Octavia Esta vez, la transformación ocurrió más rápido y fue menos dolorosa. Las patas de Darcy golpeaban con fuerza el suelo, y los árboles se desdibujaban a medida que avanzábamos. En poco tiempo, nos encontramos con Sam, mamá y el agresor. La escena me dejó helada. Sam estaba delante de mamá, protegiéndola. Ambas estaban al borde de un barranco que terminaba a varios metros abajo en un río. Una caída desde esa altura era la muerte garantizada, y el hombre las tenía acorraladas. Darcy gruñó, y el tipo se dio la vuelta. —Vaya, vaya, mira lo que tenemos aquí. Una zorra blanca a la que me voy a follar hasta el cansancio —dijo con una sonrisa sádica. Dio un salto en mi dirección, comenzando su propia transformación. Sus patas golpearon el suelo y corrió hacia mí. "Corre," le grité a Sam. "¿Vi?" Al reconocerme, abrió los ojos como platos. "Lleva a mamá al auto y salgan de aquí ya," le grité. El lobo me golpeó, y gemí de dolor. Me levanté y salté con la intención de morderle el cue
OriónLlegué a la ubicación que el número desconocido me había dado. Al entrar en el bosque, olí la sangre, y mi cuerpo se tensó de inmediato. La sensación de ese olor metálico y rancio se apoderó de mis sentidos, como una advertencia de que algo terrible había ocurrido. Mis fosas nasales se llenaron con el olor de la sangre derramada, y mi piel se erizó en respuesta."No, no puede ser de ella", ladró Ciro, también percibiendo la inquietante fragancia. Su voz era un eco de mi propia preocupación.Cuando encontré las tiendas de acampar, vi dos cuerpos tendidos en el suelo, y mi corazón se apretó en el pecho.Me acerqué lentamente, sintiendo la gravedad de la situación. Uno de los hombres estaba lleno de cortes superficiales, que habían dejado rastros de sangre en su piel. Los cortes no eran profundos, pero la cantidad de sangre perdida era evidente. La vista me hizo estremecer, y mis músculos se tensaron aún más.Del otro lado de las tiendas, había un cuerpo sin cabeza. La visión de es
OctaviaLoba. Yo era una loba. Llevé una mano a mi pecho y sentí el latido de mi corazón. A pesar de estar en forma humana, podía sentir el llamado de la luna, una conexión profunda con mi verdadera naturaleza. Sam también era una loba, aunque aún no había podido transformarse. Las dudas y preguntas llenaban mi mente mientras miraba a mi alrededor en la penumbra del auto.Me incorporé y vi a Sam durmiendo en el asiento del copiloto del auto que Lucas conducía. Aunque no podía verla con claridad, sabía que su rostro reflejaba el agotamiento y la confusión que ambas compartíamos. Estábamos en una situación que nunca habíamos imaginado, y enfrentar la realidad de perder a nuestros padres y ser lobas era abrumador.Lucas manejaba con seguridad. Cada curva del camino estaba marcada por la sombra de los árboles, como si nos adentráramos en lo desconocido. Cada vez que el sol se asomaba entre las nubes, sentía un hormigueo en mi piel, una llamada que me recordaba mi herencia y mi destino.—O
OctaviaOrión me miró y señaló una silla en la mesa. Me acerqué y tomé asiento, mientras él se acomodaba a mi derecha, ocupando la siguiente silla. Estábamos uno al lado del otro, y la cercanía me hizo sentir incómoda y ansiosa.Sam finalmente soltó a Lucas, y ambos se sentaron frente a nosotros. La mesa estaba llena de deliciosos platos, y el aroma de la comida me hizo darme cuenta de que tenía hambre. Mientras observaba a los demás, traté de mantener mis emociones bajo control y prepararme para la conversación que vendría.—¿Cómo estás? —me preguntó Orión, su voz era suave y llena de preocupación. Sentí el peso de su mirada sobre mí, pero no me atreví a mirarlo directamente.—Bien, gracias por preguntar, Alfa. —Respondí en un tono neutral, manteniendo mi mirada fija en la mesa. No estaba lista para enfrentar su presencia, sus ojos, o lo que había sucedido entre nosotros.Él suspiró y giró su cuerpo para mirar a Sam, buscando apoyo en su mirada, mientras yo me sentía atrapada en mi p
OriónDespués de abrirle mi corazón a mi compañera, no pude evitar besarla. Sabía que era lo correcto, lo necesario. Su cuerpo se amoldaba al mío como si estuviera hecho a medida, éramos dos piezas de rompecabezas que encajaban a la perfección. Los momentos que estábamos compartiendo eran un regalo divino, y sentía que estábamos entrando en un mundo que nos pertenecía, un mundo donde no existía el dolor ni la incertidumbre.Los labios de Octavia eran suaves y cálidos, y el sabor de su aliento era dulce como el néctar. Mi lengua se deslizó con la suya en un baile apasionado que parecía durar una eternidad. Cada roce, cada caricia, solo aumentaba el deseo que ardía en mi interior. Era un fuego imposible de apagar, y no quería que se extinguiera.Ciro gruñía de placer en mi mente, disfrutando de esta conexión con Darcy. Nuestras mentes compartían la misma pasión, la misma urgencia. La necesidad de unirse, de ser uno solo, era abrumadora.Me apreté contra Octavia, y ella me lo permitió, e
OriónMe desperté en medio de la noche con un dolor fuerte en el brazo. Salté de la cama al reconocer que ese dolor no era mío.Mierda, Octavia, ¿qué has hecho?"Alfa, hay un intruso en la morgue del hospital de la manada, una chica..." No pude escuchar más, me puse unos pantalones deportivos y salí corriendo de mi habitación."En camino, que nadie la toque.""Si, Alfa."¿Qué has hecho, Octavia?Llegué al hospital y bajé al sótano donde se ubicaba la morgue. Abrí las puertas con suavidad, y allí la encontré, sentada en una silla entre ambas camillas donde estaban los cuerpos de sus padres. Tenía la cabeza inclinada hacia abajo entre sus manos, sus codos apoyados en sus rodillas. Vestía con una camiseta y unos pantalones muy cortos.—Discúlpame por haberte despertado... —Susurró. —No sabía dónde más ir... Me imaginé que te avisarían.—Mi amor... —me acerqué a ella lentamente —no te preocupes por nada, igualmente no podía dormir.Levantó la cabeza, y sus ojos rojos de tanto llorar me mi
Octavia—Esto pasó hace 15 años, el día que la guerra terminó. —comenzó a contarme Orión, su voz profunda y segura me envolvió en atención—. En aquel entonces, yo tenía 7 años. Estaba ocurriendo una guerra entre nuestra manada, Los Cazadores Sagrados, y Las Sombras Oscuras. Ellos deseaban apoderarse de nuestro territorio, así como de la Tierra Sagrada, un lugar entre nuestras manadas que no tiene dueño, pero al mismo tiempo, es de todos nosotros. Es un lugar sagrado para los hombres lobo, un lugar donde la magia de la Diosa Luna es más intensa, y donde ella ejerce su mayor influencia.Mientras Orión hablaba, sus ojos se encontraron con los míos, y pude sentir la profundidad de su relato. Su mirada buscaba en la mía la confirmación de que lo estaba siguiendo en su historia. Mis ojos se clavaron en los suyos, capturados por el brillo de sus palabras y la emoción que transmitía.Nuestros cuerpos se acomodaron más cerca uno junto al otro, nuestros dedos se rozaban ligeramente, y su calor
OriónDespertar con Octavia en mis brazos fue la mejor sensación del mundo. Desperté antes que ella, lo cual me permitió robar un momento para mirarla bien.La luz del amanecer se filtraba por las cortinas, pintando delicados destellos dorados en su piel. Su cabello se extendía como una cortina de ébano sobre la almohada, y no pude resistir la tentación de acariciarlo suavemente con los dedos, sintiendo la suavidad de sus hebras oscuras. Sus pestañas largas y oscuras se movían ligeramente mientras soñaba, y su respiración era tranquila y serena. La paz en su rostro me llenó de calidez y gratitud. Era una visión que nunca me cansaría de contemplar.Octavia yacía a mi lado, con una de mis camisetas cubriendo su delicado cuerpo. Sonreí al verla con esa prenda, sabiendo que mi olor impregnaba la tela, marcándola como mía durante un tiempo. Era un gesto territorial, un recordatorio sutil a cualquier otro lobo de que ella me pertenecía, aunque eso ya estaba grabado en mi corazón.Se había m