Marina observó a Waleska con desconfianza, notando de inmediato la actuación exagerada que la mujer estaba montando. No era fácil engañar a una mujer como Marina, después de todo, ella en algunos momentos de su vida también había sido una manipuladora, pese a ello, decidió mantener la calma y seguir el juego para ver hasta dónde era capaz de llegar Waleska con su historia.—Sí, sé dónde está tu hijo —dijo Marina con frialdad—. Lo ha criado tu hermana Naomi, pero me parece extraño que nunca intentaras reclamarlo antes. ¿Qué es lo que realmente ocurrió, Waleska?Waleska hizo una pausa dramática antes de responder. Se llevó una mano a la frente, fingiendo abatimiento.—Naomi... —comenzó, dejando que su voz se quebrara ligeramente—. No me dejó acercarme a Alexandre. Intenté explicarle qué estaba pasando por un mal momento, que tenía depresión postparto, pero ella se negó a entenderlo. Dijo que no era capaz de cuidar de mi propio hijo y que lo haría mejor que yo... Marina, aunque no conf
Después de firmar los papeles y recibir las felicitaciones del oficiante, Sergio tomó la mano de Naomi y la guio hacia la salida. Alexandre, que no dejaba de sonreír, saltaba emocionado a su alrededor, disfrutando del repentino matrimonio entre sus padres. —¿Y ahora qué? —preguntó Naomi, aún aturdida por la rapidez con la que todo había sucedido.—Ahora nos vamos de viaje —anunció Sergio con una sonrisa tranquila, aunque sus ojos mostraban un brillo de anticipación.—¿Un viaje? —Naomi lo miró con curiosidad, pero también con cierta preocupación. Las emociones aún pesaban sobre ella, y no pudo evitar sentirse un poco nerviosa ante lo que Sergio tenía planeado.—Sí —afirmó él con una media sonrisa—. Y es una sorpresa. No te preocupes, creo que a Alexandre le va a encantar cuando descubra donde vamos.—¿A mí? —preguntó el pequeño, deteniendo su juego momentáneamente para mirar a su padre con los ojos muy abiertos—. ¡Me encantan las sorpresas!Sergio le revolvió el cabello con ternura a
Naomi se quedó congelada por unos instantes, incapaz de procesar el beso de Sergio. Su mente intentaba encontrar lógica en lo que acababa de suceder, pero su cuerpo había reaccionado antes que sus pensamientos. Con un movimiento rápido, se apartó de él, su respiración agitada y sus ojos fijos en los de Sergio, llenos de una mezcla de confusión, deseo, y hasta irritación hacia sí misma por haber reaccionado de esa manera. Iba a protestar, pero Sergio la interrumpió.—Antes de que digas algo. Te respeto más de lo que crees —continuó Sergio, su expresión sería por primera vez desde que comenzó la conversación—. Este acuerdo... este matrimonio... no es un juego para mí. Quizás bromeo para aligerar la tensión, pero te aseguro que mis intenciones son sinceras.Naomi lo estudió en silencio, buscando algún indicio de engaño en sus ojos. Pero solo encontró una intensidad que la desconcertó. Sergio extendió una mano, dudando por un momento antes de rozar suavemente la mejilla de Naomi con sus
Naomi, con una sonrisa tenue, intentó dejar a un lado sus preocupaciones mientras seguía a Alejandro y a Alexandre por los pasillos del hospital. Las palabras de Sergio aún resonaban en su mente, especialmente esa despedida tan apresurada y el misterio detrás de "algo i1mportante qué hacer." Sabía que debía concentrarse en Alexandre y en la visita sorpresa a Anaís, pero no podía evitar sentirse inquieta. “¿Me estará poniendo los cuernos?”, se preguntó.El pasillo hacia la habitación de Anaís estaba silencioso, excepto por los murmullos ocasionales de las enfermeras y el sonido distante de los equipos médicos. Naomi podía sentir la tensión en el ambiente, sobre todo porque sabía que la pequeña Anaís estaba a punto de someterse a una operación delicada.Alejandro tomó la mano de Alexandre con una calidez que hizo que Naomi se sintiera agradecida. Cuando finalmente llegaron a la puerta de la habitación, Alejandro se giró hacia Naomi con una sonrisa.—¿Listos? —preguntó en un susurro, co
Naomi miró a Amelia con los ojos muy abiertos, una mezcla de sorpresa y nerviosismo reflejándose en su rostro.—¿Seducirlo? —repitió en voz baja, como si temiera que alguien más pudiera escucharlas. —Pero Amelia, yo... yo no sé cómo hacer eso. Nunca he...Amelia sonrió con ternura, entendiendo la inseguridad de su amiga. —Naomi, escúchame bien, yo tampoco sabía… pero aprendí —dijo inclinándose hacia ella. —Déjate llevar por tus instintos… la seducción no es solo sobre el acto físico. Es sobre crear un ambiente, una tensión, un deseo. Y créeme, todas las mujeres tenemos ese poder innato, solo hay que despertarlo.Naomi escuchaba atentamente, sus mejillas tiñéndose de un suave rubor.—Pero, ¿cómo empiezo? —preguntó con voz temblorosa.Amelia se reclinó en su silla, una sonrisa enigmática jugando en sus labios.—Comienza con pequeños detalles. Una mirada sostenida por un segundo más de lo necesario. Un roce "accidental" al pasar junto a él. Usa ropa que te haga sentir hermosa y segura.
Sergio se incorporó lentamente, sus ojos recorriendo el cuerpo de Naomi con una intensidad que la hizo estremecerse. El silencio entre ellos se volvió casi tangible, cargado de tensión y expectativa.—Yo... yo pensé... —balbuceó Naomi, luchando por encontrar su voz. Las palabras se le atascaron en la garganta, rehusándose a salir.Sergio extendió una mano hacia ella, sus dedos rozando suavemente el encaje de su lencería. Naomi contuvo la respiración, su corazón latiendo tan fuerte que temía que él pudiera escucharlo.—Eres hermosa —susurró Sergio, su voz ronca por el deseo—. Pero, ¿por qué ahora? ¿Por qué así?Naomi sintió que las lágrimas amenazaban con brotar de sus ojos. ¿Cómo explicarle el miedo que la consumía, de que se buscara a otra, y la hiciera a un lado y eso la había impulsado a ese acto desesperado?—Tenía miedo —confesó finalmente, su voz apenas audible, aunque sincera—. Miedo de que busques en la calle… lo que no tienes en la casa.Sergio la miró con una mezcla de ternu
Naomi sintió el calor del sol filtrarse por las cortinas antes de abrir los ojos. Los rayos suaves acariciaban su rostro, invitándola a salir del sueño profundo en el que había caído. Al mover ligeramente su cuerpo, un pequeño quejido escapó de sus labios. Su cuerpo entero estaba adolorido, cada músculo recordándole la intensa noche que había compartido con Sergio. Sin embargo, al girarse hacia el lado de la cama, la realidad golpeó.El espacio junto a ella estaba vacío. Sergio no estaba. No había ningún rastro de su presencia, ni una nota, ni un leve indicio de que se hubiera despedido.Con una mezcla de confusión y malestar, Naomi se incorporó, envolviéndose en las sábanas al sentir el frío de la habitación. La búsqueda de Sergio comenzó con la esperanza de que solo estuviera en el baño, pero al asomarse no lo encontró.¿Dónde estaba Sergio? Quizás estaba en la otra habitación o en la cocina, preparándole el desayuno... Pero tras revisar cada rincón de la suite, la respuesta fue ev
Las horas parecían alargarse interminablemente mientras Naomi, Amelia, Alejandro y Alexandre esperaban noticias de la cirugía de Anaís. Cada uno estaba sumido en sus propios pensamientos, el ambiente en la sala de espera era pesado y lleno de tensión. Alexandre, con su inocencia infantil, no dejaba de moverse inquieto, mientras los adultos intentaban mantener la calma.—¿Cuándo va a salir? Ya yo quiero verla.—Debemos tener paciencia, pronto va a salir —dijo Alejandro tratando de calmar al pequeño que se veía visiblemente inquieto.Entretanto, Naomi observaba a su hijo, tratando de concentrarse en su energía y mantener la compostura por él. Sin embargo, su mente seguía divagando hacia Sergio, su ausencia inexplicable después de la noche que habían compartido y la confusión que eso le había causado. Amelia, por su parte, caminaba de un lado a otro de la sala, mordiéndose las uñas, algo que normalmente no hacía. La angustia por su hija era evidente en cada movimiento nervioso.—Tranq