Alessandro FerraraSalgo de la habitación en busca de explicaciones, tomo mi teléfono y hago una llamada. Mientras Leo esté en ese estado yo soy quien debe vigilar este tipo de investigaciones y encargarlas por mi cuenta. La duda ya se ha metido en mi cabeza y cuando encuentro al médico, este trae una pequeña bolsa con pertenencias.—Señor, usted es el único familiar presente, el teléfono de la señora no deja de sonar y no sabemos qué hacer.Veo el número telefónico registrado con un nombre y aparentemente es de la escuela de su hijo.Contesto la llamada y me informan que es tarde y no ha pasado a recoger a su criatura. Les doy aviso de que ella ha tenido un accidente y se encuentra en el hospital. Al final no hay nadie que pueda recoger a su hijo y no entiendo para qué carajos ese niño tiene padre o familia si no sirven de nada cuando los necesita. —Necesito la dirección —me la dan aunque dicen que no estoy autorizado para recoger al niño, me importa poco su opinión, su madre est
Alessandro FerraraVamos camino a casa y creo que en cualquier momento me pondré a gritar de frustración. O cometeré un crimen, sin importarme que haya un niño de testigo.Lo que pensé que sería una buena relación, que me facilitaría las cosas entre Antonella y el niño, es todo lo contrario. Él le rehúye todo el tiempo, la mira con una expresión que me confirma que para nada confía en ella. Mientras que, por su parte, Antonella ni siquiera se esfuerza por intentar acercarse a él.La muy perra le importa poco lo que esté fuera de sus egoístas intereses. Y al parecer, tampoco tiene idea de lo que su actitud está provocando. Mi paciencia tiene un límite y desde que esta farsa de matrimonio comenzó, ya estaba al borde de ellos. Después de eso, no es que haya hecho mucho para mantenerse al menos. No, ella va a por más.Y le va a costar. En algún momento me voy a cansar, me voy a olvidar de la mierda que puedo sonsacarle y pegarle un tiro que la lleve al más allá. Donde merece estar.El niñ
Alessandro FerraraEl médico camina delante de mi esperando que lo siga, pero no puedo moverme. El niño sigue pegado a mi pierna y no me permite avanzar. Respiro profundo porque se supone que el adulto entre los dos soy yo y debo comportarme a pesar de la mierda que me ha caído encima todo el día, me agacho una vez más para quedar a su altura y hago con él lo que mi padre nunca hizo conmigo, brindarle consuelo.—A ver pequeño —me deshago de su abrazo tratando de no ser rudo, pero es que en mi vida he tenido que lidiar con niños y no sé que carajos debería decir.Él me devuelve la mirada con esos ojos que me hacen recordar tanto a su madre, como a la mía.—¿Puedo llamarte Anggelo? — intento ser prudente.—Así me llamo —se encoge de hombros y he de admitir que su respuesta meda un poco de risa.—¿Tú dices que soy un súper héroe verdad? —él asiente.—Tú me salvaste y solo los súper héroes hacen eso, pero tengo miedo, la bruja de nataly dijo que mamá iba a morir y yo no quiero que muera
Alessandro FerraraCaminar de la mano de este niño me demuestra una vez más que las cosas pudieron ser diferentes si Brooke hubiera apostado por nosotros.¡Joder! Yo arriesgué todo por ella y gracias a eso cargo con mis demonios, mientras que ella está tan campante con su familia. Mis errores me han pasado factura y yo he tenido que lidiar con las consecuencias de mis actos que fueron guiados por el amor, la rabia y la decepción.Entramos a una habitación donde podemos verla a través de un cristal y me sorprende cómo en pocas horas su estado es completamente diferente. No es la misma que yo dejé cuando fui por su hijo. Veo a la mujer que está allí acostada y paseo la mirada desde su posición hasta la del niño, quien mira su figura con tristeza, pero no derrama ni una sola lágrima, demostrándome que no es tan débil, que ella ha sabido criar a un niño valiente a pesar de todo. —¿Ahora qué debemos hacer? —miro al médico para fijarme en su cara, en la expresión al responder porque n
Alessandro FerraraTomo mi celular y llamo al comisario de la estación de la calle Webber, como era de esperar, me atiende apenas suena el primer tono. Mi corazón late rápido a causa de la adrenalina del momento, les llevo ventaja, han dejado de disparar porque estamos en una zona muy transitada y deben disimular, pero soy consciente de que el peligro no ha cesado. Estando solo, podría darles la cara, podría hacerles frente y aunque no pueda con todos, arrastraría a la mayoría conmigo, pero no puedo, si mi cerebro no llega a falsas y apresuradas conclusiones, este niño será pieza clave para mí venganza y para desquitarme de mis enemigos.—Señor —habla nervioso— ¿Qué necesita?En definitiva me siento poderoso al saber que la supuesta autoridad de este lugar está a mi Merced, me hace sentir así.—Tengo unas ratas traidoras detrás de mí, estoy pasando justo frente a la comisaría, intenta atraparlas para mí.—Como diga señor.Antes de quitarme el celular de la oreja puedo escuchar sus
Cosa Nostra (parte II) Alessandro FerraraVoy rumbo hacia el galpón en dónde me esperan dispuesto a todo para obtener respuestas. Sorteo las calles con mi gente detrás guardando mis espaldas, hasta que llegó a uno de los galpones que ha pertenecido a mi familia por generaciones. Cualquier criminal de poca monta tendría pánico de adentrarse aquí con todas las patrullas que hay apostadas en el lugar, pero yo no, porque ellos tienen un jefe, tienen alguien a quien responderle y ese soy yo. Cosa que para la ley, me hace intocable en esta ciudad. Veo al niño a mi lado y noto que se ha quedado profundamente dormido, decido dejarlo aquí porque al lugar que voy no es propio para un niño. Me bajo y todos los agentes de policía me saludan con respeto, ellos saben quién es realmente su jefe y me deben el respeto que no le tienen a muchos.Camino con paso decidido hacia mi encuentro con los malditos que le jugaron sucio a mi familia, en busca de respuestas. Entro al lugar que huele a hume
Alessandro Ferrara.Las palabras de este maldito me dejan aún más confundido, no sé qué quiere decirme, pero no pienso quedarme con la duda. Suelto una patada en su cara que lo hace escupir sangre, pero no se queja, ninguno que esté bien preparado debería hacerlo. Me agacho hasta su altura y lo jalo del cuero cabelludo para levantar su rostro, mientras en el mío extiendo una sonrisa. Podré estar confundido, incluso, ansioso con todo lo que él tiene para decirme, pero eso no se lo dejaré saber, así que no puedo perder el control.—A mi padre le dará tanto gusto saber que he conseguido a la rata traidora —me burlo de él.—Así como a mí me da gusto que seas tú el que me haya encontrado —me da una sonrisa manchada de sangre, que para cualquiera puede ser un poco tétrica.Me levanto porque este desgraciado no merece estar a mi altura, incluso cuando yo esté agachado, soy demasiado para él porque al contrario de lo que él ha demostrado, yo si conozco la lealtad.Me fijo en los otros dos
Alessandro FerraraEl cuerpo policial comienza a desplazarse ampliando el radar de búsqueda. A simple vista se nota que estos disparos han sido de un francotirador, pero eso nos hace cuestionarnos, en especial a mí, quién posee tanto poder y quién tiene tanto temor de que yo conozca la verdad que se ha atrevido a tanto. De todos mis enemigos puedo señalar si acaso a dos que podrían hacerlo, pero las palabras de Lucciano son las que no terminan de cerrar la historia. Tengo al niño tomado de mi mano, quien no dice nada, solo se limita a ver los cuerpos que mandé a cubrir con una lona para que él evitara ver esta escena. —¿Mi abuelo estará bien? —me pregunta después de un largo rato en silencio.Quisiera marcharme de aquí, irme para que él no tenga que ver todo esto, pero necesito aclarar puntos con el comisario antes de marcharme y él está poniendo en marcha toda una operación.Niego en respuesta a la pregunta del niño, espero las lágrimas, pero una vez más su actitud me sorprende.