Un anuncio

Dejar de pensar en aquello que me atormentaba, era casi imposible, más ahora con la imagen en mi celular, que por masoquista decidí mira por segunda vez, mientras me decidía por eliminarla o dejarla en mi galería.

No hace falta ser adivino o pedir explicaciones para saber que acababan de estar juntos de una manera muy íntima en la cama que alguna vez compartí con el señor. Por más qué me dé ánimos a mí misma, sucumbia ante la decepción y el dolor de ser traicionada por la persona menos esperada.

No podía seguir de este modo cada día de mi vida, no podía permitirle a la Sra. Chloe y al Sr. Hotchner que hagan lo que quieran con mi corazón, con mis sentimientos y con mi dignidad.

Si ellos decidieron joder todo conmigo para juntarse, bien adelante, que hagan lo que se les cruce por la cabeza, yo me mantendré lo más alejada posible. Una vez que Ethan haya firmado el divorcio, no volverán a saber nada de mí.

Decidida y con la frente en alto, eliminé las lágrimas en mis mejillas antes de caminar a mi guardarropa y debatirme entre varios vestidos para el banquete que organizó mi padre, no pasó mucho tiempo cuando Lulú tocó la puerta y después de unos segundos, dejó a la vista aquella mujer castaña de ojos cafés y la sonrisa más enorme y auténtica que he visto en  mi vida.

—No puede ser. ¡No puede ser!—Liah se dejó llevar por la emoción al verme y dejó caer unas bolsas de compras que traía en sus manos para correr a abrazarme con tanta fuerza, que por poco me deja sin aire.—Estás devuelta, no sabes lo te eché de menos, Aylita. ¡No lo puedo creer! ¡Mi mejor amiga ha vuelto!

Le correspondí a su efusivo abrazo, aunque hacía mi mayor esfuerzo por respirar. Tanto tiempo sin ver a mi mejor amiga, a mi verdadera mejor amiga, iba a ponerme sentimental pero me concentré en no perder el aire.

—Liah, yo también te eché de menos, pero como sigas abrazándome tan fuerte me vas a perder para siempre.—Dije con dificultad y al darse cuenta de la fuerza que estaba ejerciendo sobre mí, me soltó, pero no dejó de tomar mis manos sin borrar la sonrisa que le llegaba hasta los ojos.—Nunca debí irme, Liah.

—Oh, vamos no estamos para lamentos, lo hecho, hecho está, quisiste estar con el muchacho que conociste y que se volvió empresario más joven y codiciado de Nueva York, perfecto, ya estuviste con él, excelente,  se casaron, genial, ahora se van a divorciar, bien, te quitaste las ganas y ahora estás de regreso para seguir haciendo lo que te dé la gana, ¡Mucho mejor!.—Me contagió de su buen humor y toda la vibra positiva que la caracteriza, pero, esta vez no podía hacer lo que yo quería, no volví sola, volví muy bien acompañada.

—Eh... Me temo que no.—Dije con miedo a su reacción cuando se enteré que estoy embarazada, ni a la reacción de mi padre le tuve tanto miedo.

—No vengas con que te vas a echar a morir por un imbécil, no sé que te hizo, pero si estás aquí, me lo imagino.—Soltó con fastidio, mientras recogía las bolas  que había soltado cuando entró a la habitación, dejándolas sobre la cama.—Mira el mujeron que eres, eres la heredera de Rossi, una mujer que desborda clase y sensualidad, eres tan brillante, fuerte, suficiente, tienes una jodida sonrisa para todos y eres espectacularmente auténtica. Estás a la altura de lo que sea y no porque un idiota te haya herido, quiere decir que no vas a seguir con tu vida. Te equivocas,  eso eso exactamente lo que harás, seguirás con tu maravillosa vida y le vas a demostrar que se perdió lo mejor que pudo pasar por su miserable vida. Escogeré tu vestido, mi hermano asistirá al banquete y sé que estará feliz de verte.—Liah se perdió en el guardarropa con toda la confianza, como siempre lo ha hecho, y volvió con una pila de vestidos que dejó sobre la cama.

Al menos seguimos manteniendo la confianza de siempre, a pesar del tiempo que estuvimos sin vernos y sin comunicarnos.

Y como toda la vida, tenía que mencionar a su hermano, creí que con el tiempo se le borraría esa loca idea de la cabeza de ver a su hermano con su mejor amiga, pero veo que seguirá anhelando que sea su cuñada hasta el fin de los tiempos.

—Estoy embarazada.—Solté directo, sin tantos rodeos, y ella detuvo la búsqueda de mi vestido para está noche.

Su mirada denotaba sorpresa, sí, está muy sorprendida, tanto, que tuvo que sentarse en la  cama y abaanicarse rostro con la mano de una manera dramática, digno de una reina del drama.

—No puede ser, ¿Esa es la razón por la que estás aquí? ¿Él no lo quiso?.—Preguntó entre preocupada y enfadada, alternando su mirada entre mi rostro y mi barriga cubierta con la bata de baño.

Creo que si hubiese sido así, no sería tan trágico como la verdadera razón, pero él ni siquiera supo que estoy embarazada.

—Me fue infiel con mi amiga.—Le informé de la verdadera razón para que no sacará sus propias conclusiones y su rostro se desencajó por completo.

Me senté a su lado y le conté el trágico momento en el que descubrí a Ethan con Chloe justo cuando le iba a dar la noticia de que sería padre, también la puse al tanto de los tratos de su familia y algunos de sus amigos a los que no les terminé de caer bien. Liah no paraba de soltar maldiciones e insultos para la familia Hotchner, para los amigos y más aún para Chloe, quién al final dejó al descubierto su falsa amistad.

—¿Sabes? Com esto demuestras que eres más fuerte de lo que cualquiera puede imaginar, si yo estuviera en tu lugar, estaría muriéndome,¡No! Estuviera tomando venganza. Pero mírate, fresca como una lechuga y con toda la actitud,  esa es mi amiga. Con razón todavía, ese maldito no merece una mujer como tú y esa zorra, ja ¿Qué clase de amigas fuiste a conseguir? No tiene ni un poco de dignidad esa perra. El karma se encargará de ellos, tú solo siéntate y observa como pagarán con creces. Mira, este vestido te quedará perfecto, llamaré a mis estilistas para que hagan su magia.—Se levantó de la cama, dejando a un lado los vestidos descartados por ella misma e hizo una  llamada en su celular.—Linda, ven a la Villa Rossi, esta noche será muy especial.

El club estaba lleno de personas de alta sociedad, mi padre se había encargado de organizar el banquete exclusivo, dónde no podía entrar cualquiera y mucho menos los paparazzis que no desperdician la más mínima oportunidad para crear noticias de cualquier personaje importante, aunque aquello lo hizo más que nada para que los medios no indagaran hasta dar con el rostro de la heredera Rossi, mi padre lo prefirió así desde el día que quisieron secuestrarme para sacar un jugoso rescate, por suerte, yo era muy pequeña y no tenía ni un recuerdo de aquel trágico momento.

El vestido morado con diamantes en la falda de la colección de mi padre, resaltaba mi piel blanca y mi aún delgada cintura, la falda larga tenía una abertura que dejaba expuesta mi pierna derecha, definitivamente se veía muy sensual y discreto a la vez, mi cabello azabache lo dejé inmóvil sobre mi hombro dejando a  la vista el escote en mi espalda, los estilistas habían hecho un gran trabajo con el maquillaje sobrio, resaltando cada facción de mi rostro sin llegar a exagerar, me sentía muy cómoda y satisfecha con el resultado, pero no dejaba de estar nerviosa.

Hace muchos años no asistía a los eventos de la socielité y mucho menos organizada por Álvaro Rossi, había dejado todo esto de lado para estar con Ethan, quien, a pesar de asistir a banquetes similares y los grandes eventos de su empresa, sólo me llevó a uno y no me quedé más de veinte minutos, pues me  encontré con su hermana y madre, quienes esperaron que él se descuidara para atacarme por haber asistido a un evento que solo podían ir las personas acaudaladas e importantes, no una don nadie como yo.

La verdad, no me importaba los que decían de mí, hacía caso omiso a sus contrastantes ataques, sin embargo, abandoné el lugar cuando mencionaron que la imagen de Ethan se vería perjudicada por venir acompañado de la esposa pobre y de dudosos antecedentes familiares.

Estaba tan cegada por el amor, que prefería cuidar su imagen, impidiendo que lo vieran conmigo en eventos importantes.

Fuera recuerdos.

—Estás hermosa.—Dijo mi padre por enésima vez, su brazo estaba  enganchando con el mío, mientras me guiaba en el interior del enorme y lujoso salón del banquete del Club Palace Royal y juntos saludábamos a los invitados,  sin mencionar en ningún momento que somos padre e hija.

Le sonreí en respuesta y no tardé en encontrar a mi amiga enganchada del brazo de un hombre de casi metro noventa y ojos cafés,  los cuales recordaba aunque tuviera la piel bronceada, una barba de unos días muy bien arreglada y un cuerpo de atleta.

—¡Amiga! Estas hermosa. Sr. Rossi, espero que no le importe si me robo a su hija por  unos minutos, la devuelvo en un instante.—Mi padre le lanzó una mirada seria, pero ella no borró la sonrisa de su rostro, estaba más animada que cualquiera en este lugar.

—Srta. Morgan, veo que no deja de ser impertinente, aún así se la prestaré.—Me reí ante las palabras de mi padre, siempre le ha dicho impertinente a mi amiga y es que así es y siempre lo será.

—Gracias por su halago, Sr. Papá.—Dijo con una sonrisa de oreja a oreja, al parecer a ella le gusta que mi padre la llame de esa manera y si no, se había acostumbrado tanto, que sería muy extraño si no le llamará así. —Vaya tranquilo que Ayla está en buenas manos.

—Lo dudo.—Dijo mi padre solo para él, pero logré escucharlo.—Te estaré esperando en la mesa junto a tu madre, no demores, tengo un anuncio importante que hacer en unos minutos. Te quiero.—Me dejo un beso en la frente como lo hace desde que tengo uso de razón y se fue, no sin antes despedirse de mi amiga y su acompañante.

—Yo sé que tu padre es muy estricto, pero estoy segura que muy, pero muy en el fondo de su corazón, yo le agrado.—Dijo después de soltarse del brazo del castaño y engancharse al mío. Claro que le agradaba a mi padre, solo que no esta de acuerdo en lo liberal y safada que es Liah.—Ahora dejando de lado el tema del gruñón Rossi. Es momento de que saludes al hombre que debería estar casado contigo en este momento.—La fulminé disimuladamente con la mirada, al mismo tiempo que clavaba mis uñas en su brazo por el disparate que acaba de decir.—Auch, sin violencia.

—Liah, por el amor a Dios,deja de decir tantas locuras.—La voz grave, profunda y serena del hombre me hizo mirarlo, por un momento pensé que estaría de acuerdo con las locuras de Liah, me aliviaba saber que no soy la única cuerda.—Tanto tiempo sin verte, Ayla, mira como estás, toda una mujer.—Dijo el castaño al verme con un brillo en sus ojos cafés, mientras se acercaba a mí para envolverme en un abrazo en modo de saludo, cerré mis  ojos y esbocé una sonrisa por la cordialidad de sus brazos, lo había echado de menos.

—Mujer no, mujeron, es perfecta para ti.—Nos separamos al mismo tiempo al escuchar a  Liah decir aquel disparate. Ambos la fulminamos con la mirada y ella se encogió de hombros.—Me callaré por unos minutos, pero ni crean que me daré por vencida.

—Me da gusto verte después de tantos años, Gabriel, eres todo un fortachón, no estabas así la última vez que te vi.—Lo saludé amable, tratando de ignorar a mi amiga que no paraba de juntar sus dedos haciendo la forma de un corazón.

Me va a terminar sacando de mis casillas, ¿Cuándo va a entender que no me gusta y me gustará su hermano? O sea, si es un hombre atractivo, alto, con un rostro varonil, existoso y centrado, pero mis gustos eran otros, aunqueese gusto terminara siendo una tortura para mí.

—Nada que no pueda lograr ejercitándome. ¿Volviste para quedarte? Espero que sí, porque sí podemos trabajar juntos por mucho tiempo.—Cambio de tema de repente y no entendí muy bien a lo que se refería con trabajar juntos.

Sé bien que sus padres son socios de la empresa de mi padre, pero de ahí a trabajar juntos, no lo creo.

—Eh, sí, me quedaré, no pienso ir a ningún lado, ¿Por qué dices que...—Estaba por preguntarle sobre el tema del trabajo, pero mi padre llegó hasta el lugar para interrumpiendo cualquier cosa que estaba por salir de mi boca.

—Disculpen mi interrupción, pero ha sido suficiente, debo hacer un anuncio con Ayla.—Mi padre tomó mi mano y me hizo caminar, alejándome de los hermanos Morgan y de la charla con Gabriel.

—Qué impertinente, Sr. Rossi.—Mi padre lanzó una filosa mirada a Liah, quien parecía frustrada por la interrupción, aunque le daba gracias al cielo que mi padre me rescataba, sino terminaría comprometida con Gabriel gracias a su hermana.

—¿Qué  anuncio vas a dar? ¿Le vas a decir a todos los medios que soy tu hija?.—Mi padre me dedicó una sonrisa de medio lado, mientras caminaba entre las personas que charlaban animados unos con otros con copas de champagne en la mano.

—Algo mucho menor.—Un escalofrío recorrió mi espalda y fue imposible no sentirme nerviosa por la sonrisa que no se borraba del rostro de mi padre.

Vale, no iba a decir que era su hija, la heredera de Rossi, pero no quitaba el hecho de que me presentaría ante la alta sociedad, no sabía bajoq que motivo, solo espero que la idea que mi padre tenía en su cabeza no termine por afectar a la familia.

Respira, no pasa nada, no hay paparazzis, confiaré en mi padre.

Ambos nos subimos en el escenario, interrumpiendo la melodiosa pieza de piano en vivo, me quedé atrás de mi padre, oculta donde nadie pueda verme y comenzó con su discurso de la amistad, la familia y lo más importante son todos aquí, hasta que tocó el tema de su empresa desde que sus padres lo fundaron, hasta que él se hizo cargo junto a su esposa, ya me sabía el cuento de memoria, así que dejé de prestarle atención a lo que decía para concentrarme en el mareo que estaba teniendo en ese momento.

Bebé, aún no te conozco, pero no le hagas esto a mamá en este preciso momento, necesito estar entera.

Cuándo logré estabilizarme y disipar el mareo que por poco me hace caer, escucho las palabras de mi padre, que me dejaron estupefacta.

—Es por esto que me complace presentarles a la nueva vicepresidente de Rossi, Ayla Reid.—Mi cuerpo se quedó paralizado y tuve que repetir una y otra vez aquellas palabras para poder analizarlas.

¿Escuché bien? ¿Mi padre me está dejando la vicepresidencia a mí? Una supuesta desconocida ante el ojo público con un cargo de alta ejecutiva, en la empresa más prestigiosa en el mundo de la moda.

Vicepresidente, ¿Yo?

El sonido de los aplausos me hicieron reaccionar y me vi obligada a llegar al lado de mi padre para no hacerle un desplante.

Miré a las personas que nos miraban, algunos sorprendidos, otros confundidos y otros con expresión neutra, como si fuera un tema irrelevante y por último vi a los sonrientes hermanos Morgan junto a sus padres, la genuina sonrisa de Gabriel, me hizo caer en cuenta a lo que se refería con: trabajar juntos por mucho tiempo.

Me bastó con ver la emoción de mi madre para sentirme merecedora de tal cargo.

Por supuesto que puedo ser la vicepresidente, para eso estudié, para tomar las riendas de la empresa cuando él decidiera tomar un descanso de los negocios.

Me paré firme a su lado, mientras daba una breve presentación de mí y mencionaba que un puesto tan importante estaba esperando por alguien tan capaz como yo, por último admitió que me había tomado por sorpresa con el anuncio de último momento.

Tras presentarme y dar unas palabras de agradecimiento, bajamos del escenario y los invitados comenzaron a felicitarme como si me conocieran de toda la vida, les sonreía cordial a todos, hasta que por fin llegué con mi madre, quién me regaló un efusivo abrazo y me decía lo orgullosa que estaba de mí.

—De esposa dedicada, a vicepresidente de una  reconocida empresa, ¡Esa es mi amiga!.—Liah no se quedó atrás al felicitarme y de una manera muy ocurrente, digno de ella, mientras me abrazaba perdiendo toda su delicadeza.

—Felicidades, Aylita.—Gabriel me salvó de la brusquedad de Liah y me envolvió en sus cálidos y fuertes brazos por segunda vez, le correspondí sin borrar la sonrisa auténtica en mi rostro, mientras aspiraba su aroma varonil.—Entonces, ¿Volviste para quedarte? Porque haremos un gran equipo en Rossi.—Preguntó al romper nuestro abrazo, sin embargo, dejó su mano en mi cintura esperando mi respuesta con su vista clavada en mi rostro.

Pues mi mano delicadamente en su hombro, antes de responder.

—De eso no me cabe la menor duda, Gabriel. Y sí volví para quedarme, no pienso moverme del lugar que jamás debí dejar.—Respondí segura y más decidida que nunca.

Este es mi lugar y siempre lo será. Estas muy lejos de los Hotchner, lo suficiente como para no volver a saber de ellos nunca más en mi vida.

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