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CAPÍTULO 3.- primer fragmento

Leia miraba como Jose acomodaba su ropa en un bolso grande, apenas habían pasado cuatro días encerrada en ese lugar, pero para ella había sido casi toda una eternidad. Se había vuelto un espectáculo para las enfermeras y los doctores, que disimulaban cuidarla, pero la verdad era que querían ver cómo era la chica que había perdido al hijo del príncipe. Cuando Jeremy se dio cuenta, prohibió el ingreso de cualquiera que no sea Lauren, su enfermera oficial y él a su cuarto. Leia se sentía muy cansada, pero sabía que le faltaba mucho por seguir.

Aunque ya nadie había ido a verla por la prohibición de Jeremy, Leia sabía que varias personas intentaron verla en la casa de Jose y ella no tenía la fuerza para discutir con nadie más.

Rechazar a Liam la había dejado devastada y muy cansada.

Jose le había prometido que Liam no podía acercarse a ella por algunas semanas, ya que la psicóloga que ahora trataba a Leia y a el también, por la perdida que los dos había sufrido, había recomendado que Leia y Liam no se vieran en un tiempo prudente para que los dos pudieran tratar con su dolor por separado y después puedan sanar juntos.

Leia no pensaba sanar nada con Liam.

Ella había tomado la decisión de que Liam no debía volver con ella. Le dolía demasiado porque lo amaba mucho, pero ella creía firmemente que ella no merecía a Liam, ella no podría tener hijos y ya le había hecho mucho daño. Liam merecía algo mejor que ella.

Sería un infierno desde ahora, pero debía ser fuerte, sabía que Liam no se rendiría muy fácil. Lo conocía lo suficiente para saber que intentara hacerla cambiar de opinión.

Ella le pedía fuerzas a la diosa luna para no desistir.

Tomó otra pócima del señor Dylan, las tomaba como si fueran dulces intentando sentirse mejor, pero el bienestar solía durar unos minutos y después volvía a sentir ese peso en el estómago que la mataba.

—¿Estas lista? —preguntó Jose mirándola triste.

Leia no resistía mirarlo a los ojos, no podía soportar la lastima que Jose mostraba.

—Si —respondió ella sombríamente—. Larguémonos de aquí.

Salió de ahí a paso lento siguiendo a Jose, miró el exterior del hospital, era como si el mundo se hubiera vuelto gris, ya no veía ese brillo que solía percibir del reino cuando llegó ahí.

—Leia.

Jose y Leía voltearon y vieron a Bael esperándolos.

—Vámonos —Leia intentó empujar a Jose a su auto.

—Deberías escucharlo Leia —Jose la detuvo—. Es tu mejor amigo.

—Por favor Leia —Bael camino hacia ella—. Necesito hablar contigo.

—Te esperare en el auto —dijo Jose dejándolos solos.

—¿Qué quieres? —preguntó Leia mordaz.

—Quiero que sepas que estoy para ti Leia —Bael sonaba desesperado—. Quiero que sepas que puedes contar conmigo, se que estas...

—Tu no sabes nada —Leia lo interrumpió—. ¿Realmente que quieres Bael?

—¿Realmente que quiero? —Bael la miró confundido—. Leia...

—Rogué por tu amistad como estúpida por varios meses —Leía lo miró como si él fuera algo desagradable—. No estuviste cuando yo te necesite.

—¡Lo hice porque estoy enamorado de ti! —Bael perdió la paciencia—. Porque quería superarte...

—¿Y lo has hecho? —exclamó ella—. ¿No verdad?, pues por eso no entiendo qué haces ahora aquí, porque si estas aquí para querer algo conmigo porque termine con Liam, te voy diciendo que no va a suceder, así que lárgate tú y tus sentimientos lejos de mi, porque jamás te voy a corresponder.

Bael se quedó pasmado unos segundos en los que Leia intentó irse.

—No quiero que me correspondas —Bael la sujetó con fuerza del brazo—. Nunca te pedí eso.

—Pero me condenaste por no hacerlo —Leia se quedó parada sin voltearlo a ver—. Yo nunca había tenido un amigo y no me di cuenta de tus sentimientos, ni tus malas intenciones, pero ahora puedo hacerlo, solo me utilizaste.

—Lo siento...

Leia se soltó.

—Estoy harta de que se disculpen conmigo —Leia al fin pudo voltear a verlo y enfrentarlo—. Tus disculpas no solucionan nada Bael, la verdad es que no creo que realmente estés enamorado de mi, creo que tu le llamas enamoramiento al hecho de que te sentías bien a mi lado, pero la chica con la que te sentías bien ya no está, se ha ido y la que ha quedado no tiene nada para darte, así que por favor déjala en paz.

Leia camino directamente hacia al auto ignorándolo. Bael solo se quedó parado viendo como Jose arrancaba el auto.

***

Jeremy miró a Evangeline, notó que su querida esposa estaba nerviosa. Así que estaba intentando sonsacarle qué pasaba.

La abrazo por la espalda y le beso el cuello.

—¿Por qué eres tan bella?

—Los Moore no tenemos la culpa de nacer así —respondió ella sonriendo—. Es una maldición.

Jeremy sonrió besándola con cariño, ella parecía volver a preocuparse.

—¿Qué pasa?

Evangeline agacho la mirada evitando la mirada.

—Eva...

—Tengo tres cosas que contarte —Evangeline al final lo miro—. Una cosa es estúpida, realmente estúpida y con cero importancia, pero quiero decírtelo porque no quiero que te enteres por terceros y esto sea un mal entendido. La segunda espero que sea una noticia feliz para ti, porque si no sujetare esa sartén que está enfrente de nosotros y te la tiraré en la cabeza.

Jeremy sonrió, iba a hablar pero Evangeline alzó su mano indicandole que espere.

—Y la tercera.... la tercera es muy triste —Evangeline la miró afligida, Jeremy se preocupó—. Me acabo de enterar hace un rato cuando fui al palacio y se supone que los chicos te lo dirían hoy pero no quiero que te molestes conmigo por saberlo y no decírtelo.

—¿Están todos bien? —Jeremy se acercó a ella—. ¿Es Liam?

—Por partes —Evangeline lo miró firme—. La primera noticia es que despedí a mi contador.

—¿Despediste a Jerson? —Jeremy frunció el ceño—. ¿Hizo algo ilícito?

—El... —Evangeline suspiro nerviosa—. Él intentó propasarse conmigo.

Jeremy la miró sin reaccionar por algunos segundos.

—Estábamos hasta tarde hablando sobre las finanzas de mi marca como siempre —Evangeline empezó a explicarse muy rápido—. Y sabes que yo le tenía mucho cariño, pero como amigo, lo conocí en la universidad y él había bebido un poco de más...

Jeremy sentía una molestia áspera que empezaba a descender por su cuerpo.

—Entonces intentó besarme pero yo lo esquivé rápidamente —seguía Evangeline—. Pero al final solo rozo nuestros labios...

—¿Fue la semana pasada? —la voz de Jeremy se había puesto ronca, Evangeline maldijo por dentro—. Cuando te llame a preguntar por aquel dolor fugaz que sentí y tu me dijiste que estabas reunida con un diseñador español gay que te había saludado con doble beso en la mejilla y me empezaste a gritar por teléfono por exagerar y ser un celoso sin razón.

—Si —susurro Evangeline.

Jeremy empezó a caminar por la instancia procurando mantener su enojo y su celos a raya.

—Amor.

—Silencio.

—Jeremy.

—Eres una mentirosa.

—No quería ocultarte algo así —se excusó ella—. Pero pensé que lo solucionaría porque solo había sido un malentendido.

—Termina de hablar para ir a matar a ese hijo de puta.

—Ya no está en el reino, hice que se fuera de la isla —Evangeline se alarmó al sentir como Jeremy estaba tan enojado que sentía su furia por la conexión—. Se fue esta mañana.

—¿Lo protegiste?

—Fue un accidente.

Jeremy golpeó la isla de la cocina con fuerza y casi rompe el mármol.

—Lo hice por ti, no quería que cometieras una locura.

La voz de Evangeline empezó a quebrarse.

—¿Enserio vas a llorar?

Jeremy luchaba contra su lobo.

—Estoy embarazada —anunció Evangeline—. Es por eso que estoy sensible, es por eso que creo que él se propaso, mi olor lo atrajo.

Jeremy cerró los ojos, no quería hacerle daño a Evangeline.

—Esa era la segunda noticia —habló Eva controlandose—. Se supone que debería ser una noticia feliz.

Jeremy salió de la cocina rápidamente.

Evangeline lo siguió, Jeremy se sentó en el mueble con la cabeza gacha y sus brazos sobre ella.

—Es una buena noticia —dijo angustiado—. Es una muy buena noticia.

—No parece que lo fuera para ti —Eva se sentó enfrente de él.

Jeremy la miró y no sabía cómo sentirse, una parte de él estaba enojado con ella y otra estaba feliz porque lo haría papá por segunda vez.

Se levantó y fue hasta donde estaba ella, la cargó con facilidad y la llevó a su habitación.

La recostó sobre la cama y se acomodo a su lado sujetando su vientre como hacía cuando estaba embarazada de Bruno.

—¿Cuándo te has enterado?

—Sabes que Lauren me hace exámenes cada 6 meses de todo—sonrió Eva—. Me entrego mis resultados ayer.

—Ahora entiendo porque me veía sonriente como loca —sonrió Jeremy.

—Esta emocionada de que estemos embarazada al mismo tiempo.

—No vuelvas a ocultarme algo así por favor —Jeremy le beso la mejilla.

—De verdad no quería hacerlo —dijo ella temblando con su toque.

Estuvieron un buen rato acariciándose el uno al otro, Jeremy se sintió más tranquilo y su lobo estaba ya más sereno.

—No podrá ocultarse por siempre.

—Jeremy —le regaño Evangeline.

—¿Cuál era la siguiente muy mala noticia? —pregunto Jeremy—. Dijiste que había tres noticias.

—Es mejor que te enteres hoy en la cena familiar —respondió Evangeline.

—Ya dilo —Jeremy la atrajo más a su cuerpo—. Es mejor que me digas todo de una vez.

—Es difícil —Jeremy noto que Evangeline se puso sentimental de nuevo—. Es... es, no se como decírtelo.

—Solo hazlo amor —Jeremy le acarició el rostro—. ¿Qué ha pasado?

Jeremy sintió una gran tristeza por la conexión de mates.

—Es tu mamá Jeremy —le contó Evangeline temerosa— Tiene cáncer.

***

—Haber —Estefan sujeto el arco de su nariz tomando paciencia—. Si aparece un humano, ¿Qué debes hacer?

¿Comerlo? —dijo su pequeño hermano.

—¡Junior!

—Ya sé, ya sé —se rio Junior burlándose de su hermano mayor—. Debo alejarme para no hacerle daño.

—Bien —Estefan suspiro.

—Mi pequeño es muy listo —Catrina se acercó con dos vasos de leche para sus hijos—. Será tan disciplinado como yo.

—Los dos salieron inteligentes como tu cariño —sonrió Alex llegando con dos cajas de pizza.

—Te dije que era día de verduras —lo reprendió Catrina.

—Somos mitad lobos y mitad vampiros mujer —exclamó Alex—. Es un sacrilegio alimentarnos con verduras.

—¿Por qué yo salí vampiro y Estefan salió lobo?

—Porque tú saliste a mamá y Estefan a mi —Alex despeinó al pequeño.

Estefan miró a otra dirección.

—¿Entonces si yo me caso con una loba, mis hijos saldrán uno vampiro y el otro lobo? —preguntó Junior—. ¿Cómo nacen los bebés?

—Te lo explicaremos en otro momento —habló rápidamente Catrina—. Estas muy pequeño para saber de esas cosas.

Junior inflo las mejillas enojándose.

—¿Tendrá poderes como mi hermano?

—No eres tan genial como yo —lo molesto Estefan—. Tú solo chupas sangre.

—No.

—Si —siguió Estefan—. Chupa sangre.

—¡Mamá!

—¡Chupa sangre!

—Paren los dos —dijo Catrina sin perturbarse.

—Sacaron lo revoltosos a ti —dijo Alex.

Estefan lo miró, no pudo evitar enojarse por las palabras de su papá.

¿Cuándo demonios pensaba decirle la verdad?

Estefan ya no podía seguir disimulando que todo está bien, que eran la familia perfecta cuando eran todo lo contrario.

—¿Pasa algo?

Estefan necesitaba que su padre le dijera la verdad por si mismo.

El celular de Alex sonó y este lo revisó.

—Tengo que ir al palacio —dijo levantándose de la mesa—. Hay problemas en el palacio.

***

Las nubes blancos, el sol amarillo —cantaba Liam una canción para cuna—. Tus ojos azules como el mar y la gran diosa que es la luna....

Liam caminaba con la pequeña Diana en sus brazos, ella se adormecía acurrucada en su hombro. Sus padres y sus tíos gritaban en la planta baja del palacio, Liam se había equivocado al pensar que más cosas malas no podían pasarle, pero la noticia que su abuela, la mamá de su mamá tenía cáncer era otro golpe para él.

Su tío Jeremy discutía con toda su furia contra su tío Jaime, por haberlo ocultado tanto tiempo. Liam supuso que su tío Jaime habría tenido una gran razón.

Liam no pudo evitar pensar en Leia, había estado a punto de llamarla olvidando todo lo que pasó. Le escribió a Jose como los anteriores días preguntando por ella. Parecía que se recuperaba lentamente.

Liam esperaría algunos días más y la vería de nuevo, lucharía por ella con todas sus fuerzas, su corazón se lo dictaminaba así.

—Todo estará bien preciosa —Liam beso la cabeza de Diana cuando sintió que la bebe empezaba a despertarse nuevamente—. No te preocupes, que yo te estoy cuidando.

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