Victoria.
Abrí los ojos en el silencio de aquella habitación y pensé en la visión que había tenido. Mis anhelos porque ese hombre peligroso volviese a salvarme seguían allí. Solía soñar con él a menudo, pensar en que se convertía en mi caballero de fuerte armadura y me sacaba del infierno. Pero ... él no podía hacerlo. Jasper Toro no era nadie. Tan sólo uno de los muchos demonios que dominaban en el infierno.
Me fijé en la habitación en la que me encontraba. Estaba decorada en tonos blanco, gris y negro, de estilo muy elegante. Las sábanas y colchas er
Jasper Toro.Dejé la maleta sobre la cama y miré a través de la ventana de mi habitación.Había lanzado mis cartas en esa tirada, tan sólo tenía que esperar a ver a dónde iba el juego. Si todo salía bien, muy pronto podría celebrarlo con un buen whisky y quizás un par de putas que me quitasen aquella ansiedad.Evité pensar en la muchacha que dormía en una de las habitaciones de aquella hacienda, en mi propia habitación.Unos golpes en la puerta me indicaron que Dexter estaba all&
Victoria.¡Cielos!Ese capullo egoísta.¿Por qué no podía reconocer que me había salvado? ¿Por qué tenía que actuar como un cabrón?Tan sólo quería cruzarle la cara, pero ... mis piernas temblaban ante la sola idea de ser domada por él. Aún estaba convaleciente después de lo que me había sucedido en la casa de Mcland, pero ... de él siempre tenía ganas. Le había echado de menos, a pesar de todo.Atravesé la habitación con pasos ligeros, ab
Jasper.Jugar al billar calma mi corazón y mi mente se centra en el juego, dejando de pensar en cosas que pueden salírseme de las manos.Proteger a Victoria Evans nunca ha sido mi cometido, hacía ya mucho tiempo que dejé ese papel a otros. Por suerte esa chica tenía a otros que pudiesen ocuparse de salvarla.- Señor – comenzó Cole tras abrir de par en par la puerta del despacho, haciendo que mirase hacia ese punto – Scott ya se marcha.- Estaremos en contacto – prometió él, que aún esperaba a que le diese el paradero de su barco. Y era sólo eso
Victoria.Un bonito hotel con vistas al mar en un lugar llamado Cartagena de Indias, en el norte de Colombia. Ese era el lugar en el que nos encontrábamos, mientras papá ultimaba nuestro viaje y Gray cambiaba la televisión. No parecía haber nada que le agradase y entre medias me miraba de reojo.- Lo tengo – aseguró papá, haciendo que Gray apagase la televisión y mirase hacia él – Está en Miami.- Pues tenemos un problema, porque yo no voy a hacer de niñera y dudo que tú quieras marcharte con tu hija a un lugar seguro – Mi padre le asesi
Jasper.Había estado tan cerca de tenerlo todo y tan sólo lo había rozado con los dedos, sin tener oportunidad de proteger mi bien más preciado.¿Por qué, joder? Yo la ansiaba a ella. ¿Por qué cojones no podía tenerla?¿Por qué tenía que ser un puto niño asustado?¿Por qué me escondía detrás de una máscara de superioridad?¿Por qué era tan puto cobarde?
Alex Black.Habíamos escapado de las garras de Mcland de milagro, pero me sentía tan culpable por no conocer el paradero de mi hija. ¿Y si ese cabrón había vuelto a cazarla? Toro tenía razón, había líneas que era mejor no cruzar.- Te lo dije – escuché a Grey a mis espaldas – Ese capullo se ha vuelto un corrupto. Ya no es el fénix inmortal... Toro fue el que nos traicionó. Le dijo a Mcland sobre nuestro paradero. Y para colmo nos mintió sobre las pruebas, el puto barco estaba limpio.- ¿Tu contacto te ha dicho algo de Ambe
Jasper.Aparqué el auto junto a la playa y miré hacia mi acompañante, estaba preciosa desde aquel punto, durmiendo profundamente. Era una pena que tuviese que despertarla. Volví la vista hacia el barco que descansaba sobre la orilla. Apenas se veía, y eso era algo súper necesario para lo que se avecinaba.Un hombre con el cabello largo y tatuajes en sus brazos se detuvo junto a mi ventanilla y yo sonreí como un idiota. Hacía demasiado tiempo que no veía a ese cabrón.- Capitán Fenix Dorado, ¿qué lo trae por aquí? – bromeó, mientras yo me bajaba del vehículo y dejaba a esa prec
Alex Black.El maldito Toro de los huevos... era cómo si se le hubiese tragado la tierra. No había rastro de él por ninguna parte. Pero nosotros no podíamos detenernos en nuestro cometido. No teníamos una mierda, pero estaba dispuesto a pedir favores para conseguir cazar a ese cabrón. Aquello nunca dejó de ser algo personal.Siempre fui una persona que hace las cosas ante la ley, nunca dejé que el dinero me comprase, ni siquiera que el mal me tentase. Estuve años siendo la mano derecha de Mcland, fingiendo ser alguien que no era, infiltrado en su mansión para conseguir las pruebas necesarias para empapelar a ese cabr