Octavia —Entonces tenemos tiempo de ir de compras, ¿no? —preguntó Sam, su entusiasmo era evidente, sus ojos brillaban. —¡Claro que sí! Almorzaremos fuera hoy, luego iremos de compras y en la noche nos vamos, ¿les parece bien? —añadió papá. —¿Estás dispuesto a pasar la tarde comprando ropa con tres chicas? —pregunté con una sonrisa, sabiendo que a papá no le emocionaba la idea de pasar horas en tiendas de ropa. Siempre terminaba siendo nuestra mula de carga y se aburría, aunque no quisiera admitirlo. Sin embargo, eso solo lo hacía más encantador a nuestros ojos. —No me voy a perder pasar la tarde con mis tres chicas favoritas en el mundo por nada —juró papá, su amor por nosotras era palpable en sus palabras y gestos. —¡Eres el mejor papá! —chilló Sam emocionada y saltó hacia él para abrazarlo, mientras yo sonreía, agradecida por tener una familia tan unida y cariñosa. —Lo sé, lo sé, ahora vayan a correr, las esperamos para ir a almorzar juntos. —papá nos despidió con una sonrisa y
OriónEstaba sentado en mi estudio, un elegante rincón con paredes de color marfil y grandes ventanales que dejaban entrar la luz del sol de la tarde. Mi escritorio de caoba pulida ocupaba el centro de la habitación, donde papeles y documentos se apilaban en orden meticuloso. Sostenía el teléfono con una mano, observando fijamente la foto de Octavia que me había enviado aquel número desconocido. Los rayos de sol filtrados por las cortinas de seda dorada bañaban la imagen, resaltando su belleza sobrenatural.Tres días. Habían pasado tres interminables días desde que despertamos en ese callejón oscuro y sucio, en medio de un caos nocturno. No podía evitar sentir una oleada de frustración al recordar el encuentro.Mi mente aún retumbaba con el eco del golpe que Sam me había propinado, un latigazo de dolor que me dejó inconsciente en un abrir y cerrar de ojos. La habitación estaba impregnada con el aguijón de mi orgullo herido, mi ego maltrecho por haber sido derrotado por una chica.Los
Orión Un golpe en la puerta me hizo levantar la mirada, y cuando dije "Adelante", mis padres entraron. Mi madre y mi padre tenían una expresión de preocupación en sus rostros mientras tomaban asiento. —¿Qué está ocurriendo? —Preguntó mi padre. Les hice un gesto con la mano para que tomaran asiento. Sobre el escritorio, había dos carpetas que acababan de llegar mientras hablaba con la manada. Mi madre ahogó un grito y cubrió su boca con la mano, llevándose la otra al corazón al ver las fotos de la chica colgada en el árbol. —Este fue el mensaje que dejó el infiltrado —expliqué, sintiendo la tensión en el ambiente. Mi padre estaba visiblemente confundido. —¿La conocías? —preguntó con curiosidad. Abrí la segunda carpeta y mostré los documentos y fotografías encontrados en el auto que nos había seguido hace un tiempo. —Al parecer, me estaban observando. Ella está aquí —señalé a la chica de la foto con la que parecía estar coqueteando—. Es la misma chica que estaba en el bosque. Mi
OctaviaEl sol comenzaba a ocultarse en el horizonte, tiñendo el cielo de tonos dorados y anaranjados, mientras las últimas luces del día se reflejaban en el espejo retrovisor del automóvil. El interior del coche estaba inundado de una cálida luz de atardecer, que creaba destellos en los rostros de mi familia mientras viajábamos juntos. El aire acondicionado zumbaba suavemente, llenando el espacio con un fresco y ligero aroma a pino.Mis dedos jugaban con el extremo de mi sudadera mientras escuchaba la charla de mi padre. Su mirada se reflejaba en el espejo retrovisor, llena de emoción y anticipación. Hacía más de una hora que habíamos salido de casa, y la curiosidad había estado creciendo en mí como un hormigueo constante en el fondo de mi mente.La voz de Sam interrumpió mis pensamientos, cargada de hastío y frustración.—¿Podrías decirnos de una vez a dónde nos llevas? —preguntó con impaciencia, una expresión de cansancio en su rostro. Desde que salimos, habíamos estado tratando de
Orión Había terminado de registrar toda la casa de la manada. Mis sentidos de lobo estaban alertas mientras olfateaba cada rincón, escudriñando con la vista y escuchando atentamente. Tenía la confianza de que los intrusos no habían llegado tan dentro del territorio como para llegar a la ciudad, pero tenía que estar seguro. Los enlaces con la mayoría de las personas de la manada llegaban, informando que no habían encontrado nada en sus hogares y algunos espacios públicos. Un suspiro de alivio escapó de mis labios, y una sensación de calma se apoderó de mí. Estaba en mi oficina, sentado en mi escritorio, revisando nuevamente las carpetas confiscadas del auto y la información que tenía sobre el cuerpo de la chica en el bosque. La sensación de inquietud persistía, y mi mirada se centró en las fotografías de la chica, la víctima de esta horrible tragedia. Se llamaba Gala. Había estado en el baile de graduación, por lo tanto, era conocida de Octavia. Cerré los ojos un momento, imaginan
OriónCambié a mi forma humana y me acerqué al prisionero que yacía arrodillado frente a Robin. Temblaba de pies a cabeza, su piel estaba cubierta de sangre y apenas podía distinguirse su color original. La tensión en el aire era palpable, y mis ojos ardían con determinación.—Si respondes, te garantizo una muerte rápida —le dije con la voz baja y amenazante —sino lo haces, te torturaremos de la forma más dolorosa y lenta que exista... ¿Quién te envió?—El... El... El Alfa... De las... Sombras oscuras —balbuceó apenas, sus palabras temblorosas y entrecortadas.—¿Por qué? —Pregunté entre dientes, sabiendo que la respuesta sería aterradora.—Di... Distracción.La palabra resonó en el aire, dejando un frío helado en mi piel y un nudo en mi estómago. Mi mente se llenó de imágenes de mi compañera, Octavia, y la posibilidad de que estuviera en peligro me llenó de terror.—¿Cuál era su objetivo principal? —Mi voz temblaba con una mezcla de ira y ansiedad.—Lu... Luna...—¿Dónde?—No... No...
OctaviaSentí el golpe antes de ver el movimiento. Un momento estaba de pie detrás de papá, y al siguiente, estaba en el suelo. El impacto me sacudió, el dolor en mi mejilla era agudo y punzante.Mi piel estaba erizada, y mi corazón latía con fuerza en mi pecho. El miedo se apoderó de mis sentidos, y mi mente se nubló por un instante. La adrenalina corría por mis venas, y una sensación de vulnerabilidad me invadió.Cuando levanté la vista, mi atacante estaba sobre papá, sus manos envueltas en su cuello. La desesperación se apoderó de mí, y no tuve tiempo para pensar. Actué por instinto, con una mezcla de miedo y valentía. Salté del suelo y alcancé uno de los palos que estaban junto a la fogata.Con cada latido de mi corazón, sentía la tensión en el aire. La madera del palo era áspera bajo mis manos, y el peso en mis dedos añadía una sensación de urgencia. Con toda la fuerza que pude reunir, golpeé al hombre con el palo. Un crujido resonó en el aire cuando el golpe lo alcanzó, y cayó a
Octavia Esta vez, la transformación ocurrió más rápido y fue menos dolorosa. Las patas de Darcy golpeaban con fuerza el suelo, y los árboles se desdibujaban a medida que avanzábamos. En poco tiempo, nos encontramos con Sam, mamá y el agresor. La escena me dejó helada. Sam estaba delante de mamá, protegiéndola. Ambas estaban al borde de un barranco que terminaba a varios metros abajo en un río. Una caída desde esa altura era la muerte garantizada, y el hombre las tenía acorraladas. Darcy gruñó, y el tipo se dio la vuelta. —Vaya, vaya, mira lo que tenemos aquí. Una zorra blanca a la que me voy a follar hasta el cansancio —dijo con una sonrisa sádica. Dio un salto en mi dirección, comenzando su propia transformación. Sus patas golpearon el suelo y corrió hacia mí. "Corre," le grité a Sam. "¿Vi?" Al reconocerme, abrió los ojos como platos. "Lleva a mamá al auto y salgan de aquí ya," le grité. El lobo me golpeó, y gemí de dolor. Me levanté y salté con la intención de morderle el cue