Entraron al Mitsu no aka de forma ruidosa, Kazuto se encontraba ya en la barra atendiendo al cliente de siempre, y charlando con él en voz baja.
—Si vuelve a suceder pretendo saberlo de inmediato, y no tener que actuar sólo en consecuencia —pidió Hashimoto, en un tono que parecía más una orden que una petición.
—Así será Yūto-san —dijo Kazuto completamente apenado.
—Y bien, ¿cómo sigue el chico herido? —Cuestionó tratando de aliviar la tensión.
—Mejor, sus lesiones no fueron graves, afortunadamente; aunque le daré la noche libre esta vez.
—Sí, para que no te bote el fin de semana —dijo levantándose—. Como sea, si necesitas quién te ayude con el bar, no dudes en llamarme y te enviaré a alguien, ¿de acuerdo, Kazuto?
—Gracias Yūto-san —agrad
Tal y como Aoi-chan lo había predicho, Kazuto les dio el permiso de ausentarse el sábado, con la condición de que al menos fueran al bar a beber un trago con él y su familia y amigos para celebrar a su hija Mei; además de que tendrían que trabajar desde el miércoles, en reposición por el “día libre”.Daisuke había podido hablar por teléfono con Hikaru, quien le había contado que había estado ocupado en la universidad y que el móvil se le “había muerto” por falta de batería. Quedaron de verse el sábado por la mañana para almorzar y hacer planes. Trabajó el viernes con todo el entusiasmo, pensando en que invitaría a Hikaru a acompañarlo a la fiesta de su amiga Mayu; después de todo, sus amigos sabían su orientación sexual y seguían estando a su lado.El sábado por la m
Hayato recibió a Hikaru con amplia sonrisa dibujada en el rostro. El chico le miró desconcertado.—Así que tu novio es un Hirano —le dijo Hayato, comenzando a reír.— ¿Qué pasa contigo? —se quejó Hikaru dándole un golpe en el costado.— ¿Sabes quién es Hirano Rintarō? —cuestionó Hayato con retorcida sonrisa en el rostro y tono sarcástico—. No, ¿verdad?—No —respondió con molestia, desviando su mirada hacia la ventanilla.—Es un importante empresario, se dedica a importación y exportación de material tecnológico —explicó Hayato con aires de sabiduría—. Y es el padre de tu novio.— ¿Y eso qué? —preguntó Hikaru mirándolo con incomodidad.—Quiero conocer al muchacho, ¿entiendes?
Hikaru estaba furioso, había pasado el resto de la noche junto al teléfono. Escuchar que Hayato tenía a Daisuke y sus amigos en su oficina, le hacía pensar muchas cosas; y ninguna era positiva.— ¡Maldición! —exclamó estallando en ira, arrojando la botella de whisky contra una pared.Su mirada estaba encendida, pero a diferencia de todas aquellas veces en las que Hayato lograba encender su mirada, esta vez no era por deseo sexual.—Jefe —interrumpió Katō, entrando a la oficina—. Señor, el joven Hikaru está aquí para hablar con usted.—Dile que no tengo tiempo ahora, que me busque en un par de horas —ordenó Hayato revisando unos papeles.—Sí, señor —dijo el hombre, saliendo del lugar, y cerrando la puerta detrás de sí.Hayato suspiró molesto, sabía que
Hikaru regresó al Rainbow cerca de las once de la noche, estaba más calmado. Haber dado vueltas en la calle sin parar lo había relajado, o al menos lo tenía agotado. Hayato estaba conversando con algunos sujetos en el interior del club, Katō le hizo la seña e que Hikaru se encontraba esperándolo, sólo se limitó a continuar con su conversación.Katō se acercó a Hikaru, quien parecía impaciente.— ¿A qué hora va a atenderme? —Preguntó de mala gana el chico.—Higa-sama le atenderá en la oficina, en cuanto termine de atender a esos clientes, Satō-sama —explicó el hombre tratando de convencer a Hikaru de acompañarlo a la oficina de Hayato.Hikaru hizo mueca de molestia; pero siguió a Katō hasta la oficina del wakagashira del clan Higa sin decir más. Entró al lugar y se dejó
Hikaru despertó en el lujoso apartamento de Hayato, le dolía todo el cuerpo de tan sólo respirar. Se quejó al tratar de moverse para levantarse de la cama.—Debes descansar, Hikaru-chan —le pidió Hayato ingresando a la habitación vistiendo ropa informal.—No p-puedo —titubeó a punto de llorar—. Yo…Hayato se sentó a su lado y le abrazó, permitiéndole desahogarse con libertad.—Hikaru, estarás bien —le dijo acariciando su cabeza—. Sé que ahora puedo sonar frío, pero ese sujeto no volverá a tocarte jamás.El chico le miró entre sorprendido y desconcertado, con los ojos abiertos de par en par, sin que las lágrimas pudieran dejar de mojar sus mejillas.— ¿Qué le hiciste? —cuestionó alarmado.—Nada, cada quien obtiene lo que merec
Por la mañana, Daisuke corrió a arreglarse, debía ir a la universidad y no podía darse el lujo de llegar tarde. Hikaru le miraba con sonrisa curiosa hasta que sonó su móvil. Revisó el número, era Shinichirō.— ¿Hola? —respondió la llamada.— ¿Cómo hola, Hikaru? —Reclamó el muchacho al otro lado de la línea—. ¿Acaso se te olvidó lo del curso de hoy?Hikaru se sorprendió.—Cierto… —titubeó—. Iré para allá.—Cielos, sí que tienes la cabeza en otro lado —suspiró frustrado Shinichirō.—Lo lamento, ¿ya inició? —preguntó levantándose.—No, al mediodía; pero habíamos quedado de vernos antes, ¿no?—Sí, llegaré en un momento más
Durante los dos días siguientes, Daisuke acompañó a Hikaru a tomar su curso a la universidad, y al salir llevarlo a su apartamento, para después ir al Mitsu no aka a trabajar; ya que, como les habían concedido el sábado, debían trabajar desde el miércoles. Hikaru le sugirió acompañarlo al bar, y esperarlo ahí mismo, pero el muchacho se negó, diciéndole que “si él se encontraba ahí le resultaría difícil realizar bien su trabajo”; de nueva cuenta le hizo sentir halagado, y accedió a esperarlo en casa con tranquilidad; después de todo, a partir del viernes y hasta el domingo por las mañanas Daisuke sería todo suyo.Daisuke se encontraba recargado sobre la barra del bar, pensativo, completamente absorto en sus cavilaciones; mientras Ryū y Rai comenzaban a planear alguna salida para el lunes de la sigu
A pesar de todos los planes que Hikaru había construido en su cabeza, para pasar los siguientes tres días por la mañana, hasta antes que Daisuke tuviera que irse a trabajar al Mitsu no aka; no había contado con el cansancio acumulado del muchacho, por lo que tuvo que modificarlo todo.Tres días metidos en el apartamento, viendo televisión o escuchando música abrazados ya fuera sobre la cama o un sillón. La dedicación del muchacho al cocinar para él le hacía sentir, de alguna manera, feliz.Sentir las manos de Daisuke sobre su cuerpo, acariciándolo con cariño y delicadeza le hacían no querer estar en otro lugar, pero le hacía falta “algo” más. Deseaba que Daisuke le hiciera suyo de nuevo. Ver el cuerpo desnudo del muchacho sobre el suyo; sentir sus manos tocar su cuerpo desnudo, hasta saciarse; escuchar su voz excitada, clamando su nombre;