Cuando el sol entró por la ventana, Alexander frunció el ceño, en señal de incomodidad, giró hacia el lado de la cama donde Madison dormía y no la encontró.—Madison —dijo con voz ronca. Al no escuchar respuesta se puso de pie y se colocó su bata y sus pantuflas, al ver la puerta abierta de la cabina de la ducha, supo que no se encontraba ahí, por lo que luego de asearse, se asomó a la terraza y tampoco la vio.Se dirigió a la habitación de los pequeños y de igual manera encontró sus camas vacías, por lo que descendió hacia el único lugar que sabía que podían estar: la cocina. Con cada paso que daba al pisar las escaleras, su sonrisa crecía al escuchar sus carcajadas.Sin que los pequeños, ni Madison se dieran cuenta, se quedó recargado sobre un pilar de la casa, para seguir apreciando aquella maravillosa mañana.*—Yo creo que si le ponemos un poco más de chocolate a la mezcla, va a saber más rico —Noah dijo mientras tenía un batidor e intentaba darle vueltas en aquel boul.—No, no
—Basta de postergar lo que sea que tenga que saber —el señor Adam solicitó con la voz temblorosa— . Soy un hombre fuerte y puedo resistir lo que sea. —Tienes razón en lo que dices, no habíamos tocado el tema, por recomendación de médico —aclaró— . No porque deseemos ocultarte nada.—Será mejor que me retire —la señora Rosa se dio cuenta sin necesidad de saber más que lo que venía era doloroso y privado—. Mañana lo veo. —Tomó el carrito que llevaba y salió.—Ella falleció casi al instante —Alexander mencionó con voz trémula.—Lo lamento mucho, señor Adam —Madison manifestó con profunda tristeza—, nunca imaginamos que ese hombre sería capaz de provocar un atentado en su casa.Su corazón le dio un fuerte pinchazo, entonces respirar se volvió complejo, ante el cúmulo de lágrimas que comenzaron a escurrir de manera despiadada sobre sus blanquecinas mejillas.—Mi hermosa Alice, se ha ido —murmuró con dificultad y prosiguió llorando. Madison no pudo evitar sentirse culpable, si ese hombre
Alexander corrió detrás de ella, por el pasillo, hasta que llegaron a las escaleras y la alcanzó.— ¡Detente! —exclamó con la voz agitada. Estiró sus manos y la sujetó por su antebrazo—, no huyas de mí —suplicó—, no soy tu enemigo. Soy el hombre que más te ama y daría su vida para cambiar el dolor que sientes.Madison se estremeció al escucharlo.—Lo lamento —susurró con voz ahogada por el llanto—, estoy asustada —explicó.Alexander la tomó entre sus brazos y subió hacia la alcoba con ella.—No tienes nada que temer, que no hará nada que te lastime, descansa —pidió y volvió a poner el proyector con aquel universo estrellado y música para dormir.Por la mañana Alexander estaba por ponerse de pie para preparar el desayuno, cuando un fuerte mareo lo sacudió, de inmediato volvió a recostarse y presionó de sus párpados esperando a que pasara.—Tengo que llamar a Olivia —susurró minutos después de que se sintió mejor, por lo que sin darse cuenta volvió a quedarse dormido, hasta que sintió q
Olivia resopló a través del auricular.—No puedo responder con certeza a tu pregunta, pero tenemos que volver a internarte.Silencio.— ¿Sigues ahí? —preguntó Olivia.—Sí —respondió con voz pastosa—. Necesito resolver algunas cuestiones personales, para poder viajar. —Pensó en la situación por la que pasaba Madison y Liam, lo necesitaban mucho y no podía dejarlos.—No podemos perder mucho tiempo, recuerda que cada minuto es importante —enfatizó ella—, te voy a mandar un par de medicamentos para la jaqueca y el vértigo, ¿tienes donde anotar?—Envíame los nombres por mensaje —indicó—. Voy de salida.—Está bien, no dejes de mantenerme al tanto sobre tu situación.—Así lo haré —respondió él y cortó la llamada, enseguida llamó a su amigo.—Estaba por llamarte —Luke respondió.— ¿Ocurre algo? —cuestionó.—Es para hablar sobre las nuevas propiedades que estamos por adquirir, ajustar algunos detalles —indicó. — ¿Para qué me ibas a llamar? —cuestionó con curiosidad.Alexander inhaló profundame
Tres días después.Alexander ingresó a su residencia empujando en una silla de ruedas a su papá, ambos sonrieron al ver adornado el interior con globos blancos y carteles dándole la bienvenida. Ambos pequeños corrieron con emoción a abrazarlo.—Ya tenemos lista tu habitación —Noah refirió—, quedó muy bonita.—Así es, sobre todo por las lámparas de Paw Patrol que escogimos para ti —Liam indicó.—Seguramente deben estar muy bonitas. —Estiró sus brazos y lo estrechó con todo cariño.—Bienvenido, esperamos que se sienta cómo con nosotros —dijo Madison.Los ojos del señor Adam se rozaron ligeramente.—Les agradezco mucho que se preocupen por mí.—Es lo menos que se merece, siempre ha sido muy bueno con nosotros —mencionó Madison.— ¿Quieres que te llevemos a ver dónde dormirás? —preguntó Alexander.—Sí, me siento un poco cansado —mintió, deseando estar a solas, para poder desahogarse en privado.Alexander empujó la silla, pasando por una rampa que conectaba hacia una habitación que tenían
Hanna despertó al sentir un fuerte dolor sobre su cuello, enderezó su cabeza y se dio cuenta que se había quedado dormida, sentada en la lujosa silla de cuero de su hermano recargando sus manos y cabeza sobre el escritorio.Se enderezó y en acto dio un pequeño masaje en su cuello, para luego dirigirse hacia el apagador caminando con precaución y encender las luces.— ¿Qué hora será? —cuestionó y se dirigió a buscar su móvil, frunció el ceño con molestia al ver que se le había acabado la pila.Tomó su bolso y el regalo que llevaba para Luke, buscando retirarse de la empresa. Al intentar abrir la manija de la puerta, salió una mala palabra de sus labios, ya que se dio cuenta que tenía llave.—Lo que me faltaba, ahora también estoy encerrada —gruñó, enseguida se dirigió a la cabina de baño, entonces observó su alborotada cabellera, además de el maquillaje corrido, no tuvo más remedio que desmaquillarse con un par de toallitas que llevaba en su bolso. — ¿Será que me voy a quedar a pasar
Al llegar a la oficina de Alexander, Luke sacó el juego de llaves que el personal de seguridad de ahí le entregó, se le hizo extraño que estuviera cerrada, pero no comentó nada, supuso que ellos las habían cerrado.— ¡Hanna! — Luke ingresó a grandes pasos y se acercó a ella, al verla dormida sobre uno de los sillones. — ¿Estás bien? —indagó revisandola con su mirada.La joven abrió los ojos con pesadez y batió varias veces sus espesas pestañas y sonrió al verlo frente a ella.— ¿Estás bien? —volvió a preguntar.—Sí, estoy perfectamente —mencionó.— ¿Cómo es que estás aquí y encima de todo te quedas encerrada? —inquirió con extrañeza.—Supongo que me quedé dormida y no me di cuenta cuando se fueron todos —explicó bostezando.Luke presionó sus labios y se quedó pensativo.—Será mejor que nos vayamos. —Se retiró su abrigo y se lo colocó sobre su espalda, además de abrazarla, al verla muy somnolienta.En cuanto la chica subió a su camioneta, reclinó el asiento y volvió a quedarse dormida
Un ligero tic nervioso abordó a Victoria, la asistente personal, continuos espasmos se manifestaron sobre uno de sus párpados, sus manos temblaron y su respiración se agitó al ver tan molesto a atractivo abogado, como nunca lo había hecho.—No sé de qué está hablando. —Pasó saliva con dificultad.—Tampoco nosotros —Alexander intervino.—Por la madrugada, después de retirarme de aquí, solicité a vigilancia que revisarán las grabaciones de este piso—. Vengo de verlas. —La fulminó con la mirada.—Seguimos sin comprender —dijo Madison observando la fuerte tensión que existía entre Luke, y la asistente.—Ayer por la tarde, vino Hanna a visitarme —anunció Luke—, tuve una reunión que se demoró más de la cuenta, por lo que se vino a esperarme a tu oficina —explicó—, quien la atendió fue la señorita Victoria, quien nunca me avisó, y por si fuera poco, cuando todo el mundo se retiró, le puso llave a la puerta.Madison y Alexander miraron completamente sorprendidos a la asistente.— ¿Cómo te atr