OctaviaLoba. Yo era una loba. Llevé una mano a mi pecho y sentí el latido de mi corazón. A pesar de estar en forma humana, podía sentir el llamado de la luna, una conexión profunda con mi verdadera naturaleza. Sam también era una loba, aunque aún no había podido transformarse. Las dudas y preguntas llenaban mi mente mientras miraba a mi alrededor en la penumbra del auto.Me incorporé y vi a Sam durmiendo en el asiento del copiloto del auto que Lucas conducía. Aunque no podía verla con claridad, sabía que su rostro reflejaba el agotamiento y la confusión que ambas compartíamos. Estábamos en una situación que nunca habíamos imaginado, y enfrentar la realidad de perder a nuestros padres y ser lobas era abrumador.Lucas manejaba con seguridad. Cada curva del camino estaba marcada por la sombra de los árboles, como si nos adentráramos en lo desconocido. Cada vez que el sol se asomaba entre las nubes, sentía un hormigueo en mi piel, una llamada que me recordaba mi herencia y mi destino.—O
OctaviaOrión me miró y señaló una silla en la mesa. Me acerqué y tomé asiento, mientras él se acomodaba a mi derecha, ocupando la siguiente silla. Estábamos uno al lado del otro, y la cercanía me hizo sentir incómoda y ansiosa.Sam finalmente soltó a Lucas, y ambos se sentaron frente a nosotros. La mesa estaba llena de deliciosos platos, y el aroma de la comida me hizo darme cuenta de que tenía hambre. Mientras observaba a los demás, traté de mantener mis emociones bajo control y prepararme para la conversación que vendría.—¿Cómo estás? —me preguntó Orión, su voz era suave y llena de preocupación. Sentí el peso de su mirada sobre mí, pero no me atreví a mirarlo directamente.—Bien, gracias por preguntar, Alfa. —Respondí en un tono neutral, manteniendo mi mirada fija en la mesa. No estaba lista para enfrentar su presencia, sus ojos, o lo que había sucedido entre nosotros.Él suspiró y giró su cuerpo para mirar a Sam, buscando apoyo en su mirada, mientras yo me sentía atrapada en mi p
OriónDespués de abrirle mi corazón a mi compañera, no pude evitar besarla. Sabía que era lo correcto, lo necesario. Su cuerpo se amoldaba al mío como si estuviera hecho a medida, éramos dos piezas de rompecabezas que encajaban a la perfección. Los momentos que estábamos compartiendo eran un regalo divino, y sentía que estábamos entrando en un mundo que nos pertenecía, un mundo donde no existía el dolor ni la incertidumbre.Los labios de Octavia eran suaves y cálidos, y el sabor de su aliento era dulce como el néctar. Mi lengua se deslizó con la suya en un baile apasionado que parecía durar una eternidad. Cada roce, cada caricia, solo aumentaba el deseo que ardía en mi interior. Era un fuego imposible de apagar, y no quería que se extinguiera.Ciro gruñía de placer en mi mente, disfrutando de esta conexión con Darcy. Nuestras mentes compartían la misma pasión, la misma urgencia. La necesidad de unirse, de ser uno solo, era abrumadora.Me apreté contra Octavia, y ella me lo permitió, e
OriónMe desperté en medio de la noche con un dolor fuerte en el brazo. Salté de la cama al reconocer que ese dolor no era mío.Mierda, Octavia, ¿qué has hecho?"Alfa, hay un intruso en la morgue del hospital de la manada, una chica..." No pude escuchar más, me puse unos pantalones deportivos y salí corriendo de mi habitación."En camino, que nadie la toque.""Si, Alfa."¿Qué has hecho, Octavia?Llegué al hospital y bajé al sótano donde se ubicaba la morgue. Abrí las puertas con suavidad, y allí la encontré, sentada en una silla entre ambas camillas donde estaban los cuerpos de sus padres. Tenía la cabeza inclinada hacia abajo entre sus manos, sus codos apoyados en sus rodillas. Vestía con una camiseta y unos pantalones muy cortos.—Discúlpame por haberte despertado... —Susurró. —No sabía dónde más ir... Me imaginé que te avisarían.—Mi amor... —me acerqué a ella lentamente —no te preocupes por nada, igualmente no podía dormir.Levantó la cabeza, y sus ojos rojos de tanto llorar me mi
Octavia—Esto pasó hace 15 años, el día que la guerra terminó. —comenzó a contarme Orión, su voz profunda y segura me envolvió en atención—. En aquel entonces, yo tenía 7 años. Estaba ocurriendo una guerra entre nuestra manada, Los Cazadores Sagrados, y Las Sombras Oscuras. Ellos deseaban apoderarse de nuestro territorio, así como de la Tierra Sagrada, un lugar entre nuestras manadas que no tiene dueño, pero al mismo tiempo, es de todos nosotros. Es un lugar sagrado para los hombres lobo, un lugar donde la magia de la Diosa Luna es más intensa, y donde ella ejerce su mayor influencia.Mientras Orión hablaba, sus ojos se encontraron con los míos, y pude sentir la profundidad de su relato. Su mirada buscaba en la mía la confirmación de que lo estaba siguiendo en su historia. Mis ojos se clavaron en los suyos, capturados por el brillo de sus palabras y la emoción que transmitía.Nuestros cuerpos se acomodaron más cerca uno junto al otro, nuestros dedos se rozaban ligeramente, y su calor
OriónDespertar con Octavia en mis brazos fue la mejor sensación del mundo. Desperté antes que ella, lo cual me permitió robar un momento para mirarla bien.La luz del amanecer se filtraba por las cortinas, pintando delicados destellos dorados en su piel. Su cabello se extendía como una cortina de ébano sobre la almohada, y no pude resistir la tentación de acariciarlo suavemente con los dedos, sintiendo la suavidad de sus hebras oscuras. Sus pestañas largas y oscuras se movían ligeramente mientras soñaba, y su respiración era tranquila y serena. La paz en su rostro me llenó de calidez y gratitud. Era una visión que nunca me cansaría de contemplar.Octavia yacía a mi lado, con una de mis camisetas cubriendo su delicado cuerpo. Sonreí al verla con esa prenda, sabiendo que mi olor impregnaba la tela, marcándola como mía durante un tiempo. Era un gesto territorial, un recordatorio sutil a cualquier otro lobo de que ella me pertenecía, aunque eso ya estaba grabado en mi corazón.Se había m
Orión—¡Vi! ¡Abre la maldita puerta o la voy a tirar abajo! —Sam gritaba desde afuera mientras intentábamos recuperar el aliento. Octavia rio debajo de mí y me alejé un poco.—Lo dice de verdad. Ábrele, por favor. —me pidió Octavia entre jadeos.—No estoy en condiciones de abrir la puerta, mi amor. —le susurré, bajando la mirada hacia mi entrepierna que aún latía con deseo.Octavia me miró con una mirada lasciva y sugirió:—Entonces, déjame levantarme para hacerlo yo.Gruñendo, la liberé de la cárcel que había hecho con mis brazos y mis manos. Me recosté sobre mis brazos flexionados, observando cómo mi hermosa compañera se colocaba nuevamente mi camiseta. Se movía de manera seductora hacia la puerta y, al llegar, se dio la vuelta para mirarme con lujuria en sus ojos.Le susurré en su mente con mi mejor voz seductora:"Si siquiera piensas en morderte el labio una vez más, te arrastraré de nuevo a la cama."Ella negó con la cabeza y abrió la puerta para recibir a Sam.—Mierda, Vi ¡estab
OctaviaLa madre de Orión seguía en la puerta mientras nosotros hablábamos de mente a mente. La tensión en la habitación se volvía palpable, y la incómoda sensación de ser observados por su madre me hizo sentir inquieta. Me obligué a mantener la calma y la paciencia mientras intentábamos decidir cómo abordar la situación."Háblale de una vez", le susurré a Orión, mi voz teñida de una ligera irritación. La situación no era ideal, pero no teníamos otra opción que enfrentarla."Está bien, princesa, ¿qué quieres que le diga?", me respondió con un poco de sarcasmo, su voz resonando en mi mente."No sé, ¿qué pase?", repliqué, deseando que encontrara las palabras adecuadas para manejar la situación.Finalmente, Orión se decidió a romper el silencio incómodo y saludó a su madre con una voz firme, aunque no apartaba la vista de mí. La tensión se mantuvo, y no pude evitar notar que la madre de Orión no quitaba los ojos de Sam, lo que me hizo sentir aún más incómoda.—Buenos días, madre —le dijo