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Jasper.

Esa maldita locura estaba fuera de control. Encuentros clandestinos que tenían lugar esos días, en aquel oscuro bosque, sin que hubiese palabras, tan sólo dos cuerpos entregándose a la pasión de los amantes.

Era un error grave, si Mcland se enteraba las cosas se saldrían de control. Pero esa mujer... era como una maldita droga que no podía dejar de tomar.

- Jasper – suplicó en aquella oscura noche, después de recibir esa mirada lasciva que solía echarle con frecuencia. Retrocedí cuando intenté acercarme, y termin&eacu

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