IsabellaEran las once de la noche y no había bajado a cenar, me sentía ya incómoda con el hecho de que me iba a ir, prefería comer en el vuelo. Doblé mi ropa y colgué la ropa tradicional que me habían dado. No me atreví a llevármela, solté un largo suspiro y miré la impresionante habitación, “Tranquila, Isa. Con lo que te queda de tu cuenta de ahorros tienes para el boleto, vendemos el resto de nuestras cosas y nos vamos” el sonido de mensaje me hizo sobresaltar en mi lugar, pensé que podrían ser mis hermanos, pero la pantalla se iluminó con el nombre de mi jefe. “¿Ya está dormida?” Él preguntó, escribí una respuesta a su mensaje: “Estaba terminando de recoger mis cosas, ¿Necesita algo?” La leyenda “Escribiendo…” apareció en la parte debajo de su nombre, sentí el nudo en el centro de mi estómago. “¿Quiere tomar una última taza de chocolate caliente?” Su mensaje me hizo sonreír, ¿Dónde estaba él: “esta es la última vez que nos volveremos a ver”? Me mordí el labio pensando si era aprop
ZaidNo había podido dormir lo suficiente, las palabras de la señorita Sánchez fueron un eco durante la noche. Me miré en el espejo del lavamanos y suspiré.— ¿Por qué me afecta de esta manera que no quiera quedarse? No sé por qué creí que podría con esto. —otro suspiro—Zaid, ¿Quieres que te humillen con lo más mínimo que fuese? Claro que no, en primera, no soy de los que permiten que lo humillen, y no soy de los que humilla…—escucharlo en voz alta me hizo entender un poco más la decisión de Isabella. Una sonrisa vi reflejada en el espejo, recordé el enfrentamiento con la señora Bruce en el avión… Por Alá, esa mujer. Negué y terminé de arreglarme para marcharme, la ceremonia empezaría en una hora y es abrir con un gran desayuno. Regresé a la habitación y escuché el toque de la puerta, di la orden para que entraran y cuando se abrió la puerta, apareció John. —Dime, John—caminé hacia la silla del rincón donde tenía el saco de mi traje.—La señorita Sánchez está ya en el auto, —arqueé un
IsabellaAstel Cedars Hospital, Dubái, Emiratos Árabes UnidosDesperté de un sobresalto y agitando mis manos de un lado a otro, tardé en entender dónde estaba, miré a todos lados y había dos mujeres a lado de la cama, una de ellas me miró aliviada.— ¿Dónde estoy? —el dolor de cabeza era fuerte cuando volví a girar, cerré los ojos con fuerza. —Dios mío, eso duele.—Señorita Sánchez, —me llamó una de las mujeres—Soy Amada Flores, —al escuchar su acento y como se llamaba, imaginé que podría ser mexicana o alguien latina, abrí mis ojos y la miré apenas. —Soy su enfermera, —miré a la otra mujer, habló en árabe, pero entendí: “Pregúntale cómo se siente”— ¿Cómo se siente? ¿Tiene dolor? Ha estado inconsciente por más de seis horas.—Sí, me duele la cabeza y el resto del cuerpo. —murmuré haciendo un gesto de dolor.—El efecto del medicamento comenzará en un par de minutos más. El señor Ashgar ha insistido en entrar, pero le he informado en varias ocasiones que usted aún no despertaba, ¿Quiere
Zaid Casa de la familia Ashgar-Abadallah Mi padre caminó de un lado a otro, le había explicado lo sucedido, se pasó una mano por el rostro y negó. —¿Y cuándo la darán de alta?—preguntó mi padre. —En unos días, regresará de inmediato a Toronto. Y yo con ella. —abrió sus ojos de par en par. —Esto no me está gustando para nada, ¿Qué es lo que está pasando? —presioné mis labios con dureza. —Está pasando que alguien intentó matar a mi asistente personal y a mi equipo de seguridad, eso es lo que pasa. —Sabes que no me refiero a eso, Zaid. Estás comprometido. —¿Y quién ha dicho lo contrario, padre? Ahorita lo más preocupante es el intento que hicieron contra mi personal, esto es muy grave, ¿Quién ha intentado tal cosa? —él se sentó en uno de los sillones y me miró de nuevo. —Quiero que adelantes la boda. Quiero que regreses a casa. Pronto. —Estamos hablando del incidente, padre. —hice una pausa—En un año es la boda. —¡No en un año! ¡Por Alá! ¿Por qué eres así? Tu prometida ansia tu
IsabellaAstel Cedars Hospital, Dubái, Emiratos Árabes Unidos Había pasado días desde el accidente, para ser precisos tres días, mi alta ya estaba lista para poder marcharme, pero tenía que esperar a John para llevarme directamente hasta el avión en la pista privada, donde me encontraría con mi jefe. Tocaron a la puerta y anuncié que podían pasar, cuando esta se abrió, apareció John. “Finalmente, un rostro familiar” pensé, le sonreí y él hizo lo mismo.—Buenos días, señorita Sánchez, ¿Está lista para marcharnos?—preguntó y yo asentí algo ansiosa por querer irme ya de este lugar. Me levanté con cuidado, tenía un leve dolor de cuello y que para eso me dieron medicamento. John ya se había acercado para tomar el bolso de ropa que estaba al pie de la cama, me miró por un momento. —¿Necesita ayuda?—preguntó, supuse que debió de haber visto mi mueca de dolor al levantarme del sillón. —Gracias, estoy bien, adolorida, pero bien. —luego le sonreí para restar la tensión que se había formado en
IsabellaDesde hace dos horas habíamos despegado, el efecto de la pastilla empezó a hacer efecto, el dolor había regresado cuando hice un movimiento en falso al subir los escalones del avión, el señor Ashgar se había enfurecido por mi torpeza, pero lo único que quería era marcharme cuanto antes, ya mi mente estaba imaginando autos derrapando y la familia de él gritándome miles de cosas. Había escuchado sin querer que el señor Ashgar no debía regresar aún, pero desde el accidente, todo se había complicado, había aumentado la seguridad y revisado varías veces con distintas personas que el avión estuviese funcionando correctamente, imaginé que su desconfianza en la gente había aumentado. Y lo entendí. —¿Cómo se encuentra, señorita Sánchez?—preguntó John acercándose a mi lugar, el señor Ashgar se había encerrado en la habitación que se encontraba al final del pasillo, y desde hace horas seguía sin salir. ¿Estaba molesto? ¿Realmente no se quería ir? Podría haberme ido yo misma de regreso
Toronto, Canadá, pista privada, Aeropuerto Internacional Pearson.Recogí mi bolso, audífonos y mis lentes de sol, John se había acercado para informarme que el auto estaría esperando para irme a dejar a mi departamento, miré hacia el pasillo y mi jefe iba saliendo de la habitación que estaba al final del pasillo, de la última conversación él se había encerrado de nuevo y apenas es que volví a verlo.—Hasta el lunes, señor Ashgar. —hizo un gesto con su barbilla y luego se puso a hablar por el celular, John se dio cuenta de mi gesto de dolor cuando me giré demasiado rápido hacia él.—Tiene que tener más cuidado, señorita Sánchez, —solo asentí y noté que me estaba siguiendo a la salida, al ver que me había percatado, me sonrió.—La escoltaré hasta la puerta—me ayudó a bajar en uno de los últimos escalones del avión y luego le hizo señas a uno de los hombres para que llevara mi maleta a la camioneta blindada que estaba a unos metros de distancia de nosotros, la pista estaba despejada, no ha
ZaidEstaba dentro del auto esperando entrar a mi casa. John se había quedado inquieto cuando le dije que iría a casa de Isabella a dejar yo mismo el medicamento, que no necesitaba seguridad, solo iría y vendría de regreso rápido, pero había solo pasado tan rápido esas dos horas con una conversación trivial, conocí más de la familia de ella, hasta que la vi contener un bostezo, que fue cuando decidí irme. Había antes pasado por una tienda donde solía comprar algunas cosas como el chocolate, así que aproveché comprar un poco más y llevarle, mis manos se quedaron en el volante de mi Ranger, pensando detenidamente en el impulso que me había llevado a ese departamento. ¿Por qué ese arrebato de la nada? ¿Por qué estaba haciendo esto de forma espontánea? Yo nunca he sido espontáneo. —¿Está todo bien, señor?—escuché la voz de John quien estaba de pie al otro lado de mi puerta, con el ceño arrugado, pero por la preocupación. Miré hacia él y asentí. Bajé del auto y le entregué las llaves para