—Sigue soñando —solté ese pensamiento por mi boca, vi a Gerald apretar el volante del auto —no escucharás algo tan obsceno de mi parte. —No me desafíes, Mili, puedo hacerte decir lo que quiera. —No te estoy desafiando, pero me gustaría verte intentarlo—. Me reí —¿Ya estamos casi ahí? —Apenas comenzamos Mili, no tomará mucho tiempo, pero necesito que seas paciente. No dije una sola palabra, incluso cuando él estaba a mi lado proponiéndome un desafío que estaba segura de que este hombre experto en seducción ganaría. Un largo momento de incómodo silencio se hizo presente entre los dos y poco a poco mi desesperación por saber cómo estaba Carlos se hizo más pronunciada. Pude ver desde esa ventana lo hermosa que se veía la ciudad con todas sus luces encendidas y mostrando su belleza a las personas que la habitaban, me llamó la atención una calle en específico y al fondo, una mansión que sabía era el punto de destino y donde Carlos estaba allí. El auto avanzo hasta una reja gris que nos
El corazón se me fue acurrucando en él pecho, sus palabras eran sinceras y lo sentí desde el momento en que empezó a hablar.—Esta bien, Gerald, creo en tus palabras y en que no querías sacarme alguna cosa sobre Erika, para ser honesta estoy cansada de escuchar sobre ella.—Mili… aquí escucharás mucho su nombre y sobretodo de Carlos —una expresión de tristeza se asomo por su rostro y un suspiro escapó de sus labios —¿Ah Carlos también le responderías lo mismo que a mí?—¡Jamás! —negué con la cabeza.Puse mis manos en su pecho, baje la mirada cerrando los ojos y pensé en que no podría ser así con Carlos si en algún instante me sacara a relucir a su madre.Sin importar la razón, ella es su madre y la antigua esposa de Gerald, por ese pequeño, es todo lo que debo de entender y me basta.Gerald observo con detenimiento mi reacción y me obsequio una sonrisa triste, alzo una mano y la dejo reposar en mi cabeza, la movió de lado a lado y luego bajo hasta mi mejilla.—No me hace más in
Caminé hasta la habitación de Carlos dejando la charola en una mesa cerca de su cama, tomé la cuchara y le di esa sopa poco a poco.Le acaricie la cabecita y lo vi sonreír con cada bocado que le ponía en la boca.—Veo que te gusta lo que prepare con tanto amor — le dije con una sonrisa en los labios.El pequeño observó la figura de su padre recostado contra el marco de la puerta, le dedicó una sonrisa que ignoró por completo, que no devolvió y por eso Carlos ignoró su reacción.Siguió mirando la escena sin decir una sola palabra.Carlos terminó su sopa, dejé el plato vacío en la bandeja y cuando me iba a regresar a la cocina el pequeño tirón en mi camisa me distrajo.—Profesora Mili, ¿me lee un cuento?Vi los ojos de ese niño mirarme con una emoción que dudaba que fuera por la fiebre.—Me voy a mi habitación por un rato —puso los ojos en blanco—. Definitivamente no quiero escuchar una historia inútil.El pequeño mostró un puchero en su boca y su rostro estaba triste, Gerald n
Mis mejillas se sonrojaron y sentí mis bragas completamente mojadas, no era natural observar a un hombre con tanto detalle como lo había hecho en varias ocasiones con Gerald, ese hombre me volvía loca.—¿Necesita algo, señorita Watson?Pregunta el hombre que se para firme frente a mí, deja ambas manos en su cintura y me observa estirada en el sofá de la sala babeando por el físico que se envía, se podría decir que lo devoraba con los ojos.—Parece que te gusta lo que ves, Mili.Salté e ignoré su comentario anterior, centré mi atención en saber dónde estaba mi habitación, yo estaba completamente muerta de cansancio y él al parecer estaba muy fresco.—Lo siento, quería saber dónde dormiría —dirigí mi mirada a la puerta del baño por donde Gerald había salido.Levanté mi cuerpo del sofá y traté de calmarme, apartar la mirada de donde Gerald estaba parado mirándome con esos ojos de cazador buscando a su presa.—¿Carlos ya se durmió? —preguntó en voz baja, caminando hacia un armario sin imp
El sol entraba por los ligeros pliegues de las ventanas, arrugué el rostro y me aferré a esa cálida sensación pegada a mi cuerpo.Abrí los ojos, mi corazón latía con fuerza por lo que había hecho anoche sin consentimiento.Estaba aferrada a Gerald como si fuera un osito de peluche, él tenía su mano envuelta alrededor de mi cintura mientras yo tenía cómodamente mi cabeza en su pecho al igual que mi mano, pero mi ataque al corazón ocurrió cuando vi el muslo de mi pierna descansar donde estaba el miembro erecto de Gerald.—¡Maldita sea, maldita sea, y mil veces maldita sea! —Maldije suavemente, rezando por no despertar a ese hombre.Traté de levantar mi pierna lentamente moviéndola desde allí, quitando mi mano de su pecho a pesar de que quería dejarla allí y me moría por bajarla a donde estaba mi muslo en este momento.Levanté suavemente mi cuerpo casi logrando separarme de Gerald hasta que lo vi abrir los ojos medio dormido y dejarme debajo de su enorme cuerpo en un solo movimiento.—Bu
Gerald gritó desde abajo que teníamos que irnos, rápidamente agarré mi bolso y bajé las escaleras rápidamente, aunque un poco decepcionada, tenía muchas ganas de ir a la escuela con Carlos, aunque fuera a dejarlo.—¿Estás bien? —Gerald me pregunta con una ceja levantada y prestando toda su atención al puchero que estaba haciendo.—Quería ir a la escuela con Carlos… —Dejé escapar un suspiro e hice un puchero—, pero el poderoso Gerald Green quería detenerme cuando quisiera, había más tiempo para firmar el contrato, solo que quería hacerlo ahora.—No había tiempo para después, se me olvida que esa cosa existe cuando estoy contigo y no me conviene.—No te entiendo.—Quien no te entiende soy yo, me dices que me odias pero te mojas inmediatamente cuando te toco —lanzo una mirada pervertida— ¿o crees que no me di cuenta cuando mis dedos te acariciaron allí? —Dijo echando un breve vistazo a mi zona privada, mis mejillas se sonrojaron provocándole una leve sonrisa lasciva.—¡Cállate! —Salí cor
Maldije a Gerald mil veces y otras mil más las dirigí para mí, por ser una estúpida y pensar que el cambiaría por mi cuando desde el principio me dejo claro que no era importante ni mucho menos especial para él.—¡Mili! —Lo escucho gritar detrás de mí mientras pido el ascensor apretando el botón a menudo —¿me escucharás? Todo tiene una explicación, además... sabías que esto pasaría, soy un hombre y necesito vaciarme, Mili.Me giré para verlo de reojo con una mirada asesina, tenía muchas ganas de matarlo y lo haría si no se callaba de una vez por todas.—¿Mili? —pregunto sorprendido, como si hubiera visto a algún demonio meterse dentro de mí haciéndole dudar de que fuera yo —escúchame… —no terminó su excusa, cuya continuación ya sab&iacu
Sentí mi corazón latir rápido, podría jurar que el sonido se escuchaba entre las paredes del baño y lo que más me preocupaba era que Gerald pudiera escucharlo en algún momento.Intenté calmarme y tomé mi esponja de baño, puse el jabón con aroma a cereza que tanto me gustaba y noté por el rabillo del ojo a Gerald inhalando su aroma, una leve sonrisa cruzó sus labios y volteó a verme al extender el jabón sobre mi piel.—¿Qué estás mirando? Se nota que no conoces la intimidad —respondí de mala gana tratando de tapar mis pechos con mis brazos—. Debería tratar de no acosarme tanto, Sr. Green, o simplemente huiré de usted.Una risa traviesa se asomó, puso una mano en su cabello y lo echó hacia atrás, dejándome ver su perfecta sonrisa de triunfo.—No huir&iacut