Alex Black.
El maldito Toro de los huevos... era cómo si se le hubiese tragado la tierra. No había rastro de él por ninguna parte. Pero nosotros no podíamos detenernos en nuestro cometido. No teníamos una mierda, pero estaba dispuesto a pedir favores para conseguir cazar a ese cabrón. Aquello nunca dejó de ser algo personal.
Siempre fui una persona que hace las cosas ante la ley, nunca dejé que el dinero me comprase, ni siquiera que el mal me tentase. Estuve años siendo la mano derecha de Mcland, fingiendo ser alguien que no era, infiltrado en su mansión para conseguir las pruebas necesarias para empapelar a ese cabr
Victoria.Besar apasionadamente en aquel navío al hombre con más caras de este mundo no era una buena idea, ni siquiera confiar en él de esa forma ciega en la que lo hacía. Una parte de mí ya sabía que sería traicionada por él de nuevo, pero quería aferrarme a esa completa locura un poco más, ni siquiera sabía que todo me explotaría en la cara.- Jasper – le llamé divertida, mientras él seguía aferrándome a mí de esa forma desesperada. Ni siquiera sabía dónde estábamos o a qué lugar nos dirigíamos - ¿qué pasa? – dio un par de pasos hacia atrás y me observó.
Alex Black.Arropé a aquella chica que tenía el corazón lleno de espinas. Había fingido durante toda la tarde que nada de aquello le importaba... Ser traicionada por el hombre en el que confiaba y ser entregada para favorecer en una investigación...¿Por qué ese hombre seguía actuando como un héroe si era un villano? ¿Por qué seguía haciendo lo correcto una y otra vez?¡Dios! Realmente odiaba a ese tío... No.... En realidad, lo admiraba. Era capaz de renunciar a cualquier cosa con tal de ponerla a salvo, incluso a ella misma. Eso era más de lo que yo alguna vez hice por Lucy. Si hubiese renunciado a ella... ahora estaría viva, y quizás esa chica triste que arropaba sería feliz.Salí de la habitación y apoyé la cabeza contra la puerta, dejando que mis lágrimas silenciosas emborronasen mis ojos.Aún la amaba y la añoraba cada día. Si tan sólo pudiese volver el tiempo atrás ... hubiese hecho las cosas de forma distinta. Quizás tendría la oportunidad de dejar que fuese feliz junto a Chuck
Victoria.Era tarde. La luz de la luna se colaba a través de las cortinas de mi habitación en esa noche silenciosa.Mi nueva vida estaba a punto de comenzar y debía olvidar todo mi pasado, dejar atrás mis sentimientos y todo el dolor. Pero mis preguntas seguían acechándome sin descanso.¿Por qué? ¿Por qué Jasper no pudo quedarse a cumplir las promesas que me hizo? Lo que sentía por él seguía allí, atormentándome.Pensé en su sonrisa, en la risa perfecta que se met&i
Jasper Toro.Conducía a toda velocidad por la autopista con mi Macerati Levante, un coche que no todo el mundo puede darse el lujo de conducir. La adrenalina recorría mi cuerpo. Correr era mi nuevo deporte, mi adicción. Me ayudaba a olvidar, a no tener en la cabeza a cierta mujer constantemente.Lo cierto es que aún la odiaba, o a mí mismo en el proceso, por haber haberla entregado a alguien más cuando tuve la oportunidad de un final feliz a su lado.Cómo siempre le oculté la verdad, sin poder decir las cosas importantes.
Alex Black.Mantener un perfil bajo no me costó mucho, siempre me gustó pasar desapercibido en las misiones y aquella vez no era más que una de ellas.La relación padre e hija no iba como esperaba, a pesar de haber pasado todo un año, ella seguía resistiéndose a confiar en mí. Ni siquiera me contaba sus planes y eso requería que yo estuviese encima de ella a cada instante. Quizás por eso descubrí que la relación con su profesor no era de lo más acertada. Estaba tentado a despedir a ese idiota que solía ser todo un Don Juan entre las mujeres de la isla.Sabía que Amber lo estaba pasando mal
Victoria.Volverme fría como el hielo, levantar un muro entre mis emociones y yo misma no me costó mucho. Quizás sólo me engañaba a mí misma, fingía todo el tiempo que Chuck no murió delante de mí, que no fue su sangre lo que me salpicó y que no toqué ese gran charco que se formó en el suelo y que aún estaba caliente. Que Toro no me abandonó, una parte de mí quería creer que fui yo la que puso distancia entre ambos. Y, sobre todo, que mi carcelero no era mi padre biológico.Ese idiota que fingía protegerme solo porque así se lo habían ordenado no significaba nada para mí, me mostró hacía y
Jasper.Aún no estaba listo. Las cosas tenían que seguir cociéndose un poco más antes de dejar ver mis cartas, pero la maldita Verónica Evans estaba obligándome a tomar las cosas precipitadamente de nuevo.¿Qué? ¿Qué se acostaba con un tipo que le doblaba la edad? ¿Cómo se había atrevido? Esa mujer era mía, me negaba a creer que fuese de nadie más.- Esta noche estás muy callado – se quejó mi tía, después de nos hubiésemos acostado. Sabía que era un error grande, mi padre iba a enfadarse si se enteraba. Pero ... joder... supongo que la carne es débil y un hombre tiene necesidades. No podía
Alex Black.Estaba frustrado por la maldita situación. Mis estúpidos intentos por conseguir noticias de fuera no estaban sirviendo para nada y la maldita desinformación me estaba pasando factura.Soy un hombre de acción. Así que no sirvo para estar mucho tiempo alejado de ella.A menudo pensaba en ello. En sí fue mi terrible y ansiosa ansiedad lo que provocó la muerte de la única mujer que he amado en toda mi vida.- ¿Qué haces aquí? – preguntó su voz en mis pensamientos, haciendo que un recuerdo me inundase de pronto.