Hasta que la muerte nos separé
Hasta que la muerte nos separé
Por: Jeanne H.A
Prefacio

Daied:

Camino hacia la oficina de Morte. No tengo ni idea de porque me mandó llamar.

Llamo a la puerta, y Morte me autoriza a entrar.

- ¿Deseaba verme? –pregunto haciendo una reverencia.

- Sí, pero pasa y siéntate –dice en tono amable.

Obedezco y me siento en un sofá hecho de piedra.

- ¿Qué ocurre? –pregunto intrigado, que será lo importante que tiene que decirme.

- Te mande llamar por la siguiente razón, es la hora –dice y siento que el mundo se viene encima–. Tranquilo Daied, que no te he dicho que me llevaré tu alma al infierno.

- Lo sé pero, ¿es en serio? ¿Es mi turno? –pregunto con la esperanza de que sea una equivocación.

- Sí Daied, sabes que ella nunca se equivoca –dice enlazando sus manos. Su apariencia es diferente de la de hace cien años.

- Pero... –digo con dificultad; mi frase es interrumpida por Morte.

- Daied, no todas las personas son como ellos. Ella siempre escoge a los compañeros perfectos. La chica destinada para ti, es perfecta; sólo dale una oportunidad.

- Bien –digo dubitativo. ¿En verdad puedo confiar en que ella será diferente?–. ¿Qué ocurre con mi trabajo? No quiero desatender mis obligaciones.

- Isobell y Arpegius se harán cargo. Ahora ve y descansa; te vas mañana –dice con una cálida sonrisa. Asiento y salgo sin decir nada más, después de todo, ¿qué puedo decir?

Camino hacia mi habitación. ¿En verdad puedo confiar en los humanos? Entro a mi cuarto y me encuentro a Vapula sentado en el sillón.

- Hola muchacho –dice volteando a verme.

- Hola Vapula –digo sentándome a su lado. Dejo escapar un suspiro.

- ¿Qué te ocurre muchacho? Parece que te hubiesen llevado al infierno y de regreso.

- Es... mi turno –digo con un nudo en la garganta–, es hora de conocer a mi compañera.

- Por tu tono, no estás muy emocionado.

- La verdad es que no. Vapula, ¿tú sabes cómo son los humanos ahora?

- Interesantes –dice viendo hacia la ventana.

- ¿Interesantes? –pregunto sorprendido y por demás intrigado.

- Los humanos de ahora, son muy diferentes a los de tu tiempo. Ahora son más curiosos, a muchos les gustan las cosas místicas; a otros, las cosas desconocidas. Me agradan los humanos de ahora, no todos, claro; pero la mayoría lo hace.

- ¿Crees que... ella será diferente?

- Tal vez sí, tal vez no, aún hay humanos que creen que somos una aberración y desean destruirnos. Pero otros, son más abiertos de mente; son capaces de aceptar otras realidades y verdades. Ella podría ser lo que tú necesitas.

- Morte dijo lo mismo –digo pensando en cómo será ella.

- Por algo ha de ser –dice poniéndose de pie–. Te dejo para que te prepares.

- Gracias, creo –digo un poco más tranquilo.

- Por cierto –dice deteniéndose en la puerta–, es hora de que superes ese miedo –dice y sale, sin añadir nada. Me pongo de pie y me acuesto en mi cama.

¿Será tan malo conocerla?, ¿será acaso que estoy prejuzgándola? Hacia siglos no estaba en el mundo mundano, ¿sería acaso qué todo había cambiado?

Morte me había indicado la ubicación de mi compañera, debía pasar como un estudiante de colegio, tendría un pequeño departamento cerca del colegio para que pudiera ir y venir sin ningún problema. Jamás había usado un uniforme, así que al inicio todo me parecía raro. Cuando fue momento de llevar todo a la práctica, es decir, el momento en que tuve que integrarme al colegio, me había topado con algunas personas que gustaban de aprovecharse de los más indefensos, que no pensaban igual o se veían diferente, es así que había decidido mantenerme en silencio, evitando a toda costa llamar la atención del resto de mis compañeros de aula. Morte me había reducido las horas de trabajo a la mitad para que pudiera estar con mi compañera, cosa que no había hecho, sólo me había limitado a observarla, a simple vista no parecía una mala persona, pero había conocido gente que justo me había dado esa impresión y habían resultado ser los seres más crueles sobre la faz de la tierra, y claro, del otro mundo.

Durante 2 años había estado a la sombra, esperando encontrar algo que me hiciera plantearme negarme a la petición de Morte de reclamar a mi compañera, sin embargo, con cada día que pasaba, me daba cuenta que ella no sólo era buena a los ojos de todos, era buena en el fondo de su alma, era algo atrayente, escuchaba hablar a los demás de lo amigable que era, de que no tenía prejuicios con nadie y que solía ayudar cuando se necesitaba.

Durante ese tiempo la había visto tener una breve interacción romántica con Marcus, un brabucón en toda la extensión de la palabra, aunque creía que no se comparaba con mis hermanos o padres, pero había preferido mantenerme alejado de él lo más que me fuera posible, y no tanto por temor a lo que pudiera hacerme, si no a lo que pudiera ocasionar en mi psique, y en consecuencia, a mis habilidades, sería desastroso poder revelar la gran fuerza que poseo o que todo dentro de mi explotara sin razón y destruyera media escuela, a mí no me había pasado, pero había conocido a otros a los que sí, y eso había costado la vida de algunos recolectores, en su mayoría jóvenes y que no sabían usar bien sus habilidades para defenderse. Pensar en eso me aterraba, todos aquí eran humanos, estaba seguro que nadie lograría salvarse si algo así pasaba, por eso debía mantenerme al margen.

Pero el último año sabía que no sería así, no tenía más tiempo y debía acercarme a ella, ¿cómo lo haría? No tenía ni idea, lo único que se me ocurría era meter la idea a algún profesor para que formáramos equipo, sin embargo, el destino quería ayudarme un poco y no hubo necesidad de eso, ya que una de las profesoras decidió reubicarnos, logrando que todo se pusiera en marcha, lo que no sabía es si todo esto era para bien, o para mal, la verdad es que no sabría decir si lo quería, había muchas dudas en mi cabeza, ¿ella sería capaz de soportar lo que soy? Esa, sin duda, era la mayor incógnita que tenía.

Capítulos gratis disponibles en la App >
capítulo anteriorcapítulo siguiente

Capítulos relacionados

Último capítulo