Drake no estaba destinado a ser feliz... estaba destinado a sufrir y vivir con una culpa que nadie más que él conocía.Cuando era apenas un niño, vivió el rechazo de su padre y su madre siempre esperaba más y más de él. Su único heredero varón no podía ser un simple inútil que no pudiera hacerse cargo de la empresa de su padre.Cada día que pasaba, Drake sentía la presión más fuerte, las responsabilidades aumentaban junto con el maltrato por parte de su familia, la única que no le hacia la vida miserable, era su hermana mayor y cuando creció un poco más, Matilda se unió a él.Discutían como una pareja de recién casados, pero ella siempre estaba ahí cuando él la necesitaba y solo por eso Drake decidió ser un mejor hombre para ella, hacerse cargo de la empresa de su padre, hacerla feliz y ser su esposo.Poco tiempo después descubrió que Gerald la sobreprotegía y aunque para él eso no estaba mal, para Matilda era la ofensa más grande del mundo. Era una niña muy educada, con excelentes no
Poco después, Matilda entró en esa mansión en brazos de Drake como castigo por haber hecho una rabieta dentro del auto. Se negó rotundamente a entrar a ese lugar que parecía la entrada al infierno, pero el hombre ya estaba molesto y su cortesía se había agotado después de escuchar lo que decía sobre otro chico en su propia cara.Si Matilda Green pensó que volvería a ser dulce con ella después de lo que dijo, ya estaba equivocada y apenas estaba comenzando.—Buenos días, Sr. Hill. —Saludó Fer, el mayordomo de Drake desde haces más de 10 años y su mejor amigo—. ¿Cómo le fue con lo que tenía planeado?—Pues… verás, Fer, ¿por dónde empiezo? —Dijo con una mueca mientras se encogía de hombros y miraba a Matilda quien le fruncía el ceño con una mirada de reproche—. Esta chiquilla de aquí se topó con Bianca y la loca tenía un cuchillo, ¡se lo clavó en el brazo! Fue terrible y lo que era para dos terminó siendo para seis.Fer esbozó una risita y contempló las pequeñas miradas de enfado entre M
El suave toque de Fer golpeo contra la puerta del despacho de Drake. El pobre hombre abanico los cabellos y espero que no fuera aquella mujer, pero en cuanto escucho tocar nuevamente y pregunto quién era, el alma le volvió al cuerpo.—¿Quién es? —Preguntó Drake y un segundo después Fer se asomaba por la puerta con la misma sonrisa llena de felicidad que siempre lo recibía.—Soy yo… Fer, Sr. Hill, ¿está libre? La señorita Green está lista y quiere saber dónde estás.Drake asintió y tomó algunos papeles en sus manos para mirarlos levemente. Cualquiera que conociera a Drake sabría con certeza que no se levantaría de ese asiento hasta que viera que lo que le llamó la atención estaba al menos en un orden cercano a lo que él quería.Por otro lado estaba Fer, su fiel mayordomo que tenía más paciencia que nadie en el mundo, él era la paciencia personificada y como siempre que estaba en la mansión, se mantendría firme esperándolo junto a la puerta.—¿Ya se fue Seúl? —Preguntó Drake, dejando lo
El espacio entre ellos era estrecho, sus corazones estaban a tiempos iguales, acelerados y locos por entregarse el uno al otro. Drake solo tuvo que ver el enrojecimiento de las mejillas de Matilda para darse cuenta de que sentía algo muy dentro de ella, algo muy similar a lo que sentía él por ella.Desde que se habían vuelto a encontrar no había habido más que peleas, rifirrafes, zapatos volando y gritos entre los dos. Pero había algo en el medio y no tardó en florecer, ahora solo faltaban los frutos.Drake apretó aún más las caderas de Matilda y acercó su rostro al de ella, podía sentir ese perfume de canela y manzana con un toque de limón que tanto le gustaba, su cuerpo reclamaba el suyo, pero antes de arrancarle la ropa y devorarla de las mil y una formas que había imaginado durante años, daría el primer pasó a besarla y solo entonces sabría si Matilda sentía lo mismo que él.Así que sin miedo al éxito, acorto el centímetro restante y devoro delicadamente sus labios hasta que la in
Matilda lo atrajo hacia ella y tomó la iniciativa de ese beso que aumentó el calor entre los dos, ambas lenguas jugaban entre sí y aunque Matilda se sentía inexperta con Drake, a él no le importaba en absoluto guiarla.Se separó de ella y recorrió con su lengua todo su cuerpo, poniéndole la piel de gallina aún más al escuchar esos pequeños suspiros que le daba cada vez que tocaba alguna parte de su cuerpo con sus manos.Y cuando finalmente llegó a la mitad de sus piernas, ella jadeó cuando sintió que su lengua se envolvía alrededor de su clítoris y dos dedos invadían su interior. Degustó aquella sensación y cerró los ojos deseando más.Disfrutaba del movimiento en lentos círculos que hacía Drake hasta que poco a poco fue aumentando su intensidad, haciéndole sentir sus paredes contraerse. La combinación de eso la hizo ir directamente al cielo, pero tan pronto como sintió que sus paredes se contraían y estaban a punto de estallar, Drake sonrió con picardía y volvió a meterse en su boca.
Luego de esa amenaza mortal la vio hacer un puchero y se llevó una mano a vientre para acariciarlo. Eso hizo que su corazón se hundiera, había olvidado por completo lo que ella le había advertido o mejor dicho, informado, y en su lugar se la había follado salvajemente.No podía negar que lo había disfrutado, sobre todo cuando ella le pidió que le diera con mucha más fuerza y la escuchó respirar con dificultad, clavando sus uñas en varias partes de su cuerpo que en ese momento ardían cuando el sudor resbalaba por esas heridas de guerra.La forma de amar de Matilda era igual a su personalidad, pero en eso, ambos eran tan parecidos que dudaba que otra noche entre los dos fuera diferente. Él sonrió ante el pensamiento que le vino a la mente y le acarició la mejilla suavemente. Este era el momento de demostrarle que no solo sabía follar y seducir mujeres... o al menos eso esperaba demostrar.—¿Te duele…? —Le pregunto y la vio asentir—. ¿Quieres que traiga algo? No sé… helado, dulces, al
Media hora después Matilda le gritaba a Drake por no haberse traído la comida de Date. Se suponía que esa era una de las razones por la que ella estaba tan afanada en verlo, pero a él se le había olvidado por completo entre tanto ajetreo, uñetazos y gruñidos. —¡Déjame en paz mujer! No es como que pueda hacer mucho con ese demonio correteándome por todo el departamento. —¿Y se puede saber porque te correteó de tal manera? —Lo interrogó ella achicando los ojos.“Pues si que la mascota se parece a su dueño”, —pensó, recordando las palabras que le había dicho Beni.—¡Porque quería tocarlo! —Mintió y a Matilda casi se le cae la quijada de la impresión. —No sabes mentir, Drake Hill, y te recuerdo que tú y yo nos conocemos de hace años. No de ayer ni hace dos días, aprende a mentir antes de decírmelo a la cara. —¡Si, si, solo mantén alejado ese gato de mi! —Advirtió llevándose dos dedos a los ojos y luego apuntando a Date con la mirada entrecerrada—. ¡Ojo, felino, te tengo en la mi
Aquella noche Matilda lucia realmente hermosa. Drake le había comprado un nuevo vestido tal y como se lo había prometido.Ella misma lo eligió desde un catálogo digital, Drake no dejaba de repetirle que estaba secuestrada y que no podía salir, así que si le sumaba a eso el ligero dolor entre sus piernas, no le quedaban ni ganas de dar tres pasos hacía adelante para ir a buscar personalmente un vestido de su gusto hasta una tienda.Al final, Drake tenía incluso más dinero que ella, comprar un vestido no era gran cosa para el y que lo trajeran hasta la mansión.—¿Ya pediste el vestido? —Preguntó Drake, apareciendo por aquella puerta mientras trataba de ajustarse los puños de la chaqueta y ella asintió disimulando cómo se le subía la temperatura—. Wow, te ves preciosa, tienes mejor gusto que yo en vestidos.La verdad era que no, ella no era muy buena eligiendo vestidos pero la ropa formal e informal si que se le daba muy bien. En cambio a Drake si que se le daba más que bien, solo basta