Jasper.
No podía quitar los ojos de la acción, no cuando todas esas sensaciones estaban allí, rodeándonos. Dejé escapar un sonoro gemido cuando su lengua inspeccionó el lugar, y casi me corro del gusto cuando fueron sus labios los que se enroscaron en mi contorno.
Joder, esa maldita mujer me volvía loco. Mis piernas temblaban, y tuve que sujetarme de nuevo a los apliques de la ducha que tenía sobre mí, mientras ella disfrutaba de esa mamada, gimiendo a cada rato, como jamás una mujer me lo mamó con anterioridad.
La habitación pronto se llenó de ese calor, a pesar de hacer frío fu
Victoria.¡Dios Bendito!¿Qué era lo que no podía dejar de hacer con ese hombre peligroso?Tenía que volver a mis sentidos.Él mismo me había reconocido que no iba a dejar de acostarse con otras mujeres y, aun así, allí estaba, abriéndome de piernas para un tipo como él.Tenía que parar de una vez.Pero ... ¿por qué no podía?Ese hombre era como una drog
Jasper.El reguetón sonaba en el despacho a todo volumen, mis sextos sentidos se dispersaban, mientas el alcohol y la heroína que me había metido me hacía efecto.Necesitaba desconectar de aquella mierda, la puta situación de los huevos me sacaba de quicio. La zorra de mi madre con sus malditos chanchullos en Colombia poniéndose en peligro y el juicio por la condicional de papá debía tener toda mi atención. Lo estaba haciendo realmente bien, y mover mis hilos en el exterior iba a servir para algo más que asegurarle una buena estancia en la cárcel.Para colmo Evans estaba a punto de traicionarme, Mcla
Victoria.La oscuridad de aquel oscuro callejón no me daba ni un poco de miedo. Eran los miles de ojos que podrían acecharme ocultos en ella lo que me asustaba.Recorrerlo a paso ligero, sin poder dejar de pensar en las palabras de atención de Toro. Mcland estaba vigilando sus pasos, por lo que tenerme cerca era peligroso para ambos. ¿Qué tan malo sería si ese capullo se enteraba de lo que había entre nosotros?Un ruido a un lado me hizo prestar atención hacia ese lugar. Abrí la boca dispuesta a chillar, asustada, cuando le vi: a ese hombre cubierto de tatuajes. Tenía un feo corte en la frente y otro en el
Jasper.Esa maldita locura estaba fuera de control. Encuentros clandestinos que tenían lugar esos días, en aquel oscuro bosque, sin que hubiese palabras, tan sólo dos cuerpos entregándose a la pasión de los amantes.Era un error grave, si Mcland se enteraba las cosas se saldrían de control. Pero esa mujer... era como una maldita droga que no podía dejar de tomar.- Jasper – suplicó en aquella oscura noche, después de recibir esa mirada lasciva que solía echarle con frecuencia. Retrocedí cuando intenté acercarme, y termin&eacu
Victoria.Me sentía tan patética en ese momento. Tan sólo quería desaparecer de ese coche.Escuchaba la radio de fondo, él la puso hacía ya un rato para disimular el incómodo silencio que existía entre nosotros.Sus palabras seguían acechándome, mientras mis lágrimas acechaban con salir y el nudo en mi garganta estaba cada vez más presente."¿Por qué sigues pidiéndome cosas que no puedo darte, Victoria? Te lo he dicho ya, creo que he sido claro contigo. Así qué... ¿por qué sigues pidi&e
Jasper.Los planes estaban saliendo según lo previsto. Mcland estaba cayendo en mi trampa y no se olía absolutamente nada. Creía como un corderito en mis palabras y en las de Chuck.Se suponía que mi cabeza de turco iba a tirarse un farol, que le haría creer al cabrón de Jacob que iba a traicionarme, y ... ese rumor estaba dando sus frutos. La visita que me hizo esa noche no fue de cortesía, quería poner sus malditas cartas sobre la mesa.No quería pensar en lo que había pasado con Victoria Evans esa semana. Ella merecía mucho más de lo que yo estaba dispuesto a darle. A pesar de eso... no iba
Victoria.Jadeaba envuelta en deseo, entre la multitud, con aquel sofocante calor, en medio de la pista, mientras la música retumbaba en el local, y sentía la mirada de Jasper sobre mí.Cuando empecé aquella pequeña aventura jamás imaginé que terminaría en un club de estriptis bailando en la pista, dejándome magrear por cualquiera sólo para conseguir la atención de otro tío. En mi desesperado intento por demostrarle algo a un cabrón.Quería darle a probar de su propia medicina. Y eso me estaba llevando a cruzar límites que nunca antes había siquiera imaginado.
Jasper.¡Cielos!Temblaba. Y ni siquiera sabía si era de rabia o por algo más.Había perdido los papeles ahí dentro, me había rendido a lo que esa fiera me hacía sentir y había terminado dándole lo que me estaba pidiendo a gritos.Tenía que serenarme de una vez. Yo no era de los que perdía la paciencia con facilidad. Entonces... ¿qué cojones me pasaba con esa muchacha?- Para aquí – le dije a Cole en mitad del callejón. Se detuvo y esperó instruccione