Volvió a girar la cabeza hacia Tadeo y, con voz firme, dijo:

—¿De qué facción es exactamente mi respaldo? ¿Qué tiene que ver contigo? ¡¿Por qué tantas tonterías?! ¡Cierra la boca! ¡Más palabras vacías no valen tanto como un combate!

Al decir esto, Benedicto, quien estaba al lado de Fane, estaba a punto de darle un pulgar hacia arriba a Fane. Estas palabras lograron dejar a Tadeo sin habla, dejándolo con un rostro lívido. Si Tadeo hubiera insistido en hablar sin cesar, habría parecido particularmente débil.

Después de todo, como dijo Fane, ¡más vale una pelea que mil palabras vacías! Tadeo tuvo que tragarse todas sus palabras por el momento, mirando a Fane con ojos centelleantes de furia.

Ya estaba planeando en su mente cómo torturar a ese chico una vez que subiera al escenario de combate. No iba a permitirle rendirse fácilmente, ni siquiera le daría la oportunidad de rendirse. No iba a dejar que ese chico muriera tan fácilmente; primero quería torturarlo bien, llevarlo al límite de la