—Nada, no planeo hacerle nada, aún— susurró el mayor como respuesta. Kennedy sabía, gracias a Vanessa que aquel chico fue el encargado de llevarse a Danna lejos de ese lugar, sabía que había sido influenciado por su madre y, por lo tanto, debían mantenerlo vigilado. De esta manera podrían encontrar algo que les ayudara en la investigación y cuidar un poco más de las chicas. Ninguno de ellos permitiría que se les acercara una vez más. En caso de que no encontraran nada que les sirviera, Kennedy se encargaría de él de la misma forma que su madre acostumbraba cuando no tenía más opción. Era ganar o ganar.
—Debo confesar que la mirada que tienes ahora, me causa escalofríos— intervino Marcelo observando al mayor mientras fruncía el ceño. —Me dijiste que solo vendríamos a saber qué era lo que suceder&i
—Discúlpeme, madre, no logro comprender muy bien ¿A qué se refiere con «indicada para ser mi esposa»? — la voz de Paolo había comenzado a entrecortarse. ¿Acaso se debía a que se encontraba un poco enfurecido? La idea de que su madre no se hubiera detenido en su propósito de hacer su vida miserable y usarlo nada más como un títere le revolvía el estómago.—Es exactamente lo que tú estás pensado. Paolo, necesitamos dejar atrás los rumores que surgieron después de tu ruptura con Alessia, necesitamos por el bien de la empresa que te acerques a esa tipa; aunque… será difícil que te acepte— susurró para sí lo último. —Pero no importa, estoy completamente convencida de que lo lograrás— guiñó un ojo y
—¿Te gustaría comer lo que preparé? ¡Me esforcé un montón para que quedara decente! Bueno… además del pequeño incidente con el humo, pero ¡Te aseguro que no sabe a quemado! — aclaró Danna bastante emocionada de que Vanessa comiera lo que ella había cocinado con tanto esmero. Aunque Vanessa estaba repleta por la cena con los Martini no podría decirle que no a su pequeña hermana.—Está bien, pero nada más un poco… Comí de más hoy y ya sabes, mi apetito no es muy grande— sonrió con serenidad mientras despeinaba enternecida el cabello de la menor, que, con ojitos de un cachorrito la observaba expectante.—¡Te prometo que no te decepcionaré! — exclamó corriendo a la cocina. L
—Bueno— susurró con un extraño tono de voz ¿Quizá estaba avergonzado? —¿Está diciendo que quiere que aparentemos ser pareja? — se atragantó un poco con su saliva. —No es que no me interese, pero recién nos conocemos es algo apresurado— confesó desatando un poco el nudo de su corbata.—¿Quizá bebió agua de sanitario? — exhaló con fuerza mientras golpeaba su frente. Cómo era posible que aquel heredero fuese tan poco prudente en ocasiones, y pensar que la acusaba a ella de imprudente. —Me refiero a que seamos un equipo para revelar los asquerosos secretos de Martini’s al ojo público. No le estoy pidiendo esto por alguna causa personal, no es cuestión de venganza, es cuestión de justicia— susurró Vanessa muy cerca de Paol
El silencio se apoderó del mayor, bien sabía que la joven no lo pensaría dos veces si tuviera que hacerlo. —Será mejor que vayamos— respondió tratando de deshacerse del cinturón de seguridad, pero sus movimientos eran demasiado torpes a causa de los nervios que le inundaban.—Siento que esta será una noche bastante larga— se quejó la menor ayudando a zafar el cinturón. Una pequeña sonrisita se había hecho presente en cada uno de los rostros, —vamos, no podemos perder tiempo— musitó Vanessa regresando a su posición original y acelerando el paso para ingresar al lugar en el que se haría esa «pequeña» ceremonia.Los jóvenes ya estaban dentro de aquel horrible sitio. Vanessa observaba cuidadosamente cada rin
Las primeras chicas fueron sorteadas hasta llegar a los mil quinientos euros, para Vanessa esa era una enorme ofensa ¡¿Desde cuándo debían ponerle precio a la vida de algún ser humano? La chica mantenía un semblante neutro, uno que camuflaba a la perfección el disgusto que esta situación le causaba. La joven recordó las órdenes que había recibido por parte de la señora Heather, así que se alejó del lugar en el que se encontraba Paolo y, aunque el chico no quisiera, lo dejó atrás. Ella debía recorrer el sitio y acercarse preferiblemente a los ganadores de aquellas subastas, lo hacía con el fin de sutilmente poner rastreadores en cada uno de ellos, de esa forma la mayoría de sus cuevas serían descubiertas. —La última dama de esta noche es Eleonor, cómo pueden apreciar es una de las más bellas de esta noche, tiene 20 años y está en busca de algún «Cálido hogar» que la acoja, iniciamos las ofertas desde mil euros ¿Quién se apunta? — anunció el subastador, incluso él daba asco. ¿
—Deja de temblar, ya pareces maraquero— bufó Vanessa en un tono de burla al mismo tiempo que disminuía la velocidad del auto para cruzar uno de esos reductores. Ella estaba intentando no reír gracias a la escena que Paolo le ofrecía; pues las piernas de Paolo se tocaban la una con la otra, sus manos estaban llenas de sudor el cual limpiaba casi de manera compulsiva y su torpeza al hablar era tan evidente que le indicaban a Vanessa que estaba completamente atemorizado de ver a su hermano. —¿Cómo te sentirías en mi lugar? — preguntó posando su mirada en la menor, la cual, sin despegar la mirada del camino, sonrió. —Tienes razón. Cuando vi a Marcelo, bueno, lo escuché por primera vez ¡Pensé que me había enloquecido! — exclamó dramáticamente. —Mas debía buscar qué era el responsable de esos extraños sonidos, La vieja bruja estaba en casa de Marcelo, se me hizo realmente extraño así que la seguí— suspiró —gracias a esa vieja pude ver cómo lo amenazaba y supe dónde estaba—
—Tendremos que comparar harina mañana ¿Cierto? — Cuestionó Kennedy tragando grueso. Dando unos pasos detrás de Marcelo. —Y limpiar el desastre que ocasionaron— añadió con un semblante serio. —¿Qué hace Marcelo allá? — arrugó su nariz —Si está allí ¡¿Quién me está tocando el hombro?! — preguntó Danna dando un enorme salto haciendo que los demás se percataran de la presencia de Paolo. Las miradas de este par de hermanos se encontraron con una enorme sonrisa. Marcelo después de unos segundos comenzó a correr en dirección de Paolo para darle un apretujado abrazo, pero Paolo, corría en la dirección opuesta escapando de su hermano para evitar arruinar su traje y quedar lleno de harina, los presentes veían divertidos la escena. —¡Ven aquí! ¿Acaso no extrañaste a tu hermano? — preguntó Marcelo con una traviesa sonrisa mientras se aproximaba a alcanzar a Paolo. Luego de unos pocos minutos, Paolo terminó enredándose con la alfombra de la sala, haciendo que ambo
—¿Por qué razón vienen a esta hora? ¿Me van a secuestrar acaso? — preguntó ella bostezando. Los gemelos sonriendo de manera pícara asintieron al mismo tiempo —me rehúso— respondió la chica cerrando la puerta en la cara de ellos. —¡Tenemos una sorpresa! — exclamó Marcelo en un último intento de lograr llamar la atención de la menor, la cual estaba ansiosa por continuar su sueño. Sin embargo, cuando escuchó la palabra: «sorpresa», decidió darles un chance más para convencerla postergando un poco su sueño reparador. Claro estaba que no dejaría pasar la oportunidad para obtener algún tipo de beneficio. —Si lo recuerda, señor Martini, mañana debemos trabajar. No me puedo dar el lujo de llegar desvelada al trabajo, a no ser que usted y la señora Bianca quieran verme dormir toda la jornada— intervino la menor con una sonrisa recostada al otro lado de la puerta. —No se preocupe por eso, señorita Rossi. Podrá tomarse el día libre si nos acompaña a mi hermano y a mí a