GRIS
Sentir los labios de Hans de nuevo, hace que en mi interior se remueva algo que me altera y me obliga a alejarlo. Mi pecho sube y baja, lo mismo le sucede a él, toco mis labios, un ligero temblor recorre mi cuerpo como si fuese una descarga eléctrica.
—No lo vuelvas a hacer —digo sintiendo que mi pecho colisiona.
Hans retrocede, la confusión llena sus ojos de inseguridad y arrepentimiento. Una punzada en el pecho me avasalla y tomo una larga bocanada de aire.
—Perdón.
—No te preocupes, solo no lo vuelvas a hacer, recuerda que esto es pura fachada.
Frunce el ceño.
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GRIS No dejo de tocar mis labios mientras voy en el carro de Hans, en cuanto Raze me besó, se separó y volvió a subir a su auto, arrancando hasta desaparecer de mi campo de visión. Fue tan extraña su reacción, Prim ya me había advertido que él estaba enamorado de mí, lo dudo, puede que estuviera un poco pasado de copas. —Parece que le gustas a tu guardaespaldas. La voz ronca de Dylan hace que salga de mi ensimismamiento, levanto la mirada para verlo de mala gana. —¿Te burlas de mí? Frunce el ceño. —¿Por qué haría eso? —Porque te encanta verme sufrir, si lastimar a la gente fuera un deporte, sería tu favorito —replico con molestia. Dylan se acomoda y su rodilla termina chocando con la mía, sus ojos desc
HANSAprieto el volante con fuerza, me siento confundido, alterado, dolido, Ashley no es ese tipo de mujer, me niego a creerlo, seguro de que se trata solo de un ataque de celos, es la mujer que amo, sin embargo, últimamente no me ha demostrado todo ese amor que me profesa.Terminar con ella de alguna manera me hace sentir extraño, en cierta manera liberado. Sé que no es correcto lo que hice, pero ¿por qué engañarse si el hijo que está esperando Griselda, es nada más mío? La perdida de Oliver me hace querer regresar el tiempo, me hace querer soltar todo el dinero y todo lo que tengo en el mundo a cambio de que estuviera vivo.Este extraño amor que me nació desde que lo vi, hace que desee a cada segundo estar muerto en lugar de él, Milo dice qu
GRISNo dejo de pensar en todo, en cómo Raze pudo ser capaz de mentir sobre un ataque, vi la mentira en su mirada y la verdad confusa en la de Hans. Con esto confirmo en que Prim tiene razón, está enamorado de mi, ¿cómo es posible? Soy fea, estoy embarazada de otro, soy como una vieja amargada.—Hemos llegado.La voz de Dylan me saca de mi ensimismamiento, me quito el cinturón de seguridad y abro la puerta del auto.—Gracias —arguyo y salgo.—Espera, tenemos que hablar —me toma de la mano.Me quedo en el asiento del auto, lo pienso un par de veces hasta que acepto. GRISTermino de curar la herida de labio de Malcom, y le lanzo una mirada furtiva al padre de mis hijos, Dylan no ha cambiado mucho, y creo que debería hacerlo, si quiero que cuide el día de mañana a este bebé, debe borrar sus ataques impulsivos. Malcom, un castaño de ojos oscuros, apuesto y alto, íbamos juntos en la preparatoria, éramos buenos amigos, un día se fue a estudiar a Londres y jamás nos volvimos a ver.Yo no tenía tiempo para las redes sociales, para mí era más importante el trabajar para llevarme algo a la boca y estudiar, que estar navegando en Instagram o Facebook, revisando las cosas de los demás.—Me alegra tanto verte —le digo tomando asiento al lado de Hans, quien no ha dejado de observarnos a distancia.&nCapítulo 52
HANS Me siento como la peor persona del mundo, para empezar no tengo idea de por qué mierdas traté de ese modo a Ashley, es decir, me irritó el hecho de que quiera todo el tiempo ser el punto de atención, la amo, sí, sin embargo, ahora que he estado conviviendo con Griselda, de alguna manera, lo que sentí hace años por ella, se ha intensificado. Regreso a mi asiento y ella me evita, la azafata le entrega un vaso con agua y observo cómo saca un par de pastillas, se las mete a la boca y enseguida vuelve a guardar todo en su bolso. —Gris… —No quiero discutir, Hans, escucha —suelta un suspiro lleno de exasperación—. Amas a Ashley, cuando todo esto acabe te vas a casar con ella y vas a formar la familia que siempre has querido. Vamos a olvidar lo que pasó en el baño y con anterioridad, lo voy a tomar como
GRIS He perdido la cabeza, mis sentidos se nublan cuando Hans comienza a besarme el cuello, intento recordar cada una de sus palabras y acciones pasadas para tener la fuerza y mandarlo a la mierda, sin embargo, no puedo, me lleva a la cama mientras sus dedos diestros desabrochan mi short corto, en su lugar, los recuerdos de cuando me hacía el amor en el pasado galopan, y me hacen querer, por un solo segundo, que las cosas sigan así, quedarme suspendida ahí, en ese momento exacto. —Hans… —Dime Dylan —gruñe. Me quita las prendas hasta desatar las tiras a los costados de mi bikini. Dejándome desnuda y a su merced, sus ojos resplandecen con lujuria. No quiero ¿o sí? Joder. —Solo déjate llevar Gris. —No, escucha… Demasiado tarde, demasiado rápido, devora mi boca con ansi
GRISLas horas se pasan volando cuando Dylan no deja de mirarme fijamente, estamos sentados en lo que parece el limbo, cuando en realidad no es más que una cafetería apartada del resto de la gente, al parecer los dueños lo conocen y arreglaron todo para que no nos molestaran, quisiera estar feliz luego de lo que pasó, pero no lo estoy, ni una sola pizca, al contrario, el remordimiento llega como golpe directo al corazón, el ruido del reloj colgado en una de las desgastadas paredes, comienza a darme jaqueca.La mesera, a la cual le tiembla el pulso cuando nos trae café, me hace sentir, divertida, incómoda, todo al mismo tiempo. Ser marcha, no sin antes regalarle una sonrisa coqueta a Dylan, pero este no le presta atención, sus ojos siguen fijos en mí.—&iques
GRIS Dylan me observa como si me hubieran salido dos cabezas, sé lo que piensa, y está bien si no quiere, parece ser que Jade es su punto débil, mientras permanecemos en silencio, mi cerebro intenta procesar lo que hicimos hace un par de horas, debería estar avergonzada, él ama a otra y yo he dejado que me folle, él no lo ve así, pero le acaba de ser infiel. Este sentimiento de culpa no me abandona, así que tomo una larga bocanada de aire e intento cambiar de tema. —Lo que pasó hace rato… Sus ojos azules se anclan en mí. —No lo digas —espeta con brusquedad. Mi pecho se desinfla, sabía que se iba a arrepentir. —Lo s