OriónDespués de abrirle mi corazón a mi compañera, no pude evitar besarla. Sabía que era lo correcto, lo necesario. Su cuerpo se amoldaba al mío como si estuviera hecho a medida, éramos dos piezas de rompecabezas que encajaban a la perfección. Los momentos que estábamos compartiendo eran un regalo divino, y sentía que estábamos entrando en un mundo que nos pertenecía, un mundo donde no existía el dolor ni la incertidumbre.Los labios de Octavia eran suaves y cálidos, y el sabor de su aliento era dulce como el néctar. Mi lengua se deslizó con la suya en un baile apasionado que parecía durar una eternidad. Cada roce, cada caricia, solo aumentaba el deseo que ardía en mi interior. Era un fuego imposible de apagar, y no quería que se extinguiera.Ciro gruñía de placer en mi mente, disfrutando de esta conexión con Darcy. Nuestras mentes compartían la misma pasión, la misma urgencia. La necesidad de unirse, de ser uno solo, era abrumadora.Me apreté contra Octavia, y ella me lo permitió, e
OriónMe desperté en medio de la noche con un dolor fuerte en el brazo. Salté de la cama al reconocer que ese dolor no era mío.Mierda, Octavia, ¿qué has hecho?"Alfa, hay un intruso en la morgue del hospital de la manada, una chica..." No pude escuchar más, me puse unos pantalones deportivos y salí corriendo de mi habitación."En camino, que nadie la toque.""Si, Alfa."¿Qué has hecho, Octavia?Llegué al hospital y bajé al sótano donde se ubicaba la morgue. Abrí las puertas con suavidad, y allí la encontré, sentada en una silla entre ambas camillas donde estaban los cuerpos de sus padres. Tenía la cabeza inclinada hacia abajo entre sus manos, sus codos apoyados en sus rodillas. Vestía con una camiseta y unos pantalones muy cortos.—Discúlpame por haberte despertado... —Susurró. —No sabía dónde más ir... Me imaginé que te avisarían.—Mi amor... —me acerqué a ella lentamente —no te preocupes por nada, igualmente no podía dormir.Levantó la cabeza, y sus ojos rojos de tanto llorar me mi
Octavia—Esto pasó hace 15 años, el día que la guerra terminó. —comenzó a contarme Orión, su voz profunda y segura me envolvió en atención—. En aquel entonces, yo tenía 7 años. Estaba ocurriendo una guerra entre nuestra manada, Los Cazadores Sagrados, y Las Sombras Oscuras. Ellos deseaban apoderarse de nuestro territorio, así como de la Tierra Sagrada, un lugar entre nuestras manadas que no tiene dueño, pero al mismo tiempo, es de todos nosotros. Es un lugar sagrado para los hombres lobo, un lugar donde la magia de la Diosa Luna es más intensa, y donde ella ejerce su mayor influencia.Mientras Orión hablaba, sus ojos se encontraron con los míos, y pude sentir la profundidad de su relato. Su mirada buscaba en la mía la confirmación de que lo estaba siguiendo en su historia. Mis ojos se clavaron en los suyos, capturados por el brillo de sus palabras y la emoción que transmitía.Nuestros cuerpos se acomodaron más cerca uno junto al otro, nuestros dedos se rozaban ligeramente, y su calor
OriónDespertar con Octavia en mis brazos fue la mejor sensación del mundo. Desperté antes que ella, lo cual me permitió robar un momento para mirarla bien.La luz del amanecer se filtraba por las cortinas, pintando delicados destellos dorados en su piel. Su cabello se extendía como una cortina de ébano sobre la almohada, y no pude resistir la tentación de acariciarlo suavemente con los dedos, sintiendo la suavidad de sus hebras oscuras. Sus pestañas largas y oscuras se movían ligeramente mientras soñaba, y su respiración era tranquila y serena. La paz en su rostro me llenó de calidez y gratitud. Era una visión que nunca me cansaría de contemplar.Octavia yacía a mi lado, con una de mis camisetas cubriendo su delicado cuerpo. Sonreí al verla con esa prenda, sabiendo que mi olor impregnaba la tela, marcándola como mía durante un tiempo. Era un gesto territorial, un recordatorio sutil a cualquier otro lobo de que ella me pertenecía, aunque eso ya estaba grabado en mi corazón.Se había m
Orión—¡Vi! ¡Abre la maldita puerta o la voy a tirar abajo! —Sam gritaba desde afuera mientras intentábamos recuperar el aliento. Octavia rio debajo de mí y me alejé un poco.—Lo dice de verdad. Ábrele, por favor. —me pidió Octavia entre jadeos.—No estoy en condiciones de abrir la puerta, mi amor. —le susurré, bajando la mirada hacia mi entrepierna que aún latía con deseo.Octavia me miró con una mirada lasciva y sugirió:—Entonces, déjame levantarme para hacerlo yo.Gruñendo, la liberé de la cárcel que había hecho con mis brazos y mis manos. Me recosté sobre mis brazos flexionados, observando cómo mi hermosa compañera se colocaba nuevamente mi camiseta. Se movía de manera seductora hacia la puerta y, al llegar, se dio la vuelta para mirarme con lujuria en sus ojos.Le susurré en su mente con mi mejor voz seductora:"Si siquiera piensas en morderte el labio una vez más, te arrastraré de nuevo a la cama."Ella negó con la cabeza y abrió la puerta para recibir a Sam.—Mierda, Vi ¡estab
OctaviaLa madre de Orión seguía en la puerta mientras nosotros hablábamos de mente a mente. La tensión en la habitación se volvía palpable, y la incómoda sensación de ser observados por su madre me hizo sentir inquieta. Me obligué a mantener la calma y la paciencia mientras intentábamos decidir cómo abordar la situación."Háblale de una vez", le susurré a Orión, mi voz teñida de una ligera irritación. La situación no era ideal, pero no teníamos otra opción que enfrentarla."Está bien, princesa, ¿qué quieres que le diga?", me respondió con un poco de sarcasmo, su voz resonando en mi mente."No sé, ¿qué pase?", repliqué, deseando que encontrara las palabras adecuadas para manejar la situación.Finalmente, Orión se decidió a romper el silencio incómodo y saludó a su madre con una voz firme, aunque no apartaba la vista de mí. La tensión se mantuvo, y no pude evitar notar que la madre de Orión no quitaba los ojos de Sam, lo que me hizo sentir aún más incómoda.—Buenos días, madre —le dijo
Octavia—Recuerden chicas, lo esencial.—Sí, Beta —respondimos al unísono, intentando parecer fuertes, aunque nuestras voces delataban la tristeza que sentíamos.—Pueden quedarse aquí mientras vamos a la habitación a recoger algunas cosas, no queremos que estén hurgando entre nuestra ropa interior —bromeó Sam, tratando de aligerar el ambiente.Subimos más escaleras y entramos en nuestra habitación. Las lágrimas llenaban nuestros ojos mientras observábamos el lugar que había sido nuestro hogar durante tanto tiempo. Ambas nos sentamos en nuestras camas y nos miramos.—Voy a extrañar esto... Diosa, los extraño muchísimo —confesé, colocando mis manos en mi rostro para ocultar mis lágrimas.—Yo también, Vi. Esto es una locura. Hace unos días estábamos viviendo aquí. —Sam suspiró en medio de un sollozo. —Mamá nos preparaba el desayuno y papá se burlaba de cómo aún nos hacía esas tortitas que tanto nos gustaban de niñas.—Sam, vamos a estar bien. Vamos a estar juntas. Vamos a vivir como ell
DesconocidoMe encamine por el corredor de la casa de la manada para discutir unos asuntos con uno de mis hombres. Estaba pasando por el comedor cuando un par de voces llamaron mi atención. Escuché escondido detrás de las puertas del salón las conversaciones sobre el viaje a casa de Octavia y Sam. Habían decidido regresar a su hogar en la ciudad antes de la ceremonia, y mi interés en su viaje fue inmediato. Algo dentro de mí me impulsó a seguir sus pasos, a mantenerme en las sombras y observar desde lejos.Cuando escuché que alguien se acercaba a lo dirección continúe el paso, disimulando mi camino, evitando los ojos curiosos. Llegué al estacionamiento y tomé mi auto. Esperé hasta que los vi salir, Lucas y Rider fueron delante, mientras que las chicas se sentaron en la parte de atrás del auto.El viaje en el auto se extendía por la carretera, a solo un kilómetro de distancia del vehículo en el que se encontraban ellos. Mientras seguía a una distancia segura, mi mente se llenaba de pen