Dixon Salieron del lugar, el aire de la madrugada era muy frío. Dixon le puso su chaqueta encima de sus hombros desnudos. Ella la recibió con agrado. Subieron a su coche. El trayecto no era muy largo, pero el peso del silencio era molesto. Chantal no le observaba, estaba perdida en sus pensamientos mirando por la ventanilla. Se aferraba a su chaqueta que le quedaba enorme y se hundía en ella como si fuera su refugio. Él no le podía prestar toda la atención que hubiese querido, estaba conduciendo. Parqueó su auto enfrente del edificio. Dispuso a hablar, pero la rizada se le adelantó.—Gracias por todo, Dixon —desabrochó su cinturón de seguridad y se quitaba la chaqueta de encima—. Me salvaste, otra vez sonrió tímidamente.Se giró extendiendo sus manos para devolverle la prenda. No sé como podría agradecerte.—Yo sí —la miró a los ojos mientras una sonrisa socarrona se le asomaba.Quitó la chaqueta de las manos de ella. La tomó por los antebrazos y la acercó a él.Sus miradas chocaron,
ChantalEstaba tumbada sobre su cama, boca arriba. Su cuerpo se hundía en aquel suave colchón en un proceso lento e interminable, como si este se la estuviera tragando. Había arrojado los tacones rojos al otro lado de la habitación. La luz tenue de la calle que se escurría a través de la ventana le daba un toque penumbroso y solitario. Miraba al techo, se veía sólido, firme, como si le pudiera caer arriba en cualquier momento, aplastándola y llevándose todo eso que estaba sintiendo. Mas, eran solo los tormentos de todo lo sucedido esa noche lo que estaba haciendo tanta presión sobre ella."Por una noche llena de sorpresas", recordó las palabras de Sam ante aquel brindis.¡Y vaya que había sido una noche bien carga de esas!Empezando por el mismo Sam y el beso que se dieron. Fue algo repentino. Nunca pensó que él gustara de ella, y dada las circunstancias no estuvo mal, si de un choque de labios se tratase, pero faltó, le faltó lo que un simple beso es capaz de ocasionar, y eso le tení
Chantal.—Ya lo entendí —le sostuvo la mirada verde—. Sé que te gusta mucho y que están saliendo juntos. Solo te pido que no me ocultes más cosas como estas, y que no me abandones por él.Amber le sonrió abiertamente. Dejó su taza a un lado y se lanzó hacia la rizada para abrazarla con todas sus fuerzas.—Te adoro ¿Lo sabes? —le besaba los rizos.—Yo también —sonrió ante el calor de aquel abrazo, lo necesitaba tanto, y Amber no tenía ni idea—. Solo dile al tal James que si te hace daño yo misma le cortaré lo que le cuelga entre las piernas.No pudieron evitar reírse ante aquel comentario. Amber sabía que su amiga se volvía una fiera cuando de defenderla se trataba, aunque no estaba segura si sería capaz de mutilarle el paquete a James, ya que a Chantal esos temas en particular la mataban de vergüenza.—Por cierto —la miró extrañada—, ¿cómo fue que llegaste ayer? —la rizada se sonrojó un poco—. El lugar donde se dio la fiesta queda bastante lejos de aquí.Amber se encontraba expectante
Chantal.Estaba en plena conferencia de "Psicología social". El profesor hablaba con entusiasmo y Chantal mantenía sus ojos en él, pero su mente flotaba por otros lados, haciendo que las elocuentes palabras de aquel emisor se escucharan como un eco lejano. Movía su bolígrafo ansiosamente sobre sus dedos. Cruzaba y descruzaba sus piernas en cortos intervalos de tiempo. Habían transcurrido dos días desde aquel mensaje y el hecho de no estar totalmente segura si iba dirigido a ella o quien lo enviaba no se le salía de la cabeza.¡Tenía que averiguarlo, tenía que encontrar una respuesta!Se había planteado varias hipótesis por si el mensaje le iba dirigido. Estaba consciente que no era la única chica con cabellos rizos y que pudo haber sido besada, pero tenía la impresión de que sí era para ella, y en realidad le daba un poco de emoción. Esa persona que había escrito se mostraba preocupado por su reacción, y por como podría continuar la relación entre ellos. Además de que declaraba cierto
Chantal.Lo envió a la página y esperó un instante antes de partir.Se apresuró pues no quería llegar tarde, entró en aquel ascensor casi que corriendo, en último minuto antes de que este se cerrara en su cara. Respiró profundo con alivio, cerrando sus ojos por unos segundos. -¡Buenas tardes, bella Chantal!-dio un brinco al darse cuenta de que no estaba sola. De hecho aquel elevador estaba demasiado concurrido a sus espaldas.Se giró y casi desfallece a ver quienes se encontraban ahí, o mejor dicho ¿Quién no se encontraba ahí? Parecía que hoy todos en "Luxury Voices" estaban contra el reloj.-Hola a todos -dijo dientes y se obligó a sonreír. Se dirigió a Derek que con tan buenas ganas le había saludado-. ¿Qué casualidad coincidir todos aquí? -pasó su vista sobre los presentes. Cada cual se veía inmerso en su mundo.Debby en la esquina izquierda sostenía unos papeles, intentó saludarla con un gesto forzado, pero en este se le notaba el desagrado que sentía por ella. En la esquina dere
Chantal.Dixon estaba recostado al borde del escritorio marrón, con las piernas cruzadas. Sostenía su móvil en la mano y asentía con una mueca de aceptación en los labios, mientras observaba la pantalla. Chantal estaba paralizada ante su imponente figura, el aura que emanaba se sentía tan sombría y disgustada que los pelos de la rizada se le pusieron de punta.-Es de mala educación entrar a un lugar sin que lo inviten -sacó el valor para hablar. Él posó sus azules ojos en ella tranquilamente-. Más estando así -le señaló completo, a lo que él la observó de arriba a abajo deteniéndose en el borde de su vestido-, pareces un puto fantasma -titubeaba ¿Cómo no hacerlo? Si los ojos azules de aquel hombre, con ese brillo de depredador en ellos, la ponían más nerviosa de lo que estaba.-Siento si te asusté. Necesitaba hablar contigo, pero no quería interrumpir tu momento íntimo con Sam -alzó una ceja a lo que Chantal rodó los ojos. -No era ningún momento íntimo -caminó hacia él y dejo su bols
Chantal. Esta vez no le había contado a nadie lo sucedido con Dixon hace unos días. Después de meditarlo mucho, mantenía la mente fría y ocupada al respecto. Iría a la fiesta, claro que lo haría, solo que las cosas no iban a ser como ese idiota quería. Se había cansado de que él hiciera esas cosas así con ella. Ese Derricks se estaba aprovechando de ser todo un Casanova, jugaba con sus hormonas reprimidas porque sabía que él le gustaba. Sí, ya lo había admitido: Dixon Derricks le gustaba, como nunca nadie le había gustado antes. El hecho era que él se daba cuenta de su inexperiencia y disfrutaba torturarla cada vez que se le daba la oportunidad, quería tenerla a sus pies, pero Chantal ya había leído los suficientes libros y mensajes en su sección sobre hombres que utilizan el plan sexual para controlar mujeres y ella no podía ser una de esas víctimas tontas que después no hallaba como zafarse del amarre. Lo que fuese lo que él pensaba hacerle, ella se la tenía que hacer mucho peor y
Chantal.Se encontraba tan ensimismada en sus pensamientos que no se dio cuenta de que ya estaban frente a aquel edificio que Dixon le había señalado hace un tiempo. Bajaron del auto, y desde ahí se escuchaba el retumbar de la música. Luces de varios colores se movían a un ritmo calculado en el tercer piso. Chantal alzó su vista y observó el panorama. Ya estaba allí, a punto de subir y poner en marcha un plan que ni siquiera tenía, pero tenía que llenarse de valor y actuar en el momento, no podía dejar que ese "idiota" se saliera otra vez con la suya.Llegaron al lugar, la puerta estaba abierta. Entre los pies se colaba el humo que expedía una máquina, parecía neblina. El apartamento era enorme y se encontraba lleno de personas, todas con sus disímiles disfraces, bebían, conversaban y bailaban entre aquella decoración tétrica que ofrecía el lugar. Había fantasmas y telarañas colgados del techo, calabazas con rostros espantosos y las bebidas y licores eran de un rojo sangre o verde fo