Mi padre observó a Gerald con atención y Gerald lo miró sabiendo que en alguna parte de sí mismo se preguntaba cómo respondería a esa pregunta que le había hecho.Podía decir que realmente me amaba, pero eso sería mentirle y Gerald nunca fue cómplice de las mentiras, por otro lado, podía decir la verdad sobre el contrato y por qué me lo había presentado en primer lugar. . .Pero tampoco era una buena idea para deshacerse de las preguntas de mi padre.Gerald respiró hondo y en lugar de ser honesto, prefirió mentirle.—Siento un gran amor por su hija.Mi padre y yo nos quedamos con la boca abierta al igual que los ojos, lo que dijo Gerald fue más que sorprendente y entonces, mi padre sin comerse la historia de lo que decía siguió preguntando.—¿Y qué hay de Erika? Desde que llegaste la has defendido hasta de la mujer por la que me dices sentir un gran amor.—Obviamente me molestaron ciertos comentarios que hizo, después de todo ella era mi primera esposa, señor Watson.—Ya veo…
—Me casaré con ella si eso la hace feliz.Ahí estaba yo, escuchando esas palabras que salían de la boca de Gerald sin poder creerlo y por supuesto que yo no le creía en absoluto.—No... — fue mi respuesta más estúpida y aquí estoy lidiando con la pregunta de mi padre.Después de unos segundos de ver a Gerald tragar saliva y mirarme como pidiendo ayuda, dije:—No quiero casarme papá, pero si Gerald te dijo que lo hará, no tengo elección… supongo.Lo sé, sé que fui demasiado cruel con Gerald para dejarlo así, pero lo pensé mejor y si se metió en ese problema, simplemente me marcho ya que es una de las reglas de su contrato.Vi las facciones de mi padre relajándose mientras le preguntaba a Gerald nuevamente si se casaría conmigo y él nuevamente dijo que sí.Mientras conversaban entre hombres sobre ese problema, deje los dulces en la mesa, mis piernas temblaban de nervios y se podía ver claramente que a Gerald también.De allí corrí lo más rápido que pude a la cocina donde me esperaba mi
Mi madre se levantó de la otra silla en la que estaba sentada, puso su mano en mi hombro y comenzó su aparente charla de ánimo. —Mili, te voy a decir algo y espero que no te enojes conmigo. Levanté una ceja sorprendida por sus palabras. Era extraño que mi madre me hablara así y más con esa cara seria cuando no lo era en absoluto. —No te preocupes mami, dime lo que tengas que decirme, estás en tu derecho y supongo que es más un consejo que un comentario. Ella asintió y se sentó a mi lado. —Si Gerald quiere casarse contigo, no deberías preocuparte por eso ni negarte a ser su esposa. —¿Porque lo que dices? —Porque eso significa que te quiere en su vida y como su esposa, no solo está viendo a Erika en su vida, te está tomando en consideración como una candidata digna —agito una mano—. Claro, si hablamos en su idioma. —No mami, no creo que él quiera hacerlo de la forma en que te lo propones, además, me presentó a un… —¡Mili! Salté de la silla de inmediato, gire para ver en la dir
—Sigue soñando —solté ese pensamiento por mi boca, vi a Gerald apretar el volante del auto —no escucharás algo tan obsceno de mi parte. —No me desafíes, Mili, puedo hacerte decir lo que quiera. —No te estoy desafiando, pero me gustaría verte intentarlo—. Me reí —¿Ya estamos casi ahí? —Apenas comenzamos Mili, no tomará mucho tiempo, pero necesito que seas paciente. No dije una sola palabra, incluso cuando él estaba a mi lado proponiéndome un desafío que estaba segura de que este hombre experto en seducción ganaría. Un largo momento de incómodo silencio se hizo presente entre los dos y poco a poco mi desesperación por saber cómo estaba Carlos se hizo más pronunciada. Pude ver desde esa ventana lo hermosa que se veía la ciudad con todas sus luces encendidas y mostrando su belleza a las personas que la habitaban, me llamó la atención una calle en específico y al fondo, una mansión que sabía era el punto de destino y donde Carlos estaba allí. El auto avanzo hasta una reja gris que nos
El corazón se me fue acurrucando en él pecho, sus palabras eran sinceras y lo sentí desde el momento en que empezó a hablar.—Esta bien, Gerald, creo en tus palabras y en que no querías sacarme alguna cosa sobre Erika, para ser honesta estoy cansada de escuchar sobre ella.—Mili… aquí escucharás mucho su nombre y sobretodo de Carlos —una expresión de tristeza se asomo por su rostro y un suspiro escapó de sus labios —¿Ah Carlos también le responderías lo mismo que a mí?—¡Jamás! —negué con la cabeza.Puse mis manos en su pecho, baje la mirada cerrando los ojos y pensé en que no podría ser así con Carlos si en algún instante me sacara a relucir a su madre.Sin importar la razón, ella es su madre y la antigua esposa de Gerald, por ese pequeño, es todo lo que debo de entender y me basta.Gerald observo con detenimiento mi reacción y me obsequio una sonrisa triste, alzo una mano y la dejo reposar en mi cabeza, la movió de lado a lado y luego bajo hasta mi mejilla.—No me hace más in
Caminé hasta la habitación de Carlos dejando la charola en una mesa cerca de su cama, tomé la cuchara y le di esa sopa poco a poco.Le acaricie la cabecita y lo vi sonreír con cada bocado que le ponía en la boca.—Veo que te gusta lo que prepare con tanto amor — le dije con una sonrisa en los labios.El pequeño observó la figura de su padre recostado contra el marco de la puerta, le dedicó una sonrisa que ignoró por completo, que no devolvió y por eso Carlos ignoró su reacción.Siguió mirando la escena sin decir una sola palabra.Carlos terminó su sopa, dejé el plato vacío en la bandeja y cuando me iba a regresar a la cocina el pequeño tirón en mi camisa me distrajo.—Profesora Mili, ¿me lee un cuento?Vi los ojos de ese niño mirarme con una emoción que dudaba que fuera por la fiebre.—Me voy a mi habitación por un rato —puso los ojos en blanco—. Definitivamente no quiero escuchar una historia inútil.El pequeño mostró un puchero en su boca y su rostro estaba triste, Gerald n
Mis mejillas se sonrojaron y sentí mis bragas completamente mojadas, no era natural observar a un hombre con tanto detalle como lo había hecho en varias ocasiones con Gerald, ese hombre me volvía loca.—¿Necesita algo, señorita Watson?Pregunta el hombre que se para firme frente a mí, deja ambas manos en su cintura y me observa estirada en el sofá de la sala babeando por el físico que se envía, se podría decir que lo devoraba con los ojos.—Parece que te gusta lo que ves, Mili.Salté e ignoré su comentario anterior, centré mi atención en saber dónde estaba mi habitación, yo estaba completamente muerta de cansancio y él al parecer estaba muy fresco.—Lo siento, quería saber dónde dormiría —dirigí mi mirada a la puerta del baño por donde Gerald había salido.Levanté mi cuerpo del sofá y traté de calmarme, apartar la mirada de donde Gerald estaba parado mirándome con esos ojos de cazador buscando a su presa.—¿Carlos ya se durmió? —preguntó en voz baja, caminando hacia un armario sin imp
El sol entraba por los ligeros pliegues de las ventanas, arrugué el rostro y me aferré a esa cálida sensación pegada a mi cuerpo.Abrí los ojos, mi corazón latía con fuerza por lo que había hecho anoche sin consentimiento.Estaba aferrada a Gerald como si fuera un osito de peluche, él tenía su mano envuelta alrededor de mi cintura mientras yo tenía cómodamente mi cabeza en su pecho al igual que mi mano, pero mi ataque al corazón ocurrió cuando vi el muslo de mi pierna descansar donde estaba el miembro erecto de Gerald.—¡Maldita sea, maldita sea, y mil veces maldita sea! —Maldije suavemente, rezando por no despertar a ese hombre.Traté de levantar mi pierna lentamente moviéndola desde allí, quitando mi mano de su pecho a pesar de que quería dejarla allí y me moría por bajarla a donde estaba mi muslo en este momento.Levanté suavemente mi cuerpo casi logrando separarme de Gerald hasta que lo vi abrir los ojos medio dormido y dejarme debajo de su enorme cuerpo en un solo movimiento.—Bu