La llevó a la mansión y la dejó en la cama. Mientras Samantha dormía, Robert bajó a su despacho para comunicarse de nuevo con los policías amigos.Los oficiales lograron detener a los tripulantes de la camioneta que colisionó contra el auto de los guardaespaldas, quienes por suerte, ninguno resultó con heridas mayores.Ahora interrogaban a los delincuentes y él necesitaba saber sobre esa pesquisa.—¿Qué has averiguado?El León apretó el ceño cuando vio aparecer a Samantha en su oficina.—¿Qué haces levantada?—Ya me siento bien. Llevo horas durmiendo.—Deberías estar en cama por el resto del día.—No puedo, eso me pone más nerviosa —dijo aproximándose a él y enredando una de sus manos en sus cabellos.A Robert le encantó tanto esa caricia que cerró los ojos y gimió de gusto. La sostuvo por la cintura y la atrajo hacia él para sentarla en su regazo.La tomó por la barbilla y giró su cara para atrapar sus labios con un beso suave y explorador, que tardó tanto que terminó arrancándole a
Ambos debieron presentarse en la comisaría para rendir declaraciones. Sin eso era posible que los oficiales tuvieran motivos suficientes para retener a los delincuentes y así sacarles la información necesaria.—¿Qué hace Johan aquí? —preguntó Samantha al ver con el ceño fruncido al hombre que se paseaba por el lugar. Conversaba con algunos oficiales como si fuesen grandes amigos.—Estoy seguro que Edmund lo envió para enterarse lo que sucedía —respondió Robert mientras fulminaba al sujeto con su mirada tosca.Tomó a Samantha de la mano y la alejó todo lo que pudo de él, esperando a uno de los oficiales a cargo que resultó ser uno de sus aliados.—Lennox, tengo algo interesante para ti —informó un detective alto, robusto y bigotón, que salió de una de las habitaciones.—¿Hallaste información que me sirva? —quiso saber él.El sujeto asintió observándolo de manera cómplice, como si le dijera con la mirada que había obtenido datos de gran importancia de los delincuentes.—Pasemos a mi ofi
Esa noche Samantha fue al bar custodiada por un buen grupo de guardaespaldas. Robert no la acompañó por asumir las reuniones que no pudo atender en el día al ocuparse de la salud de su esposa y de las exigencias de la policía.Su amiga Jenny la abordó cuando ella entró en la oficina.—¡Amiga! ¡Qué locura se ha desatado en la prensa con Robert, sus negocios y el bar! Aunque nadie dice nada del atentado de anoche —reveló la mujer llevando consigo tres ejemplares de periódicos que le facilitó a Samantha.Ella, por dormir y estar en la policía no había podido revisar la prensa.—Robert se encargó de que la noticia no se difundiera, para no opacar lo sucedido en el bar y no beneficiar a nuestros enemigos.—En ese sentido, fue una buena idea. Quien los atacó lo que busca es evitar que tengan algún éxito. No pueden permitir que les ganen.Samantha iba a realizar un comentario, pero McGraw entró algo agitado a la oficina.—Corazón, te tengo noticias —dijo con la respiración agitada. Samantha
La jornada en el bar resultó perfecta a pesar de los nervios y las ansiedades de muchos. Samantha logró manejar la situación permitiendo que el influencer estuviese en la zona de McGraw, pero siendo atendido por Deborah.Ambos disfrutaron pavoneándose frente al hombre y hasta saliendo en sus videos en vivo, donde los entrevistaban.Ella también formó parte del espectáculo, siendo entrevistada en una ocasión, aunque dejó el espacio libre para los empleados, quienes estaban maravillados con la novedad.Gracias a esa buena acción antes de regresar a casa con los guardaespaldas se cruzó en el bar con Deborah.—Gracias —le dijo la mujer sin verla y sin detenerse, había pasado por su lado lanzando aquella palabra al aire sabiendo que Samantha la atraparía.Ella sí se detuvo y hasta se giró con rostro confundido para mirar a la rubia, sin poder entender al inicio lo que había sucedido, pero Deborah siguió de largo hasta la cocina y salió por esa área para marcharse y así no volver a cruzarse
Luego de la conversación con Court, Samantha quedó algo inquieta. No quería convencerse de que Robert sentía algo por ella, al menos, un interés genuino.Él era un hombre de palabra y responsable, y ella tenía en su vientre a su hijo. Estaba segura que todas sus acciones eran solo para defender a ese niño, o niña. Esa era su prioridad.Intentó no reflexionar más en ese asunto mientras revisaba los libros de contabilidad del bar, pero le resultaba imposible. No existía nada en el mundo que no la llevara a pensar en Robert, sobre todo, en su mirada voraz. Que podía ser gélida o cálida dependiendo de la situación, siendo capaz de afectarla en ambos casos.Su estado empeoró cuando de pronto la puerta de su habitación se abrió y el imponente León entró acaparando su atención.Todo el organismo de Samantha vibró con su presencia, sus fosas nasales se impregnaron con su aroma y sus ojos quedaron prisioneros de su mirada avasallante.—¿Qué haces aquí? —logró preguntar, con las emociones tembl
Al día siguiente, Robert salió muy temprano de casa. Esa mañana la obra iniciaría y él debía estar presente para supervisarlo todo.Samantha se levantó a media mañana dispuesta a culminar la revisión de los libros contables, pero antes dio un recorrido por la mansión pidiendo a los empleados que corrieran las cortinas y abrieran las ventanas para que el aire marino entrara.—El señor prefería la casa cerrada, por eso nos acostumbramos a tenerla siempre así —reveló Morrigan mientras la acompañaba.—Esta mansión en preciosa y está ubicada en un lugar fascinante. Necesita luz y frescura. No quiero que siga tan cerrada.—El señor pidió que la obedeciéramos en todo, señora. Así que confíe en que de ahora en adelante actuaremos de esa manera.Ella sonrió, complacida. Era momento de dar cambios en ese hogar, para dejar salir las malas vibras y permitir que las buenas sensaciones entraran.Continuó su recorrido saludando a todos, preguntando por la salud de algunos o los hijos de otros, por l
Samantha estaba en la oficina del bar con McGraw. Revisaban las fotografías que ella había encontrado en la mansión. El hombre lloraba mientras repasaba cada imagen recordando bellos momentos y contándole anécdotas hasta que Jenny entró apresurada.—¿Qué pasa? —quiso saber Samantha al verla agitada.—El Chino está afuera y pregunta por ti.La mujer se inquietó.—¿Quién es el Chino? —quiso saber McGraw secándose las lágrimas.—Un delincuente del barrio donde vivo —reveló Jenny, alarmándolo.—¡Tenemos que avisarles a los guardaespaldas! ¡Y a Lennox!—¡No! —enfatizó Samantha poniéndose de pie—. No le avisarán a nadie. Iré a hablar con él.—Pero mujer, ¿te volviste loca? ¡Es un delincuente! —aclaró el hombre con preocupación.—Sé muy bien quién es ese sujeto, pero necesito hablar con él. Tiene información que me importa.McGraw y Jenny compartieron una mirada cargada de angustia antes de seguirla. Entendían la urgencia que ella tenía por comunicarse con ese criminal, para así tener notici
Esa noche Robert fue a buscarla al bar. Se enfadó al enterarse que uno de los delincuentes más conflictivos de Seattle había estado en el negocio reunido con su esposa.Samantha terminaba de guardar unos documentos que iba a llevarse a casa en su maletín cuando él entró en la oficina.—¡¿Por qué demonios no me avisaste que había venido el Chino?! —reclamó el hombre como saludo.Ella respiró hondo antes de enfrentarlo.—Fue una visita sorpresiva. Yo no lo esperaba.—¡Debiste avisarme antes de sentarte a hablar con él! ¡O al menos, decirles a los guardaespaldas para que lo sacaran a patadas de aquí!—¡Necesitaba hablar con ese hombre! —alegó furiosa y lo miró con fijeza dejándole en claro que su postura enfadada no la intimidaba.A Robert le irritó aún más su reacción, pero no quiso continuar la discusión en ese lugar.Fletcher se encontraba en la oficina vecina culminando su trabajo. La mujer se esforzaba por ignorarlos aunque era evidente que los escuchaba.—Te espero en el auto —masc