Drake casi sintió que se le detuvo el corazón cuando la vio a escasos centímetros de él. Sus labios se veían tan provocativos que se le hacía agua la boca, tenía los ojos brillantes, sus mejillas coloradas hasta no más poder y solo un pensamiento llegaba a su mente.Desvió su mirada hacia la cama y la devolvió hacia ella, la vio pasar un trago y bajar la mirada hacia sus labios, hasta que finalmente ella abrió la boca para hablar.—¿Ba… bajamos? —Murmuró ella, doblando un trozo del vestido que llevaba puesto.Drake torció una sonrisa, ahuecando las caderas de Matilda con una mano mientras la atraía contra su cuerpo enviando oleadas de deseo que ella devolvía. Lentamente se acercó a sus labios y la besó apasionadamente, con ese deseo que siempre estaba presente cuando estaban juntos.Sus lenguas se enredaban al mismo tiempo que se desenredaban, luchaban por el control y jugaban con caricias que provocaban pequeñas risas entre los dos.—Te juro que si tus padres no estuvieran cerraría l
El sonido del teléfono en medio de una llamada hizo que Drake despertara medio dormido y buscara el lugar donde estaba, tanteando por todos lados con los ojos cerrados, encontrando solo la espalda desnuda de Matilda.Ella sonrió ante su toque y se estiró en la cama, levantando la cara para ver de dónde venía el sonido.Ignoro la búsqueda en cuanto escucho a Drake contestar la llamada y se volvió a dormir buscando paz. Su cuerpo se sentía ligero y libre de estrés, la noche había pasado de ser dulce y serena a ser una fiesta sexual.—… ¿Cómo que es hoy? —Escucho decir a Drake—. Muy bien, nos vamos de inmediato, déjame hablar con Matilda para que se arregle y salimos en 5 minutos… sí… ahí estaremos, te lo prometo.Drake se lanzó por encima de la cama y deposito un beso en su mejilla, retirando el cabello que caía por su rostro, mordió un poco su oreja y por ultimo susurró despacio.—Cariño, debemos ir a la empresa, nos necesitan con urgencia.—No… déjalos que lo averigüen solos, ¡estoy c
Cautivada por el CEO. Capítulo 23. Un socio de infiltradoLos dientes de Drake se apretaron en cuanto lo escucho decir aquellas palabras. Miro de reojo a Matilda que aun seguía dormida y volvió hacia una foto que tenía encima de su escritorio.Había un chico de cabello rubio con ojos azules abrazado a ella, ¿acaso ese era el imbécil de su socio o el chico que estaba llamando en ese momento?Drake no recordaba al socio de ella, ese tal camilo, el jamás lo vio. Lo único que hizo el desgraciado fue venderle sus acciones en el momento en que Drake lo necesito, quería ampliarse, él estaba disponible y solo tomo la oportunidad. Las personas le importaban muy poco a la final.Pero este hombre no solo estaba llamando “mi amor” a Matilda, sino que también estaba llamando a su número de oficina personal, y ese, nadie más que ella lo tenía.¡Ni siquiera él podía llamar a ese número porque ella no quiso dárselo! ¿Y venia esta inútil a salir aquello? En serio quería morirse.—¿Cariño? Amor, cielo,
El sol entraba por la ventana de la habitación posándose en el rostro de Matilda que dormía plácidamente. Frunció el ceño y abrió lentamente los ojos, imaginando lentamente esa figura elegante y fuerte vistiendo un traje negro de diseñador.Pero tan pronto como esa voz dulce y gruesa le susurró unas palabras al oído, supo que no era solo una imaginación:—Preciosa levántate, ¿o vas a dormir todo el día?—Soy socia, Drake, por ahora estoy fuera de servicio y como miembro, puedo tomar vacaciones —dijo, enfurruñada entre las sábanas.—Los socios también trabajan, monada. ¡Vamos, levántate, tenemos que irnos!—¡Noooooo! ¡No me voy, me quedo!Drake se quedó viendo cómo se hacía una bolita entre las sabanas y esbozo una sonrisa de medio lado. Se veía realmente tierna, como una pequeña gatita enrollada entre su propio calor.—¿Hablas en serio sobre no salir de casa? —Dijo y la vio asentir medio dormida—. De verdad que no puedo contigo… ¡Bien! voy a la cocina por algo rico y un café bien carg
Después de verla comer y poner cara de tristeza de vez en cuando como si pensara en algo que no le gusta o en un mal recuerdo, Drake rugía por dentro como una bestia enjaulada, apretando los puños hasta que se pusieron blancos tratando de no salir corriendo de allí para darle a ese idiota un solo golpe.Le dolía verla tan lejos, tan callada, tan sola como si lo que él le hiciera importara más que un día libre de los pocos que tenía. Lo enfureció no ver ese brillo en sus ojos, no verla ser la misma pequeña bestia que conocía y sabía que era. Esa era su alma, ese era su espíritu.Había luchado durante años para ser el hombre perfecto para Matilda, ¿y este bastardo iba a mostrarle en su propia cara cómo la había lastimado?—Drake... ¿estás bien? —Matilda preguntó poniendo su mano sobre la de él—. Te ves un poco... preocupante... parece que estás más en algún lugar del espacio que aquí en la tierra. Me estás preocupando seriamente… mejor espérame, me voy a vestir.Bajó la mirada a la mano
—Yo que tu voy llamando de inmediato. —Murmuró Drake con una cara seria que provoco escalofríos en el cuerpo a Camilo—. ¿Se puede saber que mierda sucede aquí? ¿Y porque demonios estas en la oficina de Matilda?—Buenos días Sr. Drake. ¿Cómo estás hoy? —Preguntó Indrí, mirando en todas direcciones—. ¿No te acompañó la señora?—Buenos días… este… era… ¿cómo te llamabas?—¡Indrí! Mi nombre es Indrí, Sr. Hill.—¿Qué demonios estás haciendo aquí? No eres el asistente de Matilda. Esta mujer me acaba de decir que su asistente es ella y no tú... —Interrumpió Camilo, cruzándose de brazos.—¡Claro! Tiene toda la razón, no soy su asistente, ¡soy su segundo asistente!Indrí arrugo las cejas a espaldas de Camilo sin comprender de qué estaba hablando su jefe, porque eso es lo que era, ¿Por qué estaba haciéndose pasar por un simple asistente cuando no lo era?—Como sea… necesito que busques unos documentos que eran míos… —Pidió Camilo y Drake hizo un gesto de disgusto.Esas palabras revolvieron el e
—¡Vaya! Asistente y jefa, ¡eso sí que no me lo esperaba! Pensé que tenías más integridad, Matilda. —se burló Camilo, conservando aún ese rojizo en sus mejillas.Matilda apretó los labios y frunció el ceño, después de tanto tiempo, venia este imbécil a decirle aquello cuando fue él quién falló primero.—¿Asistente…? —Murmuró Matilda cerca del oído de Drake—. Creí que habías dejado eso.Si lo había dejado, pero la verdad era que no podía resistirse a ver la cara de ese hombre. Era un poema y un chiste que le daba mucha risa.—Si, lo había dejado, pero es que su cara es todo un poema —bromeó él, acercando su boca a la de él—. ¿Y si dejamos de prestarle atención?—¿Creés que sea una solución?Pero mientras ellos hablaban entre si y Drake intentaba hacerla reír con un éxito casi preciso. Camilo solo cambiaba de colores, sentía que lo estaban ignorando y coqueteando entre ellos. Sin embargo no entendía porque eso le molestaba tan profundamente si ya tenía alguien en su vida.Camilo carrasp
—¿Por qué me das esto? Si se enteran de ti... no, si Drake alguna vez se entera de esto, te vas a meter en serios problemas.Indrí se encogió de hombros y avanzó unos pasos hacia él, estiró el documento en su dirección y esbozó una sonrisa satisfecha.—Al menos los abre dado muchos problemas —se burló—. Especialmente a Drake Hill, se lo merece por ser tan arrogante.Camilo la miró detenidamente de arriba a abajo, el brillo de la malicia se reflejaba en su rostro, él realmente quería hacerles daño y necesitaba el dinero debido a las demandas de su esposa.Nash era una chica hermosa según los ojos del hombre, pero ser hermosa le salía caro a Camilo ya que tenía que pagar absolutamente todos los gustos de novia: manicure, pedicure, peluquería, ropa, zapatos y hasta depilación en el spa.Su dinero se estaba acabando y cada día la mujer le exigía más y más, por lo que lo poco que podía dar cada semana no alcanzaba.Había oído que el hombre a quien le vendió sus acciones no estaría en la em