Es monstruoso

Justina fue con su hijo a la habitación y para entonces, Emi estaba recuperando la consciencia.

—¿Cómo llegamos aquí?

—Estás muy fría, mamá va a acompañarte mientras te metes a la tina, ¿de acuerdo? Y yo iré por la cena, la cual estará muy buena a pesar de las barbaridades que tenga para decir mi madre.

—La comeré con gusto.

Justina miraba a ambos y entendía a su hijo Korvoz, este no mentía, entre ambos había una conexión existente solo entre compañeros.

Una vez en el baño, Emi entró al agua, la espuma la cubría por completo y se sentía asombroso. Justina, la primera mujer vampiro, la esposa del primer vampiro, esa mujer regia y elegante, se sentó en el suelo junto a ella, dándole la espalda para que tuviese privacidad.

—Las historias de amor, no empiezan siempre con el pie derecho, mi pequeña. Sabemos del amor tuyo y de Korvoz, por eso, damos nuestra bendición.

—Pero Alec…

—No pienses en ello y escucha mi historia. Mi primo Matthias Corvinus, quien fue rey de Hungría, supo que Vlad
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