Victoria.
La oscuridad de aquel oscuro callejón no me daba ni un poco de miedo. Eran los miles de ojos que podrían acecharme ocultos en ella lo que me asustaba.
Recorrerlo a paso ligero, sin poder dejar de pensar en las palabras de atención de Toro. Mcland estaba vigilando sus pasos, por lo que tenerme cerca era peligroso para ambos. ¿Qué tan malo sería si ese capullo se enteraba de lo que había entre nosotros?
Un ruido a un lado me hizo prestar atención hacia ese lugar. Abrí la boca dispuesta a chillar, asustada, cuando le vi: a ese hombre cubierto de tatuajes. Tenía un feo corte en la frente y otro en el
Jasper.Esa maldita locura estaba fuera de control. Encuentros clandestinos que tenían lugar esos días, en aquel oscuro bosque, sin que hubiese palabras, tan sólo dos cuerpos entregándose a la pasión de los amantes.Era un error grave, si Mcland se enteraba las cosas se saldrían de control. Pero esa mujer... era como una maldita droga que no podía dejar de tomar.- Jasper – suplicó en aquella oscura noche, después de recibir esa mirada lasciva que solía echarle con frecuencia. Retrocedí cuando intenté acercarme, y termin&eacu
Victoria.Me sentía tan patética en ese momento. Tan sólo quería desaparecer de ese coche.Escuchaba la radio de fondo, él la puso hacía ya un rato para disimular el incómodo silencio que existía entre nosotros.Sus palabras seguían acechándome, mientras mis lágrimas acechaban con salir y el nudo en mi garganta estaba cada vez más presente."¿Por qué sigues pidiéndome cosas que no puedo darte, Victoria? Te lo he dicho ya, creo que he sido claro contigo. Así qué... ¿por qué sigues pidi&e
Jasper.Los planes estaban saliendo según lo previsto. Mcland estaba cayendo en mi trampa y no se olía absolutamente nada. Creía como un corderito en mis palabras y en las de Chuck.Se suponía que mi cabeza de turco iba a tirarse un farol, que le haría creer al cabrón de Jacob que iba a traicionarme, y ... ese rumor estaba dando sus frutos. La visita que me hizo esa noche no fue de cortesía, quería poner sus malditas cartas sobre la mesa.No quería pensar en lo que había pasado con Victoria Evans esa semana. Ella merecía mucho más de lo que yo estaba dispuesto a darle. A pesar de eso... no iba
Victoria.Jadeaba envuelta en deseo, entre la multitud, con aquel sofocante calor, en medio de la pista, mientras la música retumbaba en el local, y sentía la mirada de Jasper sobre mí.Cuando empecé aquella pequeña aventura jamás imaginé que terminaría en un club de estriptis bailando en la pista, dejándome magrear por cualquiera sólo para conseguir la atención de otro tío. En mi desesperado intento por demostrarle algo a un cabrón.Quería darle a probar de su propia medicina. Y eso me estaba llevando a cruzar límites que nunca antes había siquiera imaginado.
Jasper.¡Cielos!Temblaba. Y ni siquiera sabía si era de rabia o por algo más.Había perdido los papeles ahí dentro, me había rendido a lo que esa fiera me hacía sentir y había terminado dándole lo que me estaba pidiendo a gritos.Tenía que serenarme de una vez. Yo no era de los que perdía la paciencia con facilidad. Entonces... ¿qué cojones me pasaba con esa muchacha?- Para aquí – le dije a Cole en mitad del callejón. Se detuvo y esperó instruccione
Victoria.Mis manos acariciaron su cabello cortado casi a ras, tanto, que ni siquiera podía tirarle del pelo, y se me apetecía demasiado, en ese momento, mientras él se alimentaba de mi sexo ahí abajo, de rodillas.Era cómo un animal, gemía y hacía ruidos varios, poniéndome incluso más de lo que ya estaba. Mi cuerpo se expandió y se contrajo al mismo tiempo, como si miles de puntillas se me clavasen en las extremidades y produjesen sensaciones dispersas. Por un momento era cómo si mi espíritu hubiese salido de mi cuerpo y estuviese allí, a nuestro alrededor, flotando.¡Dios!
Jasper.Nos vestíamos entre miradas cómplices rodeados por el silencio de aquella calurosa noche primaveral.Esa mujer siempre consigue volverme loco y termino cediendo al deseo por ella. Eso es un gran error, más cuando hay tantas cosas en juego.Se mordió el labio de esa forma que me volvía loco y di un paso hacia ella, con ganas de volver a besarla. Pero miré hacia el suelo en cuanto pisé algo duro.¡Diablos! ¿Qué hacía mi teléfono ahí abajo?Lo agarré y pensé
Victoria.Estaba cayendo a un pozo abismal de no retorno al seguir frecuentando a Jasper Toro, más si lo deseaba de esa forma ansiosa en la que lo hacía. Sabía que en algún momento todo se descontrolaría, un gran caos tendría lugar y perdería, pero ... estaba ciega por ese sexo peligroso que él me ofrecía.Ni siquiera me di cuenta en ese entonces que todo estaba a punto de explotarme en la cara.No podía dejar de pensar en él, en los besos que acabábamos de darnos, su perfume aún estaba en mi cuerpo e inundaba mis fosas nasales. Recordaba su sonrisa después de nuestra despedida y