Capítulo 80. Un desprendimiento necesario.

Samantha se preparaba para ir a la cama cuando Robert llegó a la mansión. Podía escuchar sus pasos pesados subir las escaleras mientras gritaba algo, quizás, instrucciones para Morrigan.

Era evidente que estaba furioso. La casa entera temblaba con sus movimientos. Él abrió la puerta de golpe sobresaltándola, luego la cerró con un portazo.

Ella lo miró impactada mientras Robert se dirigía a un largo diván y se tumbaba sobre él con postura cansada, dejando su mirada iracunda clavada en el techo.

—¿Qué sucedió? —quiso saber ella, preocupada, y se acercó sentándose a su lado.

Robert la cubrió con un brazo y la recostó en su pecho.

—Comienzo a hartarme de todo.

—No lo hagas aún, falta camino por recorrer.

Él respiró hondo, cerró los ojos y se apretó el puente de la nariz.

—Es posible que vaya a prisión, pero no será por mucho tiempo.

Samantha se levantó para observarlo a la cara.

—¿Por qué? —quiso saber, aterrada.

Sin Robert, ella quedaría como un barco sin timón en medio de un mar agitado
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