6/INCERTIDUMBRE

A la mañana siguiente, me desperté sobresaltada, pensando en que lo que había sucedido el dia anterior sería un mal sueño que tuve, pero al girar mi cuerpo, vi a mi reciente marido mirándome con sus grandes ojos azules y con un brazo apoyado en el almohadón.

— Buenos días querida esposa — me dijo, viendo una sonrisa cargada de lujuria en sus labios

— Buenos días, esposo ¿no me traes el desayuno a la cama, como suelen hacer los recién casados? — pregunte con sarcasmo

— No, hoy me apetece quedarme más tiempo en la cama, haz tu el desayuno para los dos como una buena esposa sumisa — me dijo riendo

Cuando me fui a levantar de la cama enfadada por su contestación, Giuseppe me cogió del brazo volviendo a tumbarme en la cama, cogiendo mi barbilla con sus dedos obligándome a mirarlo

— ¿Te has enfadado con flor de loto? — me pregunto

— No debería segun tu, eres un mafioso y tienes que ser duro con todo el mundo, incluyendome a mi 

— Tu lo has dicho, soy un mafioso, ahora bien si quieres que sea duro contigo, te aseguro que por mi no hay problema, te complacere si es eso lo que deseas — me respondió

—- Lo que deseo ahora es un café, necesito despertar de esta pesadilla — le conteste

— Esta bien, a mi me gusta negro y con una cucharada de azucar solo — me dijo

— Levántate de la cama y te lo pones tú o ¿no tienes quien te sirva el desayuno? — le respondí riendo

Giuseppe aparto la sabana que nos cubria, fijandome en que tenia su miembro duro y erecto, acaricio con sus suaves manos desde mi sexo hasta mis pechos, acariciando mis duros pezones, puso su boca en mi cuello, lamiendo y mordiendo mientras iba bajando hasta mis pechos, metiendose primero uno de ellos en la boca, mordiendo mi pezon haciendome gemir, para hacer lo mismo en mi otro pecho, levantando despues su mirada cruzandose con mi mirada

— Estas tetas pronto darán de comer a mi heredero — me dijo

— Creo que es muy pronto para eso — le respondí

—- Yo creo que no, ya que yo no uso proteccion y tu no tomas anticonceptivos, además si he aceptado casarme contigo es por tener un heredero, porque para follar ya tengo a mis amantes y no te necesito a ti, pero casarme con una virgen no me ha disgustado — me dijo

— Eres lo peor que he conocido, apártate ya que necesito tomarme un café, para despertarme de esta pesadilla — le grité, intentando soltarme del agarre de Giuseppe

Sus manos empezaron a amasar mis pechos, haciendo caso omiso a lo que le acababa de decir, tapando mi boca con su boca, siendo su lengua como una serpiente en mi cavidad, dejándome casi sin aliento. Giuseppe se puso encima de mí, rozando mi clítoris con su duro miembro, 

— No sabes lo que me haces Adrianna, me vuelve loco tu cuerpo — me dijo, volviendo a morder mi duro pezón, pegando después sus labios a los míos, fundiéndose nuestras lenguas con pasión

Puse mis manos en el pecho de mi marido apartandolo, poniendome de rodillas entre sus piernas, mirandonos los dos, viendo en su cara una expresión de sorpresa, de lujuria y deseo, me incline pasando mis labios por sus muslos, mordiendo despacios, cogiendo Giuseppe mi pelo con una mano, Subí con mi boca por sus muslos hasta llegar a aquel miembro duro y erecto

— No tienes porque hacerlo Adrianna — me dijo

— Y no lo haré querido marido, porque lo que quiero es mi café, te espero abajo — le dije levantándome de la cama, poniendome el albornoz y marchandome del dormitorio

Cuando salía del dormitorio, escuche insultos y quejas de mi querido esposo, pero riendome me fui acercando hasta la cocina, viendo a una mujer mayor y de pelo canoso haciendo cafe

— Buenos días — le dije cuando entre en la cocina

— Buenos días señora, ¿le sirvo un buen café? — me pregunto

— Pon dos cafés Renata, por favor –dijo Giuseppe cuando entró en la cocina– Me las vas a pagar cara — me susurro al oído muy enfadado

Después de tomarse el café Giuseppe con unos cuantos bollos recién hechos por Renata, Giuseppe se marchó de la cocina, marchandome yo tambien unos minutos después, cuando pase por delante de la puerta del salón, me quedé quieta ya que mi querido esposo estaba hablando por el teléfono y yo quería saber todo lo que decía.

— Claro que te echo de menos Andrea, pronto nos veremos no te preocupes cielo — escuche a mi esposo decir

Mi sonrisa al escuchar lo que le decía Giuseppe a otra mujer, se me congelo marchandome al dormitorio, cuando entre me sente en la cama pensativa, recordando lo que me dijo de sus amantes, viendo entrar en nuestro dormitorio poco después a Giuseppe acercándose a donde yo estaba sentada

— ¿Qué te pasa? ¿ya no sonríes? — pregunto

— No me pasa nada, déjame en paz — conteste

— Anoche no me decias que te dejará, si no que no paraban de repetirme que querias mas — me dijo

— Anoche no sabia que eras tan cabrón y tan infiel — le respondí, fijandome como Giuseppe arqueaba una ceja mirándome

— Haber Adrianna, o me dices que te pasa a las buenas o te juro que te ató a la cama y te follo hasta que te vea llorar rogando que pare, tu decides

— Me da lo mismo, no quiero hablar mas contigo, eres un perro infiel y quiero el divorcio — le respondí escuchando seguidamente sus carcajadas

— Me gusta más lo segundo que te he dicho, pero te puedo asegurar que estarás durante un mes sin poder andar ¿lo quieres así? — me dijo

— ¿Te vas a ver con tu amante? — pregunte, viendo como mi esposo sacaba de su mesita unas esposas, mirándome con una sonrisa ladina en sus labios

— ¿Estás celosa, querida esposa? — me pregunto, jugando con las esposas en sus manos

— ¿Quién yo? no se que te crees para que esté celosa de ti — respondió, sentandose Giuseppe a mi lado en la cama

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