Matilda se quedó viendo estupefactas a Drake. ¿Desde cuándo hablaba de forma tan cariñosa con alguien? No llevaban mucho tiempo conociéndose, pero claramente Drake no era del tipo cariñoso ni mucho menos amable; colaborador, sí, pero amable y cariñoso, ¡Jamás!—Drake… ¿Te sientes bien…? —Murmuró Matilda llevando una mano a la frente del hombre mientras se para en la punta de sus pies y él la sujetada suavemente de la cintura—. Me estás asustando anciano y es miedo suficiente como para pensar que me cambiaron al Drake real. Una carcajada inundó la habitación en la que estaban, Drake estaba sonriendo por primera vez frente a Matilda y no era de las típicas sonrisas que estaba acostumbrada a ver, está era real, honesta… sincera. Y cuando finalmente terminó, Drake vio las mejillas sonrojadas de Matilda y un ligero desvío de sus ojos a sus labios. —Omitiendo tú extraña pregunta y la clara afirmación de que me cambiaron por alguien más, déjame decirte que el rojo en tus mejillas se v
—Disculpa, linda, no me pusieron al corriente de tu aparente emoción. Matilda era una mujer paciente cuando se disponía a serlo, pero es que Drake no estaba ayudando para que aquella paciencia se mantuviera en su lugar. —¿No eres prostituta? —Preguntó la mujer dejando con la boca abierta a Matilda y a Drake con el corazón más acelerado que un auto de carreras—. Pensé que lo eras por la forma en que llegaste con esa ropa, el peinado, los zapatos y hasta el maquillaje. Y aquello fue una patada en el trasero para el equipo de maquillaje que aún seguía allí. Tampoco pensaban irse y Drake lo sabía en cuanto les hizo una señal para que se retiraran y ambos negaron su orden con los ojos brillantes de ira. —¿Te parece que me veo como una de esas mujeres? —Preguntó Matilda con inocencia—. Creí que me veía hermosa y presentable, incluso me recordó a mi madre cuando salía con mi padre a aquellas reuniones. La mujer se le quedó viendo con cierta malicia en los ojos. Que no hubiera tomad
La forma en que Matilda miró a Drake fue tan clara y fría como la última vez que tuvieron un problema.Después de ese tiempo, Drake se juró a sí mismo que nunca la haría enojar y prometió arreglarlo lo antes posible si lo hacía. Pero cuando Matilda se dio la vuelta para irse, él la tomó del brazo y contuvo ese apretón en su corazón ante la mirada en su rostro decepcionado. Matilda nunca lo volvería a ver igual y todo era culpa de esa mujer y hasta suya por no tomar precauciones a tiempo, por no cambiar.Y en ese momento se hizo tantas preguntas que no supo responder. Especialmente aquella en la que se decía a sí mismo por qué no había cambiado. Tal vez fue porque pensó que nunca volvería a verla, pero al destino le importaba un carajo eso y allí estaba ella de nuevo frente a él.—¿Puedes dejarme ir? —Preguntó con tanta calma que Drake supo que no estaba ni un poco calmada y solo necesitabas ver sus ojos para saberlo—. Me lastimas y no quiero estar aquí, en realidad, quiero irme a casa
Drake no estaba destinado a ser feliz... estaba destinado a sufrir y vivir con una culpa que nadie más que él conocía.Cuando era apenas un niño, vivió el rechazo de su padre y su madre siempre esperaba más y más de él. Su único heredero varón no podía ser un simple inútil que no pudiera hacerse cargo de la empresa de su padre.Cada día que pasaba, Drake sentía la presión más fuerte, las responsabilidades aumentaban junto con el maltrato por parte de su familia, la única que no le hacia la vida miserable, era su hermana mayor y cuando creció un poco más, Matilda se unió a él.Discutían como una pareja de recién casados, pero ella siempre estaba ahí cuando él la necesitaba y solo por eso Drake decidió ser un mejor hombre para ella, hacerse cargo de la empresa de su padre, hacerla feliz y ser su esposo.Poco tiempo después descubrió que Gerald la sobreprotegía y aunque para él eso no estaba mal, para Matilda era la ofensa más grande del mundo. Era una niña muy educada, con excelentes no
Poco después, Matilda entró en esa mansión en brazos de Drake como castigo por haber hecho una rabieta dentro del auto. Se negó rotundamente a entrar a ese lugar que parecía la entrada al infierno, pero el hombre ya estaba molesto y su cortesía se había agotado después de escuchar lo que decía sobre otro chico en su propia cara.Si Matilda Green pensó que volvería a ser dulce con ella después de lo que dijo, ya estaba equivocada y apenas estaba comenzando.—Buenos días, Sr. Hill. —Saludó Fer, el mayordomo de Drake desde haces más de 10 años y su mejor amigo—. ¿Cómo le fue con lo que tenía planeado?—Pues… verás, Fer, ¿por dónde empiezo? —Dijo con una mueca mientras se encogía de hombros y miraba a Matilda quien le fruncía el ceño con una mirada de reproche—. Esta chiquilla de aquí se topó con Bianca y la loca tenía un cuchillo, ¡se lo clavó en el brazo! Fue terrible y lo que era para dos terminó siendo para seis.Fer esbozó una risita y contempló las pequeñas miradas de enfado entre M
El suave toque de Fer golpeo contra la puerta del despacho de Drake. El pobre hombre abanico los cabellos y espero que no fuera aquella mujer, pero en cuanto escucho tocar nuevamente y pregunto quién era, el alma le volvió al cuerpo.—¿Quién es? —Preguntó Drake y un segundo después Fer se asomaba por la puerta con la misma sonrisa llena de felicidad que siempre lo recibía.—Soy yo… Fer, Sr. Hill, ¿está libre? La señorita Green está lista y quiere saber dónde estás.Drake asintió y tomó algunos papeles en sus manos para mirarlos levemente. Cualquiera que conociera a Drake sabría con certeza que no se levantaría de ese asiento hasta que viera que lo que le llamó la atención estaba al menos en un orden cercano a lo que él quería.Por otro lado estaba Fer, su fiel mayordomo que tenía más paciencia que nadie en el mundo, él era la paciencia personificada y como siempre que estaba en la mansión, se mantendría firme esperándolo junto a la puerta.—¿Ya se fue Seúl? —Preguntó Drake, dejando lo
El espacio entre ellos era estrecho, sus corazones estaban a tiempos iguales, acelerados y locos por entregarse el uno al otro. Drake solo tuvo que ver el enrojecimiento de las mejillas de Matilda para darse cuenta de que sentía algo muy dentro de ella, algo muy similar a lo que sentía él por ella.Desde que se habían vuelto a encontrar no había habido más que peleas, rifirrafes, zapatos volando y gritos entre los dos. Pero había algo en el medio y no tardó en florecer, ahora solo faltaban los frutos.Drake apretó aún más las caderas de Matilda y acercó su rostro al de ella, podía sentir ese perfume de canela y manzana con un toque de limón que tanto le gustaba, su cuerpo reclamaba el suyo, pero antes de arrancarle la ropa y devorarla de las mil y una formas que había imaginado durante años, daría el primer pasó a besarla y solo entonces sabría si Matilda sentía lo mismo que él.Así que sin miedo al éxito, acorto el centímetro restante y devoro delicadamente sus labios hasta que la in
Matilda lo atrajo hacia ella y tomó la iniciativa de ese beso que aumentó el calor entre los dos, ambas lenguas jugaban entre sí y aunque Matilda se sentía inexperta con Drake, a él no le importaba en absoluto guiarla.Se separó de ella y recorrió con su lengua todo su cuerpo, poniéndole la piel de gallina aún más al escuchar esos pequeños suspiros que le daba cada vez que tocaba alguna parte de su cuerpo con sus manos.Y cuando finalmente llegó a la mitad de sus piernas, ella jadeó cuando sintió que su lengua se envolvía alrededor de su clítoris y dos dedos invadían su interior. Degustó aquella sensación y cerró los ojos deseando más.Disfrutaba del movimiento en lentos círculos que hacía Drake hasta que poco a poco fue aumentando su intensidad, haciéndole sentir sus paredes contraerse. La combinación de eso la hizo ir directamente al cielo, pero tan pronto como sintió que sus paredes se contraían y estaban a punto de estallar, Drake sonrió con picardía y volvió a meterse en su boca.