Daied:
Camino hacia la oficina de Morte. No tengo ni idea de porque me mandó llamar.
Llamo a la puerta, y Morte me autoriza a entrar.
- ¿Deseaba verme? –pregunto haciendo una reverencia.
- Sí, pero pasa y siéntate –dice en tono amable.
Obedezco y me siento en un sofá hecho de piedra.
- ¿Qué ocurre? –pregunto intrigado, que será lo importante que tiene que decirme.
- Te mande llamar por la siguiente razón, es la hora –dice y siento que el mundo se viene encima–. Tranquilo Daied, que no te he dicho que me llevaré tu alma al infierno.
- Lo sé pero, ¿es en serio? ¿Es mi turno? –pregunto con la esperanza de que sea una equivocación.
- Sí Daied, sabes que ella nunca se equivoca –dice enlazando sus manos. Su apariencia es diferente de la de hace cien años.
- Pero... –digo con dificultad; mi frase es interrumpida por Morte.
- Daied, no todas las personas son como ellos. Ella siempre escoge a los compañeros perfectos. La chica destinada para ti, es perfecta; sólo dale una oportunidad.
- Bien –digo dubitativo. ¿En verdad puedo confiar en que ella será diferente?–. ¿Qué ocurre con mi trabajo? No quiero desatender mis obligaciones.
- Isobell y Arpegius se harán cargo. Ahora ve y descansa; te vas mañana –dice con una cálida sonrisa. Asiento y salgo sin decir nada más, después de todo, ¿qué puedo decir?
Camino hacia mi habitación. ¿En verdad puedo confiar en los humanos? Entro a mi cuarto y me encuentro a Vapula sentado en el sillón.
- Hola muchacho –dice volteando a verme.
- Hola Vapula –digo sentándome a su lado. Dejo escapar un suspiro.
- ¿Qué te ocurre muchacho? Parece que te hubiesen llevado al infierno y de regreso.
- Es... mi turno –digo con un nudo en la garganta–, es hora de conocer a mi compañera.
- Por tu tono, no estás muy emocionado.
- La verdad es que no. Vapula, ¿tú sabes cómo son los humanos ahora?
- Interesantes –dice viendo hacia la ventana.
- ¿Interesantes? –pregunto sorprendido y por demás intrigado.
- Los humanos de ahora, son muy diferentes a los de tu tiempo. Ahora son más curiosos, a muchos les gustan las cosas místicas; a otros, las cosas desconocidas. Me agradan los humanos de ahora, no todos, claro; pero la mayoría lo hace.
- ¿Crees que... ella será diferente?
- Tal vez sí, tal vez no, aún hay humanos que creen que somos una aberración y desean destruirnos. Pero otros, son más abiertos de mente; son capaces de aceptar otras realidades y verdades. Ella podría ser lo que tú necesitas.
- Morte dijo lo mismo –digo pensando en cómo será ella.
- Por algo ha de ser –dice poniéndose de pie–. Te dejo para que te prepares.
- Gracias, creo –digo un poco más tranquilo.
- Por cierto –dice deteniéndose en la puerta–, es hora de que superes ese miedo –dice y sale, sin añadir nada. Me pongo de pie y me acuesto en mi cama.
¿Será tan malo conocerla?, ¿será acaso que estoy prejuzgándola? Hacia siglos no estaba en el mundo mundano, ¿sería acaso qué todo había cambiado?
Morte me había indicado la ubicación de mi compañera, debía pasar como un estudiante de colegio, tendría un pequeño departamento cerca del colegio para que pudiera ir y venir sin ningún problema. Jamás había usado un uniforme, así que al inicio todo me parecía raro. Cuando fue momento de llevar todo a la práctica, es decir, el momento en que tuve que integrarme al colegio, me había topado con algunas personas que gustaban de aprovecharse de los más indefensos, que no pensaban igual o se veían diferente, es así que había decidido mantenerme en silencio, evitando a toda costa llamar la atención del resto de mis compañeros de aula. Morte me había reducido las horas de trabajo a la mitad para que pudiera estar con mi compañera, cosa que no había hecho, sólo me había limitado a observarla, a simple vista no parecía una mala persona, pero había conocido gente que justo me había dado esa impresión y habían resultado ser los seres más crueles sobre la faz de la tierra, y claro, del otro mundo.
Durante 2 años había estado a la sombra, esperando encontrar algo que me hiciera plantearme negarme a la petición de Morte de reclamar a mi compañera, sin embargo, con cada día que pasaba, me daba cuenta que ella no sólo era buena a los ojos de todos, era buena en el fondo de su alma, era algo atrayente, escuchaba hablar a los demás de lo amigable que era, de que no tenía prejuicios con nadie y que solía ayudar cuando se necesitaba.
Durante ese tiempo la había visto tener una breve interacción romántica con Marcus, un brabucón en toda la extensión de la palabra, aunque creía que no se comparaba con mis hermanos o padres, pero había preferido mantenerme alejado de él lo más que me fuera posible, y no tanto por temor a lo que pudiera hacerme, si no a lo que pudiera ocasionar en mi psique, y en consecuencia, a mis habilidades, sería desastroso poder revelar la gran fuerza que poseo o que todo dentro de mi explotara sin razón y destruyera media escuela, a mí no me había pasado, pero había conocido a otros a los que sí, y eso había costado la vida de algunos recolectores, en su mayoría jóvenes y que no sabían usar bien sus habilidades para defenderse. Pensar en eso me aterraba, todos aquí eran humanos, estaba seguro que nadie lograría salvarse si algo así pasaba, por eso debía mantenerme al margen.
Pero el último año sabía que no sería así, no tenía más tiempo y debía acercarme a ella, ¿cómo lo haría? No tenía ni idea, lo único que se me ocurría era meter la idea a algún profesor para que formáramos equipo, sin embargo, el destino quería ayudarme un poco y no hubo necesidad de eso, ya que una de las profesoras decidió reubicarnos, logrando que todo se pusiera en marcha, lo que no sabía es si todo esto era para bien, o para mal, la verdad es que no sabría decir si lo quería, había muchas dudas en mi cabeza, ¿ella sería capaz de soportar lo que soy? Esa, sin duda, era la mayor incógnita que tenía.
Kareelle:Comenzaba el sexto semestre de instituto y como era la costumbre, cada año los grupos se reacomodaban.Este semestre también estaría junto a Scarlett y Viola, mis dos mejores amigas de la infancia. Al entrar al aula, algo o más bien alguien, llamo mi atención; un chico caucásico, de cabello castaño claro, alto y flaco, más bien complexión normal y unos hermosos ojos grises; es bastante apuesto; pero no es su físico lo que me llama la atención, sino el hecho de que está sentado al final del salón y... está solo. Todos los chicos parecen conocerse, pero parece que él es un desconocido, cosa extraña, porque al menos uno de los chicos debería conocerlo.Siempre he sido muy curiosa, sin contar que siempre me ha gustado llevarme bien con todos y este año no sería la excepción. Comienzo a c
Kareelle: Después del almuerzo, nos toca clase de deportes con Belle; después biología con Jim, en seguida literatura con Alexander y por último, química con el profesor Reginald. El día transcurre normal; cuando podía, platicaba con Daied. Cuando las clases terminan, me despido de mis amigas y me voy con Daied a la biblioteca. Después de un buen rato de estar explicándome, Daied me pone a realizar los dos primeros ejercicios. Es sorprendente como los respondo sin problemas, él sí que es bueno explicando; aunque claro, en lo que yo resuelvo uno, el resuelve cuatro. Para los ejercicios tres y cuatro, vuelve a explicarme; después de la explicación, comienzo a resolverlos. La forma en que me explica, lo hace ver todo tan fácil. Intento resolver el quinto por mí misma, pero me equivoco en una variante x, así que Daied comienza a explicarme como puedo resolver los ejercicios cinco, seis y siete. Como ya es tarde,
Kareelle:Dos meses se pasaron volando y llego la temporada de exámenes; yo estudie mucho, sobre todo cálculo.La noche previa a los exámenes de cálculo y biología, yo estaba estudiando; cuando Scarlett me llamo y me invito al cine.- Lo siento, pero estoy estudiando –digo colocando el auricular entre mi oído y hombro.- Anda, te servirá distraerte –dice ella convenciéndome, o intentándolo.- En serio no puedo, te agradezco mucho la invitación, pero no puedo –digo anotando algunas formulas de mi libro- Anda, no te puedes perder esta película, dice Mandy que está muy buena, se llama: Hasta que la muerte nos separé. Trata de una chica que al salir de su trabajo un día, nota al otro lado de la acera a un chico muy apuesto; intercambian miradas coquetas, pero sólo eso. Después llega
Kareelle:Estoy atenta a los lados de la calle en espera de verlo; al volverme a la izquierda, mi corazón se detiene con la imagen, ahí está él, usando unos jeans negros deslavados estilo pitillo, unas botas negras estilo militar, una camisa blanca con las mangas dobladas y con los dos primeros botones desabrochados y sin fajar; en las manos trae una cazadora de cuero negra y su cabello esta alborotado; se ve tan guapo, parece que lo hubiesen esculpido los ángeles, o bueno, también pudieron sacarlo de una revista de moda. Me alegro de la ropa que he escogido, así no desentonare con él.- Hola Kareelle, ¿llevas mucho tiempo esperando? –sonríe y eso logra darme un pequeño infarto al corazón.- No, recién llegue, te ves muy bien –digo, y espero no estar babeando.- Lo mismo digo, te ves muy guapa –dice, lo que provoca que me
Kareelle:Tomo mi bolso y salimos; durante un buen rato, Daied no dice nada, y yo no hago el esfuerzo por romper el silencio. A punto de llegar a mi casa, Daied habla.- Siento mucho lo del restaurante –dice en tono preocupado- No te preocupes, la verdad es que no entendí nada de lo que dijiste –digo con sinceridad.- ¿En verdad? –pregunta, la esperanza filtrada en su suave voz.- Sí, lo siento –digo apenada.- Esta bien, es mejor que no supieras lo que quise decir –dice con alivio. Estoy más confundida que al principio, pero si no saber es la clave para que Daied esté tranquilo, entonces no continuare con el tema.Sin darme cuenta, hemos llegado a mi casa.- Muchas gracias por todo –digo con una pequeña sonrisa.- Gracias a ti –dice con una sonrisa. Saco mis llaves y me pongo a jugar con ellas, no q
Kareelle:Me despierto sobresaltada, acabo de tener una pesadilla, en ella, veo como Daied se desvanece con lentitud. Observo el reloj en mi mesita de noche, el cual marca las cinco cuarenta, me acuesto, incapaz de dormir. Después de diez minutos, me levanto y me dirijo a la regadera para un baño rápido.Ahora más que nunca, necesito estar tranquila, ya han pasado dos meses, y estamos en exámenes y trabajos finales.Al salir me siento en mi escritorio y comienzo a escribir; el escrito es una carta para Daied. Lágrimas comienzan a brotar, con el dorso de la mano comienzo a retirarlas. Cuando termino, bajo y desayuno con mis padres.- ¿Tan pronto se marcharán? –pregunto en tono triste, hacía una semana que habían vuelto de Leeds.- Sí, es una venta importante –dice mi madre con una sonrisa conciliadora.- Entiendo, ¿a qu&ea
Kareelle: Abro los ojos nada más sonar la alarma, esta noche no he tenido pesadillas. Me levanto y corro a la regadera; me baño y cambio con rapidez. Estoy cepillando mi cabello, cuando noto el sonido de algo al caer contra mi ventana, me acerco y levanto la cortina, observo que está lloviendo, de una forma muy leve. Tomo una chamarra y me la coloco por encima del uniforme, bajo y desayuno con mis padres. - Me alegra que me dejen en el instituto –digo antes de morder mi tostada con mermelada. - Lo hubiésemos hecho aunque no nos tuviéramos que ir –dice mi padre tomando un sorbo de su café. - Gracias –digo con una pequeña sonrisa. Al terminar de desayunar, ayudo a mis padres a subir las maletas. A los diez minutos estoy frente al Truro. - Ten cuidado al volver a casa –dice mi padre con preocupación. - Claro, que tengan un buen viaje –digo con una sonrisa, que espero que los tranquilice.
Kareelle:Un suave agarre en el hombro me despierta, bizqueo hasta que puedo ver quién es la sombra negra.- ¿Daied? –pregunto al notar su indiscutible porte.- Siento despertarte pero, dirás que es una niñada pero... le temo a los truenos... sé que es mucho pedir pero... ¿podría dormir contigo? –dice, su voz me revela que no miente, no puedo imaginar que él le tenga miedo a algo, pero el hecho de que lo haga, provoca más que risa, ternura.- Claro, después de todo, tú me ayudaste con la rata –digo moviéndome a un lado para que pueda acostarse.- No diría que te ayude –susurra mientras se mete bajo mis sabanas–, sólo te avise cuando la rata se fue.- Eso fue bueno, si hubiese estado sola, habría hecho el tonto –digo bajo, algo apenada.- No creo, buenas noches – di