Sergio aguardó con paciencia hasta que los dos agentes de policía llegaron a la entrada de la casa. Los observó desde su ventana antes de movilizarse para salir a su encuentro. Sabía que la tormenta de mentiras que había estado girando a su alrededor estaba a punto de desmoronarse. Cuando estuvo frente a los oficiales, los saludó con un gesto breve.—Gracias por venir —dijo en un tono controlado—. Les pido que esperen aquí por un momento. Necesito resolver algo dentro de la casa antes de que intervengan de ser necesario.Los agentes asintieron, respetando la solicitud de Sergio, mientras él se desplazaba en su silla al interior de la mansión. Se detuvo en la sala mientras llamaba a una de las empleadas.—Por favor, dile a Naomi que baje, —le pidió con una calma que contrastaba con el torbellino emocional que llevaba dentro—. Necesito hablar con ella ahora mismo.La señora asintió, y Sergio continuó hacia la sala, donde se acomodó en su silla de ruedas. No podía evitar sentir la tens
Naomi no podía moverse. Las palabras que acababa de pronunciar parecían retumbar en su propia cabeza, mientras Sergio seguía mirándola, sus ojos fríos como el hielo. Sabía que no había vuelta atrás. Lo había confesado, lo que con tanto celo había guardado, lo que había intentado enterrar bajo un manto de mentiras. Había confesado la verdad. —¿Tu hermana? —repitió Sergio con incredulidad, su voz baja, como si estuviera intentando procesar lo que acababa de escuchar. Naomi asintió débilmente, sin poder mantener la mirada fija en él. —Sí... Waleska, la mujer que inseminaron con tu esperma, es mi hermana mayor por parte de madre —confesó, su voz temblorosa. El silencio que siguió fue denso, casi palpable. Sergio, aún conmocionado por la revelación, dio un paso atrás, su mirada oscilando entre la incredulidad y la furia. —¿Me estás diciendo que todo este tiempo has estado mintiendo? —gruñó, su voz baja y peligrosa—. ¿Qué has engañado a todos, incluyendo a Alexandre? Naomi, con lá
El ambiente en la sala era tenso, con una presión palpable en el aire. Sergio observó, en silencio, su mirada impenetrable mientras Naomi se debatía entre el miedo y la desesperación. Alexandre, con su pequeña figura, estaba parado entre ambos, confundido, pero al mismo tiempo, con una actitud desafiante, una chispa de carácter que Sergio notó de inmediato, la misma que él mismo tenía, no pudo evitar sentir ese sentimiento de orgullo en su interior. El niño, a pesar de su corta edad, había captado la gravedad de la situación. Los policías seguían al otro lado de la puerta, esperando instrucciones, y el pequeño Alexandre, mirando a su madre llorar, sintió la necesidad de hacer algo. Así que abrió la puerta por donde se habían ido los policías, estos se acercaron y él con su pequeña voz, llena de una mezcla de inocencia y determinación, les habló. —No van a llevarse a mi mamá —dijo Alexandre, mirando a los policías con el ceño fruncido—. No ha hecho nada malo. Así que ya pueden irs
Después de la discusión con Naomi. Sergio se metió a su despacho. Justo en ese momento recibió una llamada de la oficina de su asistente.“Señor es para informarle que varios accionistas han pedido una asamblea extraordinaria, quieren removerlo del cargo de CEO”, dijo su asistente.—Entiendo —respondió y cortó la llamada sin más comentarios. Sintiendo que su vida cada día se complicaba más.Se desplazó hacia el bar, y se sirvió un vaso de Whisky, con un gesto de molestia, siempre supo que estaba rodeado de buitres, de gente hipócrita, que solo esperaban su caída para caerle encima, eso no era nuevo para él, pensó tomándose el vaso de un solo trago. Incluso hasta Naomi, le había causado decepción, porque la creyó distinta, aunque una parte de él, le obligaba a reconocer que había sido duro con ella, pero le molestaba que no hubiese sido sincera, le dio varias oportunidades para hacerlo y prefirió callar.Se tomó trago tras otro, fue perdiendo la cuenta de los que consumió, porque se s
Naomi se pasó una mano temblorosa por el cabello, intentando ganar tiempo mientras procesaba la propuesta. Su corazón latía con fuerza, y una parte de ella quería gritar "sí" solo para asegurar su lugar en la vida de Alexandre. Pero otra parte, la parte racional, le advertía sobre los peligros de un matrimonio basado únicamente en la conveniencia.—Sergio, yo... —comenzó, su voz apenas un susurro—. No puedo negar que la idea de estar siempre cerca de Alexandre es tentadora, pero... ¿Un matrimonio? ¿Así, de repente?Sergio movió su silla hacia ella, sus ojos brillando con una intensidad que Naomi no había visto antes. —Sé que es un poco loco, pero piénsalo. Podríamos darle a Alexandre la familia que merece. Tú y yo, juntos, criándolo. Tendrías el derecho legal a él, y juntos podríamos enfrentar cualquier situación que se presente.Naomi sintió un nudo en la garganta. La imagen de una vida familiar con Alexandre y Sergio era dolorosamente atractiva, pero el miedo a fracasar, a una dece
Marina observó a Waleska con desconfianza, notando de inmediato la actuación exagerada que la mujer estaba montando. No era fácil engañar a una mujer como Marina, después de todo, ella en algunos momentos de su vida también había sido una manipuladora, pese a ello, decidió mantener la calma y seguir el juego para ver hasta dónde era capaz de llegar Waleska con su historia.—Sí, sé dónde está tu hijo —dijo Marina con frialdad—. Lo ha criado tu hermana Naomi, pero me parece extraño que nunca intentaras reclamarlo antes. ¿Qué es lo que realmente ocurrió, Waleska?Waleska hizo una pausa dramática antes de responder. Se llevó una mano a la frente, fingiendo abatimiento.—Naomi... —comenzó, dejando que su voz se quebrara ligeramente—. No me dejó acercarme a Alexandre. Intenté explicarle qué estaba pasando por un mal momento, que tenía depresión postparto, pero ella se negó a entenderlo. Dijo que no era capaz de cuidar de mi propio hijo y que lo haría mejor que yo... Marina, aunque no conf
Después de firmar los papeles y recibir las felicitaciones del oficiante, Sergio tomó la mano de Naomi y la guio hacia la salida. Alexandre, que no dejaba de sonreír, saltaba emocionado a su alrededor, disfrutando del repentino matrimonio entre sus padres. —¿Y ahora qué? —preguntó Naomi, aún aturdida por la rapidez con la que todo había sucedido.—Ahora nos vamos de viaje —anunció Sergio con una sonrisa tranquila, aunque sus ojos mostraban un brillo de anticipación.—¿Un viaje? —Naomi lo miró con curiosidad, pero también con cierta preocupación. Las emociones aún pesaban sobre ella, y no pudo evitar sentirse un poco nerviosa ante lo que Sergio tenía planeado.—Sí —afirmó él con una media sonrisa—. Y es una sorpresa. No te preocupes, creo que a Alexandre le va a encantar cuando descubra donde vamos.—¿A mí? —preguntó el pequeño, deteniendo su juego momentáneamente para mirar a su padre con los ojos muy abiertos—. ¡Me encantan las sorpresas!Sergio le revolvió el cabello con ternura a
Naomi se quedó congelada por unos instantes, incapaz de procesar el beso de Sergio. Su mente intentaba encontrar lógica en lo que acababa de suceder, pero su cuerpo había reaccionado antes que sus pensamientos. Con un movimiento rápido, se apartó de él, su respiración agitada y sus ojos fijos en los de Sergio, llenos de una mezcla de confusión, deseo, y hasta irritación hacia sí misma por haber reaccionado de esa manera. Iba a protestar, pero Sergio la interrumpió.—Antes de que digas algo. Te respeto más de lo que crees —continuó Sergio, su expresión sería por primera vez desde que comenzó la conversación—. Este acuerdo... este matrimonio... no es un juego para mí. Quizás bromeo para aligerar la tensión, pero te aseguro que mis intenciones son sinceras.Naomi lo estudió en silencio, buscando algún indicio de engaño en sus ojos. Pero solo encontró una intensidad que la desconcertó. Sergio extendió una mano, dudando por un momento antes de rozar suavemente la mejilla de Naomi con sus