Maldije a Gerald mil veces y otras mil más las dirigí para mí, por ser una estúpida y pensar que el cambiaría por mi cuando desde el principio me dejo claro que no era importante ni mucho menos especial para él.—¡Mili! —Lo escucho gritar detrás de mí mientras pido el ascensor apretando el botón a menudo —¿me escucharás? Todo tiene una explicación, además... sabías que esto pasaría, soy un hombre y necesito vaciarme, Mili.Me giré para verlo de reojo con una mirada asesina, tenía muchas ganas de matarlo y lo haría si no se callaba de una vez por todas.—¿Mili? —pregunto sorprendido, como si hubiera visto a algún demonio meterse dentro de mí haciéndole dudar de que fuera yo —escúchame… —no terminó su excusa, cuya continuación ya sab&iacu
Sentí mi corazón latir rápido, podría jurar que el sonido se escuchaba entre las paredes del baño y lo que más me preocupaba era que Gerald pudiera escucharlo en algún momento.Intenté calmarme y tomé mi esponja de baño, puse el jabón con aroma a cereza que tanto me gustaba y noté por el rabillo del ojo a Gerald inhalando su aroma, una leve sonrisa cruzó sus labios y volteó a verme al extender el jabón sobre mi piel.—¿Qué estás mirando? Se nota que no conoces la intimidad —respondí de mala gana tratando de tapar mis pechos con mis brazos—. Debería tratar de no acosarme tanto, Sr. Green, o simplemente huiré de usted.Una risa traviesa se asomó, puso una mano en su cabello y lo echó hacia atrás, dejándome ver su perfecta sonrisa de triunfo.—No huir&iacut
Gerald baja a mi cuello dejándome un beso muy parecido al que me había dado en casa de mis padres, sus caricias eran suaves y sutiles, como si tuviera cuidado de no romperme con ningún movimiento brusco.Sus labios bajan hasta mi hombro dejando otro beso ahí para comenzar mi tortura, recorre mi espalda dejando pequeños besos húmedos en cada espacio que alcanza junto con ligeras caricias con sus dedos, cada espacio que besa lo siento suyo.Lo escucho reírse de cada espasmo que da mi cuerpo, es una risa sutil, llena de lujuria, placer y anhelo de saber que otro sonido puedo hacer... el recorrido concurre en mi cintura, acaricia levemente el trayecto desde mi ombligo hasta mi vientre y alcanza mi clítoris poniéndose de pie, aferrándome a su cuerpo, acariciando uno de mis senos, luego aumentando gradualmente la velocidad en donde trabajan ambas manos.—Espera un minuto, Gerald, esto no está bien.—Si lo está, sigue la corriente Mili, no estamos haciendo nada malo.—Por supuesto que-…Uno
Mis ojos estaban muy abiertos, mi rostro reflejaba completo asombro y definitivamente no podía pensar que lo que Gerald me decía era una completa mentira, su rostro estaba más que serio y no tenía la costumbre de mentir.—¿En serio? —Pregunte confundida, se trataba de su esposa y la madre de su hijo, la vida de Gerald era Erika.El asintió.—Sé que es difícil de entender pero… es verdad.—¿Por qué me dejas ser así?—Porque así te conocí, Mili —me dedicó una débil sonrisa— Sé que tu forma de ser es así, sensible y dulce, también sé que no puedo cambiarte, además, me gusta cómo eres.Mis ojos brillaron y una risa tierna escapó de mis labios.—¿Qué te está pasando?—Nada —Negué con la c
—¡Mili! Maldita sea mujer.Gerald gritó apenas cruzó esa puerta como si estuviera poseído, caminó por toda la casa buscándome hasta encontrarme en el patio junto a Carlos y Nana.—¿Que está pasando? Y no digas groserías delante de Carlos —fruncí el ceño.No dijo una palabra más, solo lo vi venir hacia mí rápidamente y me levanto de la silla para llevarme como un saco de papas dentro de la casa, empujo la puerta corrediza y me puso en el piso cuando estábamos lo suficientemente lejos de Nana y Carlos.—Te voy a dar una nalgada, Mili —amenazo —todo el mundo se burló de mí por ese maldito champú.Se me humedecieron los ojos, aguantaba la risa y las ganas de tirarme encima de él, se veía tan lindo y atractivo que provocaba que lo besara intensamente para que se callara de una vez por todas.—No puedo creerlo, estás aguantando la risa ¿verdad? —Clava su mirada en mi —veamos si todavía te ríes después de lo que te haré.—¡No! Gerald, ¡bájame de una vez!Nuevamente me levanto como un saco y
Ese dedo daba vueltas dentro de mí y su pulgar jugaba sin reglas con mi clítoris. Sentí que me iba a correr y mis paredes se contrajeron, pero Gerald solo sacó los dedos y comenzó de nuevo, cada vez la ducha se llenaba de más y más gemidos, mis lágrimas salían sin parar, no podía creer que el orgasmo nunca llegaría a experimentarlo debido a la ira de Gerald.—Gerald... —Dije su nombre, sollozando y gimiendo —lo siento.No tomó en cuenta mis palabras, solo siguió haciendo lo suyo, escapar no era una opción, tuve que aguantar hasta que no pude más y Gerald parecía tener una excelente resistencia.—Gerald, detente, no puedo venirme —tragué saliva y lo vi desde el reflejo con los ojos húmedos de placer.—No busco que te vengas, Mili.—Nunca he tenido un orgasmo… —le confesé avergonzada, el me miró sorprendida y retiró su dedo de mí haciéndome soltar un sollozo además de un suspiro —Perdón por reírme, te juro que no fue sobre las mujeres.El hombre detrás de mí soltó suavemente mi cuello y
Me tomé mi tiempo para maquillarme, después de todo, Gerald siempre se tomaba su tiempo en la ducha, era muy meticuloso con demasiadas cosas además de la limpieza profunda, el orden, las cosas bien hechas y tal vez algunas otras cosas que no sabía.Después de unos minutos yo estaba perfectamente lista, lo vi salir de la ducha con solo una toalla enrollada alrededor de su cintura. Estaba acostumbrada a verlo con la toalla, sin ella y completamente desnudo, pero la baba seguía saliendo de mí con solo verlo.Ese hombre me trae realmente mal y yo deseaba con mucha fuerza que me tomara en serio por una vez en mi vida, no estaba dispuesta a esperar más, pero el destino es cruel conmigo, desde que nací ha sido así.—Límpiate la baba Mili —dice entre risas —se nota que me quieres lamer como a un helado.—¡Nunca!—¿Quieres decir, que solo te gusta mirar?—Mueva el trasero, Sr. Green —le dije, poniéndome un poco de perfume.—Entiendo tu mensaje más que directamente —se acercó a mí y me abrazó d
Ignoré a Gerald y continué hablando con Federico quien parecía muy emocionado de contarme sobre su vida, sus ganancias y sobre todo lo que había logrado en su carrera. Lo escuché atentamente mientras veía con el rabillo del ojo a esa mujer pasar sus manos por el pecho de Gerald, acariciándolo como si fuera una adquisición preciosa y él no se quejaba en absoluto. Conmigo todo era caos, peleas, discusiones y límites por mi supuesto parecido con Erika que al final terminé por no ser tan parecida a esa idiota. Aún no entendía por qué había insistido tanto en ese contrato si de todos modos no le iba a funcionar y yo tampoco le daría mi primera vez, a pesar de que ya le había dado mi primer beso. —Mili… ¿estás ahí? Llamando a Mili al planeta tierra —dice Federico moviendo una mano frente a mí con cara de susto y a la vez de asombro cuando volteo a verlo. —Lo siento, estoy viendo algunos productos que necesito, ¿te importa si me acompañas en lo que me dices? —Sonreí amablemente y me dispu