Y todo porque no podía unirse a ella, no hasta que concluyera su misión. Y sí, la protegió desde el día en que la encontró, pero no significó evitarle el miedo, el dolor, la pena.Tenía que hablar con su familia, una muy unida pero
Dragos miraba con atención a Gabe quien evidentemente sabía cosas que ellos no. Y comprendía cuán difícil podía resultarle el no poder evitarle todo aquello que le esperaba a su compañera. Su hermano había sido un gran apoyo para Emi, los últimos meses desde su llegada a Rumanía, su compañera había desarrollado un vínculo especial con el benjamín de la familia. Emi no era una guerrera, y ya sufría mucho al tener que alimentarse tomando la esencia de quienes la rodeaban. Tener a Gabe en su vida le daba paz, disfrutaba de pintar mientras Gabe a su lado leía algún libro. Ambos se complementaban, eran la paz que el otro necesitaba y verlo tan inquieto, aquello lo preocupaba. Tanto él como Korvoz, estaban acostumbrados a lidiar con problemas muy serios, sin embargo, ver a Gabe tan tenso era desconcertante, saberse ignorantes de todo aquello, una vergüenza.—¿Cómo lo sabes? La pregunta vino de Korvoz, una pregunta que el mismo Dragos estaba por formular. Nunca habían visto en el rostro de
Los hermanos de Gabe guardaron silencio. Cada uno de ellos recordando la ayuda que Gabe siempre les brindó y se sintieron no solo molestos sino apenados, por no haber sido capaces de ver que algo no iba bien.—Debimos estar pendientes y no hay pretexto.—Xander, no estoy haciendo un reclamo.—Lo sabemos, Gabe, lo sabemos. Pero debimos ser capaces de ver más de lo que había a simple vista y eso mi querido hermano, es totalmente inconcebible.Dragos amaba a sus hermanos, pero Gabe era al que más tenía metido en el corazón, porque era quien parecía ser el más solitario de todos. No permitiría que nada le sucediera a su compañera, se lo debían por haberlo tenido tan descuidado. Alexander tenía razón, le habían fallado. —Gabe, como uno de los monarcas me preocupo por ti y por todo esto que le espera a tu compañera. —Sé que eres un líder sabio, Dragos. También sé que tú y Korvoz están a la altura del puesto. Por eso confío en que llegado el momento y de ser necesario, intervendrán para ay
Un par de días después…Si una persona midiese su éxito en la vida, Christie podría llamarse a sí misma una perdedora, y no es que fuese una persona negativa a la que debido a su mala suerte la siguieran las tragedias. Aunque era difícil, comprendía que estaba destinada para grandes cosas. Obviamente saberlo no hacía que dejara de sentir que todas aquellas tragedias eran una especie de castigo, pues para ella, en la vida nada tenía sentido. Huérfana y criada hasta los cinco años en un orfanato, sufría ataques de pánico porque veía sombras. Tampoco ayudaba que sus ojos tenían un color violeta intenso. Al inicio la madre superiora, una horrible mujer que regentaba el hospicio, la miraba como si pensara que ella solo quería llamar la atención. Pero cuando en el cuerpo de Christie aparecieron heridas profundas, y sabiendo que no se lastimaba a sí misma, dejó de ignorar sus pedidos de auxilio y se dedicó a tratarla como si fuese un milagro viviente, incluso llamaba a otras personas para
Esa vez, Christie experimentó algo distinto, no solo fue más como una orden, sino que en todo su cuerpo había una sensación similar a la que se sufre cuando un pie se acomoda mal, y este se entume haciendo que se sienta como un hormigueo. Y dicha sensación, parecía en aquel momento como una vibración que aumentaba su intensidad, sin embargo, su mente estaba clara, no trabajaría para él. —Dije que no. —Debes pensarlo.—¿Pensarlo? No importa cuánto insista, mi decisión no va a cambiar.—Eres tan solo una niña tonta, no es posible que puedas resistirte.—Tengo claro lo que quiero, así que le pido que se marche.Su visitante se acercó aún más y aunque trató de moverse, estaba como anclada al suelo. Sin tener ningún tipo de cuidado la sujetó del cuello y empezó a apretar, dejándole en claro que como no estaría con él, debía morir. Pero antes de que acabara en el suelo, sintió la presencia de Gabe en su mente y no solo la fuerza que la mantenía sin moverse se alejó, sino que su atacante