OriónAlguien me agarró con fuerza de los brazos y tiró de mí. Mis instintos me hicieron dar un paso atrás antes de que pudiera reaccionar. Iba a destrozar al chico que había quedado en el suelo si no me hubieran apartado a tiempo.—Mierda, Orión, ¿qué diablos te pasa? —Era Lucas quien me mantenía en su agarre, y su voz sonaba preocupada mientras me tenía cerca —¿Qué estás haciendo?Aun luchando con mi ira y mis emociones, intenté encontrar las palabras adecuadas. No podía explicar lo que estaba sucediendo, y ni siquiera yo lo entendía completamente."Se fue" me increpó Ciro en mi mente. Su voz sonaba más urgente ahora.Miré en todas direcciones, pero no estaba en ningún lado. Diosa, esa chica, mi chica se había ido. Me encontraba en medio del bullicio de la discoteca, rodeado de gente que seguía bailando y divirtiéndose ajena a mi desesperación. Las luces parpadeantes y la música ensordecedora creaban un ambiente de caos. La sensación de pérdida se apoderó de mí, y mi mente se llenó
OctaviaLa mañana siguiente fue como estar en resaca, solo habíamos tomado un poco de más, y la sensación era más por la falta de esa droga que me hizo subir tanto que sentía que tocaba el cielo: ese chico.Mi mente estaba llena de destellos de la noche anterior, como fragmentos de un sueño eléctrico que me dejaron aturdida y desorientada. Había sido una montaña rusa de sensaciones que aún resonaban en mi piel. Cada roce, cada mirada, cada palabra compartida con él había sido como una descarga directa a mi corazón, una que todavía palpitaba con la intensidad de aquel encuentro fugaz.Mi cabeza latía con el zumbido de la música que aún retumbaba en mis oídos. Los colores y las luces parpadeantes se habían mezclado en un caleidoscopio de sensaciones. Cada paso que había dado en aquel lugar, cada gesto, había estado cargado de una energía abrumadora. Me sentía como si estuviera flotando en un mar de emociones, y las olas seguían estrellándose en mi mente.Agradecía que Darcy estuviera du
Orión Finalmente había llegado el día. A partir de hoy sería el nuevo Alfa de la manada Los cazadores sagrados. Me había preparado para este día desde que nací, pero incluso con años de preparación, tenía esa sensación extraña dentro de mí que me generaba nervios. Era como si una tormenta de emociones se revolviera en mi interior, agitando mi mente y mi corazón. La responsabilidad de liderar la manada pesaba sobre mis hombros, y sentía el peso de las expectativas de todos. "Vas a estar bien. Vamos a estar bien", me recordó Ciro. Él siempre estaba allí para apoyarme, para ser mi ancla en los momentos de incertidumbre, así como también para llamarme la atención o sermonearme cuando era necesario. Sus palabras resonaban en mi mente, brindándome una sensación de calma en medio de la agitación emocional. "Lo sé, Ciro. Es que todo ha cambiado ahora", le respondí, compartiendo mis pensamientos con él. Desde que conocí a mi compañera, mi vida había dado un giro inesperado. La conexión que
Octavia —Vamos, Vi, es un viaje corto, está a solo dos horas de aquí, y necesitamos esa tienda para los vestidos de la fiesta de graduación. Me niego a comprar uno en la tienda de la ciudad. ¿Has visto las fotos de la fiesta del año pasado? ¡Ufff, me dan escalofríos! —Sí, Sam también es la reina del melodrama. —A ver, Sam, nunca dije que no fuéramos a ir. Solo que me des unos minutos para levantarme de la cama, ir al baño y vestirme. Eres muy dramática cuando quieres. —¡No soy dramática! ¡Es el día más importante de nuestra vida! —Eso dijiste el primer día de secundaria, también el primer día de primaria, también lo dijiste el día que te hiciste tu primer tatuaje, y también... —dije levantando un dedo por cada punto mencionado. —Está bien entiendo tu ironía, pero esa noche tenemos que deslumbrar Vi, así nos recordarán todos los demás. Tenemos que estar bellísimas. —Entiendo tu razonamiento, ¿podrías simplemente darme unos treinta minutos? Sam levantó sus manos con un gesto de r
OriónEstaba sentado en una de las sombrías mazmorras, la penumbra bailaba a mi alrededor mientras me enfrentaba a uno de los prisioneros que habíamos capturado del auto que nos seguía aquella noche infernal. El susurro sordo de la tortura aún resonaba en mis oídos, pero necesitábamos respuestas. La información que necesitábamos era un pequeño tesoro que valía cualquier sacrificio.De los cinco prisioneros, tres ya yacían sin vida en el suelo, sus cuerpos maltrechos y sus almas silenciadas para siempre. No habían pronunciado una sola palabra a pesar de la brutalidad de los métodos empleados. Incluso en los abismos de la desesperación, se negaban a doblegarse. Pero aquel con quien me enfrentaba ahora había hablado, había dado algo de información, aunque insignificante en apariencia.Descubrimos que los otros prisioneros se habían mordido y masticado la lengua hasta cortarla. Su voluntad de silencio era inquebrantable, y en su último acto desesperado habían mutilado la herramienta de la
Samantha Me recosté en el asiento trasero, sintiendo las vibraciones de la música que Octavia había elegido, y que fluía desde el sistema de sonido del auto. Era una mezcla ecléctica que incluía desde éxitos pop hasta canciones clásicas de rock. Cerré los ojos por un momento, sumergiéndome en la melodía y disfrutando de la sensación envolvente que la música creaba. Observé a Octavia mientras se perdía en la canción que estaba sonando. Sus ojos brillaban con emoción, y cantaba con pasión, como si cada palabra fuera un eco de su alma. Siempre pensó que no tenía en cuenta sus gustos en general, ya sea en la elección de su ropa, sus preferencias musicales o incluso sus intereses en chicos. Pero la verdad es que me encantaba cada pequeño detalle de su personalidad. Su estilo, sus elecciones musicales y hasta sus locuras. Era como si cada cosa que hacía fuera una nota en la partitura de nuestra vida juntas. En ese momento, se volvió hacia mí mientras cantaba el est
OriónEstábamos sentados en la sala con Lucas, Samuel y los tres entrenadores de la manada, discutiendo sobre las próximas pruebas para la graduación de los lobos que entrenaban en la casa de la manada. Las voces resonaban en la sala de conferencias, cada palabra era un eco de la importancia que otorgábamos a este proceso de selección.Mi mirada se mantenía fija en los informes que se encontraban dispersos sobre la mesa, analizando los resultados con una precisión casi clínica. Las pruebas para los jóvenes lobos debían ser un reflejo de sus habilidades, y no había margen para la debilidad o la indecisión. No me movía una pizca de emoción; simplemente, esto era un deber que debía cumplirse de manera eficiente.Si bien teníamos un sistema educativo fuerte, solo la primaria era igual a la educación de los humanos. En el secundario se profundizaba en el conocimiento sobre los lobos, las manadas, los territorios; podían optar entre diferentes cursos y especializaciones como medicina, estra
OctaviaEntré a la discoteca, segura de mí misma, consciente de que cada centavo invertido en el decorador había valido la pena. Con cada paso que daba en aquel mundo mágico, me sentía más segura de que habíamos tomado la decisión correcta. Las paredes estaban transformadas, cubiertas de telas que simulaban el cielo nocturno, y pequeñas luces blancas parpadeantes evocaban la belleza de las estrellas.Las mesas, organizadas en un círculo alrededor de la pista de baile, capturaban la esencia celestial con adornos cilíndricos en su centro. Dentro de esos cilindros reposaban pequeñas piedras transparentes que, de vez en cuando, destellaban en colores verdes y azules, como si fueran pequeños tesoros que se habían traído del mismísimo cielo.La pista de baile era la joya de la corona. Con su suelo negro, parecía ser el lienzo perfecto para el espectáculo de luces que se desplegaba. Cada tanto, puntos de colores diferentes iluminaban la oscuridad, mientras la máquina de humo liberaba nubes v