Victoria.
Mis manos acariciaron su cabello cortado casi a ras, tanto, que ni siquiera podía tirarle del pelo, y se me apetecía demasiado, en ese momento, mientras él se alimentaba de mi sexo ahí abajo, de rodillas.
Era cómo un animal, gemía y hacía ruidos varios, poniéndome incluso más de lo que ya estaba. Mi cuerpo se expandió y se contrajo al mismo tiempo, como si miles de puntillas se me clavasen en las extremidades y produjesen sensaciones dispersas. Por un momento era cómo si mi espíritu hubiese salido de mi cuerpo y estuviese allí, a nuestro alrededor, flotando.
¡Dios!
Jasper.Nos vestíamos entre miradas cómplices rodeados por el silencio de aquella calurosa noche primaveral.Esa mujer siempre consigue volverme loco y termino cediendo al deseo por ella. Eso es un gran error, más cuando hay tantas cosas en juego.Se mordió el labio de esa forma que me volvía loco y di un paso hacia ella, con ganas de volver a besarla. Pero miré hacia el suelo en cuanto pisé algo duro.¡Diablos! ¿Qué hacía mi teléfono ahí abajo?Lo agarré y pensé
Victoria.Estaba cayendo a un pozo abismal de no retorno al seguir frecuentando a Jasper Toro, más si lo deseaba de esa forma ansiosa en la que lo hacía. Sabía que en algún momento todo se descontrolaría, un gran caos tendría lugar y perdería, pero ... estaba ciega por ese sexo peligroso que él me ofrecía.Ni siquiera me di cuenta en ese entonces que todo estaba a punto de explotarme en la cara.No podía dejar de pensar en él, en los besos que acabábamos de darnos, su perfume aún estaba en mi cuerpo e inundaba mis fosas nasales. Recordaba su sonrisa después de nuestra despedida y
Jasper.¿Cómo podían las cosas haberse salido de control de esa forma?¿Por qué no fui más cuidadoso y colgué el maldito teléfono después de hablar con Evans la noche anterior?No podía dejar que me entregase a los federales. Así que... ¿qué podía hacer? Estaba atado de pies y manos.La miraba de reojo, estaba a tan sólo un metro de mí. Si alargaba la mano en ese justo instante... la rozaría.¡Dios! ¿Cómo se me ocurrió ped
Victoria.Con los ojos fuertemente cerrados me aferraba a un perfecto sueño: mi padre sonreía hacia mí en una soleada playa y me hacía señas para que me acercase. Parecía querer abrazarme, pero por más que corría hacia él las distancias no se acortaban.Su eterna sonrisa me traía paz a ese momento angustioso.¡Dios!¿Qué estaba sucediendo?Los pasos de alguien más resonando en eco por el lugar me hicieron detenerme a mitad de camino, volver la vista hacia el lugar por el
Jasper.No podía creer que Chuck ya no se encontrase en este mundo, que Mcland finalmente hubiese acabado con el único hombre que podía cuidar de esa chica. Porque mi papel en la historia nunca fue el de proteger, yo era el tipo malo, el que profesaba dolor y muerte.Tenía que elegir bien mis pasos antes de tomar una decisión, pero rescatar a esa chica de su destino, no era asunto mío.- Toro – me despertó Cole, mientras descansaba mi mente, teniendo pensamientos contradictorios bajo la luz de la luna, sentado en mi sillón de pensar – Mcland ha accedido a una reunión para hablar de negocios.
Victoria.Claire me ayudó a ducharme y me consiguió algo de ropa de su hija que estaba estudiando fuera. Solía tener la mirada perdida cuando hablaba sobre ella, pero decidí no darle importancia.- ¿Cómo ha llegado el señor Bigotes a esta casa? – quise saber mientras me daba una vuelta por aquella habitación blanca en la que parecía que iba a retenerme ese hombre en contra de mi voluntad.- Nunca desapareció, fue robado – contestó ella.- ¿Cómo? – pregunté con incredulidad.
Jasper.No podía dejar de pensar en la puta situación de mierda. En lo que ese cabrón iba a hacer con ella, en lo mucho que quería salvarla sin poder mover ni un dedo.¿A quién podía recurrir? Ella no tenía a nadie en el mundo. No había nadie más.¿En qué puto momento se había ido todo a la mierda tanto? ¿y qué cojones pasaba por mi mente cómo para querer convertirme en el héroe de aquella puta historia?- ¿Se puede saber qué mierdas ha pasado ahí dentro? – se quejaba Dexter ya
Victoria.Grité con todas mis fuerzas, me reusé a volver a ser atada y me gané una buena ostia en la mandíbula. Al final acabé en la habitación blanca atada a unas cadenas que caían de la viga superior.Pensé en Jasper en cómo me dejó allí sin mover si quiera un dedo. ¡Dios! Por un momento pensé que iba a llevarme con él, realmente esperé que me sacaría de aquel infierno, pero ... Mi padre ya no estaba, así que ya no tenía por qué protegerme.¡Cielos! Jacob tenía razón. No había nadie en el mundo que pudiese salvarme de