Todos salen felices de la sala de reunión, excepto Aren, el hombre lobo, y Gil, la nueva arconte, quienes no logran comprender lo que acaba de suceder. Se toman de las manos, mirándose tristemente. El Arconte Mayor se acerca a ellos.—¿Por qué están tristes? ¿No escucharon lo que tu papá, Gil, pidió? —pregunta el Arconte Mayor.—Sí, pero no entendemos de qué hablaron —responden ambos.El Arconte Mayor explica: —Aren y Oto seguirán siendo hombres lobo. Crearemos una mujer loba para ti, Gil, y otra para Lúa, a tu semejanza.—No quiero que Aren esté con otra mujer —protesta la arconte Gil.—No será otra mujer, serán duplicados de ustedes —explica el Arconte Mayor.—¿Nosotras? ¿Cómo es eso? —ahora las dos arcontes muestran interés.—Su papá se los enseñará. Estas duplicadas tendrán todas sus memorias y se comportarán, amarán a Aren y Oto como ustedes. Además, ahora que Gil de Aren es una Arconte y no una mujer loba, nosotros permaneceremos siendo Arcontes y humanos. No interferiremos en s
La reacción de las arcontes es de completa negativa ante la sugerencia del Arconte Mayor y el hombre lobo Aren que se sienten frustrados e incapaces de resolver ese gran problema. Ambas arcontes Gil se mantienen firmes en su postura de no aceptar compartir a Aren y al Arconte Mayor entre ellas y mucho menos al lobo Oto, lo cual los tiene desconcertados. La furia y la frustración se reflejan en los rostros de las arcontes Gil, quienes se sienten desafiadas y no están dispuestas a ceder en sus deseos de exclusividad. La tensión en la habitación se vuelve aún más intensa, mientras el Arconte Mayor y Aren intentan encontrar una solución que satisfaga a todos.El Arconte Mayor, consciente de la importancia de mantener la armonía y el equilibrio entre todos, intenta nuevamente mediar en la situación.—Comprendo que esto puede ser difícil de aceptar para ambas, pero debemos encontrar una manera de convivir y ser felices juntos. No podemos permitir que la rivalidad y los deseos de posesión
En lo que Enril termina de escuchar a su hermano el Arconte mayor y al hombre lobo y de notar la gran angustia que los embarga por no saber como resolver el problema que tiene las hermanas gemelas arcontes Gil, y se los lleva con él, dejando a las chicas hablando entre ellas.—Entonces si entendí bien —habla Leía, luego de escuchar toda la historia que les contaron ambas arcontes Gil.— ¿Ustedes compartirán a Aren y al Arconte Mayor?—¡No! —. Exclaman las dos al mismo tiempo.—Entonces es fácil, Gil número uno es la dueña del Arconte, ¿verdad?—Sí.—Gil número dos, del hombre lobo.—Sí—Pero tú Gil número uno, quieres que siga siendo tuyo Aren. Pero no quieres compartir al Arconte mayor.—Exacto.—¿Ni tampoco quieres, Gil número dos, compartir a Aren y a Oto?—Exacto.—¿Cuál es el enredo?—El enredo es, que si creamos una mujer loba a semejanza de nosotras como nos explicó el maestro divino Serafín, tendremos que compartir a Aren, Oto y al Arconte Mayor.—Entiendo que crear una mujer
El palacio estaba engalanado con telas suntuosas que colgaban de las paredes, resplandeciendo en tonos dorados y plateados. Las velas perfumadas iluminaban cada rincón, creando una atmósfera mágica y festiva. Los hombres lobos, liberados de la opresión de los Arcontes, se sentían llenos de orgullo y alegría al ser la manada líder.El Alfa Aoron, acompañado por su hermano Zoran, también un Alfa, había decidido ceder temporalmente el liderazgo para permitir que los jóvenes exploraran el mundo exterior. Aquella noche, se celebraría un gran baile para presentar oficialmente a todos los aliados y celebrar la nueva era de libertad.—Aren — llamó el Alfa Aoron, sorprendido al ver cómo su hijo lobo le respondía.—Sí, mi Alfa — respondió Oto.—No tú, Oto — dijo el Alfa Aoron, torciendo ligeramente el rostro—. ¿No me dijeron que ahora mi hijo, el Arconte Mayor, se llamaría como tu humano?—Sí, mi Alfa. Ha decidido adoptar ese nombre —respondió Oto con firmeza. —Aunque aún cuando escucho el nomb
La recién nombrada para ocupar el puesto de Diosa Lunar, la quinta hija de la anterior diosa luna que fue sancionada a vivir con su esposa y sus restantes hijas. La nueva diosa Luana, esposa del Jan el hijo del Dios Anuxis, está arrodillada delante de la venerada y más antigua diosa lunar que se tenga conocimiento y le suplica delante de sus hermanas. Donde le pide que la quite de ser la diosa luna porque no es merecedera de tal puesto—Abuela, te digo que debes salvarme del delito que he cometido —se sincera Luana.—¡Por los cielos, niña! ¿Qué delito? ¿De qué estás hablando? —pregunta la abuela, sorprendida.—Ya les dije que no me sé las leyes, y al ver que no podía convertir al hombre lobo en Arconte, le otorgué un gran poder digno de los dioses, y ahora me acabo de enterar que estaba prohibido. Lo peor es que una vez concedido no puedo quitárselo, porque utilicé el milagro que se otorga al convertirme en diosa Luna.—Acabarás de decir que fue lo que le otorgaste.—Abuela, al ver qu
A los enormes gritos de las gemelas, todos los Arcontes se hacen presentes. El Arconte Zoran se engrandece junto a Enver y les lanzan un rayo a sus hijas para impedir que sigan creciendo. El Alfa Aoron, junto al maestro Serafín, también se engrandecen y los ayudan a contenerlas, cuando escuchan un potente estruendo.Jan se ha convertido en el dios del mal y se enfurece, lanzando llamas, rayos y centellas contra Oto y Luana, quien sigue prendida de la boca del humano que poco a poco se convierte en lobo. El Arconte Mayor, junto al Arconte de Enril, lo protegen.Finalmente, Luana suelta a Oto y deja de rodearlo con la energía divina. Al girarse, mira sorprendida a su alrededor y se dispone a explicarlo todo. Sin embargo, Jan furioso la atrapa.—¡No lo hagas, hijo! —grita Jan airadamente mientras atrapa a Luana. —No lo hagas. Se escucha la voz del dios Anuxis; pero es tarde, Jan ha introducido a Luana en su cuerpo ante la mirada aterrorizada de todos. Eso significa que la desintegrará p
El hombre lobo Oto mira al Arconte mayor furioso por haber convertido a las dos arcontes Gil y Lúa en embriones y entrado en el vientre de la arconte Enver, su madre sin comprender porque hizo tal cosa sin consultarlo con él. Aren al darse cuenta de la confusión de Oto se gira para él: —Ellas deben aprender a que son dos seres independientes desde el vientre de su madre. Ellas no se reconocen como hermanas, sino como rivales, eso debe cambiar o pueden provocar una calamidad. Tú y yo deberemos esperar que nazcan y sean adultas para marcarlas. —Pero tú marcaste a la tuya, yo no. —Sí lo hiciste, yo coloqué tu energía en ella. Desde que nazcan, ambas sabrán a quién pertenecen y no volverán a discutir por nosotros. —Debiste preguntarme, debiste preguntar a mi manada si quería que los convirtiéramos en eso —protesta molesto Oto. Para su sorpresa, escucha a la manada en pleno dando las gracias al Arconte Mayor y a él arrodillados— bueno, parece que están de acuerdo. —La manada confía en
La Arconte Enver y el Arconte Zoran estaban rebosantes de felicidad con su embarazo gemelar. Ellos no habían podido disfrutar de esa alegría antes, y cada tarde paseaban de la mano por toda la manada, esperando con ansias el nacimiento de sus dos preciosas hijas. Anhelaban que las gemelas llegaran al mundo como entidades individuales, pero que a la vez se amaran profundamente como hermanas gemelas.Luego de un profundo análisis con los dioses, se les concedió a Zoran y Enver la petición de que sus hijas gemelas pudieran convertirse en mujeres lobas. Para ello, la diosa Luna les otorgó a cada una otra alma de lobo. A la primera gemela la nombraron Gil, quien mantendría a su loba llamada Lúa, y a la segunda gemela le dieron el nombre de Adara, con su alma de lobo llamada Geisi. Con esta bendición, al nacer, ambas serían individuos diferentes sin confusión, pudiendo transformarse en lobas, humanas y arcontes.—Ya falta poco para que nazcan—, dijo el alfa Zoran al ver llegar como cada tar