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Victoria.

¡Cielos!

Ese capullo egoísta.

¿Por qué no podía reconocer que me había salvado? ¿Por qué tenía que actuar como un cabrón?

Tan sólo quería cruzarle la cara, pero ... mis piernas temblaban ante la sola idea de ser domada por él. Aún estaba convaleciente después de lo que me había sucedido en la casa de Mcland, pero ... de él siempre tenía ganas. Le había echado de menos, a pesar de todo.

Atravesé la habitación con pasos ligeros, ab

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