Victoria.
Grité con todas mis fuerzas, me reusé a volver a ser atada y me gané una buena ostia en la mandíbula. Al final acabé en la habitación blanca atada a unas cadenas que caían de la viga superior.
Pensé en Jasper en cómo me dejó allí sin mover si quiera un dedo. ¡Dios! Por un momento pensé que iba a llevarme con él, realmente esperé que me sacaría de aquel infierno, pero ... Mi padre ya no estaba, así que ya no tenía por qué protegerme.
¡Cielos! Jacob tenía razón. No había nadie en el mundo que pudiese salvarme de
Jasper.No quería pensar en las malas decisiones que estaba tomando.La tía tenía su propia forma de hacer las cosas y colaborar con el FBI para conseguir protección era una de ellas. Eso no iba mucho conmigo, evito meterme con según qué colectivos y me mantengo siempre a salvo, pero en mis propios chanchullos.Su relación con Torres podría darnos ventaja, ese cabrón estaba bien enganchado a ella, pero ... no me fiaba demasiado. Los líos de faldas de un agente del FBI corrupto no iban a llevarnos a buen puerto.Tenía asuntos que tratar antes de dar prioridad a mis propios intereses, pero Cole estaba tratando ese tema person
-37-Alex Black.En la bonita localidad de Barcelona, España en el interior de un caro restaurante de la ciudad, frente al mar, en aquella noche estrellada un matrimonio celebraba su aniversario feliz.Él era Remi Duran, un importante alto mando de las fuerzas aéreas francesas que disponía de las claves del antiguo prototipo Electra, algo que nuestro gobierno necesitaba. Por supuesto enviaron a su mejor hombre a la misión, y ahí es dónde entraba yo.Colarme en la habitación de hotel ese alto mando sin alertar a ningún otro ser humano fue fácil. Había sido instruido para ello y con el paso de los años
Victoria.Mi mente divagaba por la inconsciencia mientras mi cuerpo parecía estar al límite, colgada de las vigas que sostenían la casa, con las muñecas en carne viva, el escozor de mi piel, los pies metidos dentro del bidón lleno de agua en el que solía darme las descargas que me partían por la mitad.Quería morir, lo deseaba más que nada en este mundo. Fantaseaba con ello: mi propio ser ya no podía aguantarlo más y moría electrocutada o después de una fuerte sesión de cortes con esa navaja, mientras ese monstruo me tiraba del pelo y me violaba violentamente. Tan sólo quería que todo terminase de una vez.
Jasper Toro.Daba vueltas por el despacho de aquella mansión dónde ella estaría en algún lugar. La tenía tan cerca y al mismo tiempo tan lejos. Parecía que eso era algo que caracterizaba nuestra relación. Sonreí, divertido, mientras Cole miraba a través de la ventana observando como Jacob salía del cobertizo y se acercaba a la casa.- Ya viene – me alertó. Me serené, poniendo todo de mi parte en aquella reunión que iba a resultarme de lo más divertida. Todo un placer dejar con la boca abierta a ese capullo y vengarme a mi manera de haber matado a un
Alex Black.Discutía acaloradamente en aquella noche estrellada. Apenas había dormido, ni siquiera podía pensar con claridad. Llevaba días sin ducharme, había tenido que coger tres aviones comerciales y un barco para llegar hasta allí. Así que... no estaba para escuchar los sermones de Gray, mi ex compañero.- La pondrás en peligro si te presentas allí sin nada, tío – me dijo. Y tenía razón, joder, pero no podía permitir que ese cabrón le hiciese daño a mi hija. Ya me quitó a su madre una vez.
Victoria.Sentada sobre la silla con ese corto camisón negro y altos tacones miraba hacia el espejo frente al que estaba. Mi cabello estaba enmarañado y el maquillaje disimulaba bien los moretones que ese canalla se había atrevido a hacerme.La puerta de la habitación se abrió, asustándome. En los últimos días lo hacía a diario, asustarme con casi cualquier cosa.Mcland entró con fusta en mano, seguido de un tipo que no conocía de nada. Era regordete y calvo y lucía como alguien importante.
Jasper.Di por finalizada la maldita reunión. Quería que mi padre disfrutase de todo el tiempo que le fuese posible cómo un hombre libre, y para ello debía ocuparme de alejar los negocios sucios de él, que se centrasen sólo en mí.A esas alturas del partido, ya no me importaba mucho si moría o vivía, si iba a la cárcel o algo más. Quizás algún día debía pagar todo el daño que estaba haciendo. Pero ... no estaba arrepentido. El sistema legislativo de nuestro país no funciona. ¿Por qué los tipos como yo no éramos detenidos a tiempo? ¿Por qué personas inocentes, cómo mi herma
Victoria.Abrí los ojos en el silencio de aquella habitación y pensé en la visión que había tenido. Mis anhelos porque ese hombre peligroso volviese a salvarme seguían allí. Solía soñar con él a menudo, pensar en que se convertía en mi caballero de fuerte armadura y me sacaba del infierno. Pero ... él no podía hacerlo. Jasper Toro no era nadie. Tan sólo uno de los muchos demonios que dominaban en el infierno.Me fijé en la habitación en la que me encontraba. Estaba decorada en tonos blanco, gris y negro, de estilo muy elegante. Las sábanas y colchas er