Gabriel Dracul miraba sin mirar realmente, las montañas desde su habitación en el castillo familiar. No ese que atraía turistas diariamente sino el original. Ser hijo del famoso conde, le había dado siempre una especie de plataforma de seguridad, ya que siendo el benjamín de la familia, nunca había tenido grandes preocupaciones.No hasta ella, su compañera.Y había querido acudir a los suyos en busca de ayuda, de apoyo, de protección, sin embargo, cada uno atravesaba momentos muy complicados, y él no quería imponerse.Su compañera, tenía sobre sus hombros una responsabilidad que nunca pidió y aunque ahora, ya con casi veintiún años estaba lista para empezar a prepararse para cumplir con su destino, había pasado toda su vida teniendo que lidiar con demonios. Y todo porque no podía unirse a ella, no hasta que concluyera su misión. Y sí, la protegió desde el día en que la encontró, pero no significó evitarle el miedo, el dolor, la pena.Tenía que hablar con su familia, una muy unida pero
Dragos miraba con atención a Gabe quien evidentemente sabía cosas que ellos no. Y comprendía cuán difícil podía resultarle el no poder evitarle todo aquello que le esperaba a su compañera. Su hermano había sido un gran apoyo para Emi, los últimos meses desde su llegada a Rumanía, su compañera había desarrollado un vínculo especial con el benjamín de la familia. Emi no era una guerrera, y ya sufría mucho al tener que alimentarse tomando la esencia de quienes la rodeaban. Tener a Gabe en su vida le daba paz, disfrutaba de pintar mientras Gabe a su lado leía algún libro. Ambos se complementaban, eran la paz que el otro necesitaba y verlo tan inquieto, aquello lo preocupaba. Tanto él como Korvoz, estaban acostumbrados a lidiar con problemas muy serios, sin embargo, ver a Gabe tan tenso era desconcertante, saberse ignorantes de todo aquello, una vergüenza.—¿Cómo lo sabes? La pregunta vino de Korvoz, una pregunta que el mismo Dragos estaba por formular. Nunca habían visto en el rostro de
Los hermanos de Gabe guardaron silencio. Cada uno de ellos recordando la ayuda que Gabe siempre les brindó y se sintieron no solo molestos sino apenados, por no haber sido capaces de ver que algo no iba bien.—Debimos estar pendientes y no hay pretexto.—Xander, no estoy haciendo un reclamo.—Lo sabemos, Gabe, lo sabemos. Pero debimos ser capaces de ver más de lo que había a simple vista y eso mi querido hermano, es totalmente inconcebible.Dragos amaba a sus hermanos, pero Gabe era al que más tenía metido en el corazón, porque era quien parecía ser el más solitario de todos. No permitiría que nada le sucediera a su compañera, se lo debían por haberlo tenido tan descuidado. Alexander tenía razón, le habían fallado. —Gabe, como uno de los monarcas me preocupo por ti y por todo esto que le espera a tu compañera. —Sé que eres un líder sabio, Dragos. También sé que tú y Korvoz están a la altura del puesto. Por eso confío en que llegado el momento y de ser necesario, intervendrán para ay
Un par de días después…Si una persona midiese su éxito en la vida, Christie podría llamarse a sí misma una perdedora, y no es que fuese una persona negativa a la que debido a su mala suerte la siguieran las tragedias. Aunque era difícil, comprendía que estaba destinada para grandes cosas. Obviamente saberlo no hacía que dejara de sentir que todas aquellas tragedias eran una especie de castigo, pues para ella, en la vida nada tenía sentido. Huérfana y criada hasta los cinco años en un orfanato, sufría ataques de pánico porque veía sombras. Tampoco ayudaba que sus ojos tenían un color violeta intenso. Al inicio la madre superiora, una horrible mujer que regentaba el hospicio, la miraba como si pensara que ella solo quería llamar la atención. Pero cuando en el cuerpo de Christie aparecieron heridas profundas, y sabiendo que no se lastimaba a sí misma, dejó de ignorar sus pedidos de auxilio y se dedicó a tratarla como si fuese un milagro viviente, incluso llamaba a otras personas para
Esa vez, Christie experimentó algo distinto, no solo fue más como una orden, sino que en todo su cuerpo había una sensación similar a la que se sufre cuando un pie se acomoda mal, y este se entume haciendo que se sienta como un hormigueo. Y dicha sensación, parecía en aquel momento como una vibración que aumentaba su intensidad, sin embargo, su mente estaba clara, no trabajaría para él. —Dije que no. —Debes pensarlo.—¿Pensarlo? No importa cuánto insista, mi decisión no va a cambiar.—Eres tan solo una niña tonta, no es posible que puedas resistirte.—Tengo claro lo que quiero, así que le pido que se marche.Su visitante se acercó aún más y aunque trató de moverse, estaba como anclada al suelo. Sin tener ningún tipo de cuidado la sujetó del cuello y empezó a apretar, dejándole en claro que como no estaría con él, debía morir. Pero antes de que acabara en el suelo, sintió la presencia de Gabe en su mente y no solo la fuerza que la mantenía sin moverse se alejó, sino que su atacante
Salomón se alejó y no regresó durante algunos días, mismos en los que conoció a Luca, su protector. —¿Te envía Gabe?—Sí, la visita de Salomón lo preocupa, así que mi misión es la de enseñarte a pelear y así podrás defenderte de todos aquellos que vengan a atacarte. —De acuerdo y gracias, no me gusta sentirme indefensa.—Quiero que mantengas contigo el collar que he de entregarte, este te protegerá y los ataques de estos demonios no serán tan poderosos. Luca se quedó en silencio algunos minutos meditando sus siguientes palabras, para Christie fue evidente que estaba molesto de alguna forma y todo se aclaró cuando le dejó saber que él también la había cuidado. Y honestamente, todo aquello le parecía algo infantil porque, a fin de cuentas, no importaba quien había aparecido primero, ambos querían mantenerla a salvo.—Conociste a Gabe porque este llegó primero, pero también te he cuidado desde que eras una niña pequeña. —Gracias Luca. Aunque honestamente no entiendo por qué importa
De pronto Christie notó que sus zapatos y su abrigo no estaban, pero quejarse de aquello era inútil, nadie estaba cerca para ayudarla. No sabía a dónde ir, estar atrapada dentro de un sueño era algo desesperante. Y a diferencia de otras veces dónde despertaba tras la pesadilla, esa vez era consciente de que estaba ahí de forma indefinida así que quedarse quieta no era una opción. Necesitaba salir de ahí.¿Gabe?Estás soñando; pero eso no quiere decir que no puedan herirte.Quiero verte.Lo sé, he conseguido ayuda de una hechicera, podremos hablar en sueños, será como ahora, no te veré, pero hablaremos.Luca me da miedo, se pone furioso si te menciono, es posesivo.Somos compañeros, pequeña y eso no puede cambiarlo. Si actúa distinto ven a mí en sueños, estoy cerca vigilando pero si sientes que me necesitas, búscame.Gracias, Gabe.Cuídate, cariño.Aunque trataba de sonar calmo, ella sabía que no era así, Gabriel estaba furioso con él y dicha animosidad era únicamente culpa de Luca. M
Christie no pudo evitar pensar que aquel encuentro debía ser similar a una cena con el sombrerero loco. —Caperucita roja. ¡Oh, por Dios! ¿A dónde demonios había ido a parar?—Ya veo.—Verás, la niña había sido entregada a las hadas por su padre, porque este quería fama y fortuna. Tú tienes una unión con Gabe y fueron sus hermanos los involucrados en esa situación. Cuando lo veas puedes preguntarle. —¿Y que tiene eso que ver conmigo? —Nada y todo, es decir, que directamente no te afecta, pero sirve de ejemplo para tu situación. Si, definitivamente estaba atrapada en alguna escena de esa película, casi podía imaginarse al conejo y el reloj.—Esta charla es de lo más extraña.—Escúchame, Grace atrajo a la compañera de los hermanos de Gabe con engaños, pensando que ella podría sacarla del bosque donde estaba, pero la magia no funciona así, en su caso y en este, técnicamente el bosque construye las rutas.—No te entiendo.—Lo que te quiero decir es que sin importar la dirección, nunca