Un par de días habían pasado cuando Hikaru escuchó su móvil sonar. Se estremeció entre los brazos de Daisuke, quien le besaba el cuello y el mentón mientras lo embestía sobre la cama.
— ¿Debes responder? —cuestionó Daisuke entre jadeos.
—Después… ah… —gimió sacudiendo su cadera, logrando que Daisuke se aferrara con fuerza a su cadera profundizando aquellas estocadas.
El móvil volvió a sonar, con esa era la tercera vez que sonaba. Hikaru suspiró fastidiado. Tomó el móvil con su mano derecha y observó el número, no tenía contacto. Recordó que “Jun” le llamaría, empujó a Daisuke contra el colchón de la cama, con el dedo índice de su mano derecha hizo seña de que guardase silencio. Daisuke le miró desconcertado y aún excitado en su
Kentarō aguardaba visiblemente nervioso frente al Advocates Café, cuidando que nadie que lo ubicara le hubiera visto ahí. Hikaru llegó cinco minutos antes del tiempo fijado; notó el alivio en el rostro de “Jun” conforme él se acercaba.— ¡Qué bueno que llegas! —exclamó el muchacho.—Lo imagino —dijo Hikaru notando la paranoia del hombre frente a él—. Conozco un hotel donde podemos charlar, ¿está bien?— ¿Puede ser lejos de Shinjuku, por favor? —pidió con ansiedad el muchacho.—Claro, ¿en Love Hotel Hill[9] está bien? —preguntó Hikaru para confirmar con Kentarō. El muchacho asintió en silencio, sin dejar de cuidar las personas que iban y venían a su alrededor.Hikaru tragó con dificultad, estaba nervioso por la actit
Gastaron cerca de tres horas recorriendo la zona comercial. Kentarō parecía divertirse entrando en almacenes y probando golosinas. Hikaru le observaba curioso, para él vagar por centros comerciales y andar comiendo golosinas era algo común, sobre todo cuando se encontraba con amigos de infancia o compañeros con los que congeniaba. No podía negarlo, aquella actitud de “Jun” y lo que podía interpretar de la llamada telefónica estaban llenándolo de curiosidad.—Te invito a cenar, Kentarō-kun —dijo Hikaru con amplia sonrisa. El muchacho le miró desconcertado y volvió su mirada a su alrededor—. Tranquilo, dudo que alguien aquí te conozca, sólo relájate.Kentarō asintió. Relajó sus hombros, y caminó junto a Hikaru con normalidad. Estaba oscureciendo y las calles comenzaban a llenarse de gente que iba y venía de un lugar a
Kentarō se apresuró a ducharse y vestirse desde las siete de la mañana, procuró no hacer ruido para permitirle a Hikaru descansar lo más posible. Debía volver a sus obligaciones, su exabrupto telefónico del día anterior le había dado la libertad de saltárselas por una noche, pero no podía darse muchos lujos, al menos, no aún, pensaba…Se acercó de nuevo al chico, sacudió su cabello con su mano y besó sus labios despertándolo.— ¿Qué ocurre, Ken-kun? —Cuestionó adormilado el chico.—Debo irme ya. El tiempo pagado es hasta las diez de la mañana, Hikaru, duerme un poco más —dijo levantándose.— ¿Qué hora es? —Preguntó curioso.—Las siete.— ¡Qué horror! —Se quejó con flojera—, y si mejor te que
Entraron al Mitsu no aka de forma ruidosa, Kazuto se encontraba ya en la barra atendiendo al cliente de siempre, y charlando con él en voz baja.—Si vuelve a suceder pretendo saberlo de inmediato, y no tener que actuar sólo en consecuencia —pidió Hashimoto, en un tono que parecía más una orden que una petición.—Así será Yūto-san —dijo Kazuto completamente apenado.—Y bien, ¿cómo sigue el chico herido? —Cuestionó tratando de aliviar la tensión.—Mejor, sus lesiones no fueron graves, afortunadamente; aunque le daré la noche libre esta vez.—Sí, para que no te bote el fin de semana —dijo levantándose—. Como sea, si necesitas quién te ayude con el bar, no dudes en llamarme y te enviaré a alguien, ¿de acuerdo, Kazuto?—Gracias Yūto-san —agrad
Tal y como Aoi-chan lo había predicho, Kazuto les dio el permiso de ausentarse el sábado, con la condición de que al menos fueran al bar a beber un trago con él y su familia y amigos para celebrar a su hija Mei; además de que tendrían que trabajar desde el miércoles, en reposición por el “día libre”.Daisuke había podido hablar por teléfono con Hikaru, quien le había contado que había estado ocupado en la universidad y que el móvil se le “había muerto” por falta de batería. Quedaron de verse el sábado por la mañana para almorzar y hacer planes. Trabajó el viernes con todo el entusiasmo, pensando en que invitaría a Hikaru a acompañarlo a la fiesta de su amiga Mayu; después de todo, sus amigos sabían su orientación sexual y seguían estando a su lado.El sábado por la m
Hayato recibió a Hikaru con amplia sonrisa dibujada en el rostro. El chico le miró desconcertado.—Así que tu novio es un Hirano —le dijo Hayato, comenzando a reír.— ¿Qué pasa contigo? —se quejó Hikaru dándole un golpe en el costado.— ¿Sabes quién es Hirano Rintarō? —cuestionó Hayato con retorcida sonrisa en el rostro y tono sarcástico—. No, ¿verdad?—No —respondió con molestia, desviando su mirada hacia la ventanilla.—Es un importante empresario, se dedica a importación y exportación de material tecnológico —explicó Hayato con aires de sabiduría—. Y es el padre de tu novio.— ¿Y eso qué? —preguntó Hikaru mirándolo con incomodidad.—Quiero conocer al muchacho, ¿entiendes?
Hikaru estaba furioso, había pasado el resto de la noche junto al teléfono. Escuchar que Hayato tenía a Daisuke y sus amigos en su oficina, le hacía pensar muchas cosas; y ninguna era positiva.— ¡Maldición! —exclamó estallando en ira, arrojando la botella de whisky contra una pared.Su mirada estaba encendida, pero a diferencia de todas aquellas veces en las que Hayato lograba encender su mirada, esta vez no era por deseo sexual.—Jefe —interrumpió Katō, entrando a la oficina—. Señor, el joven Hikaru está aquí para hablar con usted.—Dile que no tengo tiempo ahora, que me busque en un par de horas —ordenó Hayato revisando unos papeles.—Sí, señor —dijo el hombre, saliendo del lugar, y cerrando la puerta detrás de sí.Hayato suspiró molesto, sabía que
Hikaru regresó al Rainbow cerca de las once de la noche, estaba más calmado. Haber dado vueltas en la calle sin parar lo había relajado, o al menos lo tenía agotado. Hayato estaba conversando con algunos sujetos en el interior del club, Katō le hizo la seña e que Hikaru se encontraba esperándolo, sólo se limitó a continuar con su conversación.Katō se acercó a Hikaru, quien parecía impaciente.— ¿A qué hora va a atenderme? —Preguntó de mala gana el chico.—Higa-sama le atenderá en la oficina, en cuanto termine de atender a esos clientes, Satō-sama —explicó el hombre tratando de convencer a Hikaru de acompañarlo a la oficina de Hayato.Hikaru hizo mueca de molestia; pero siguió a Katō hasta la oficina del wakagashira del clan Higa sin decir más. Entró al lugar y se dejó