Lucila escuchó la voz dura de Nico y su cuerpo comenzó a temblar descontroladamente, apretó sus ojos con más fuerza, sin tener la más mínima intención de abrirlos, tenía miedo de lo que se encontraría, y no porque ella fuese impura si no por el tono de voz con el que le había hablado Nico.
Cuando el hombre se dio cuenta de lo nerviosa que estaba, tomó una toalla y se acercó a ella —. Abre tus ojos. ¿No era esto lo que querías hacer? —Interrogó junto a ella apenas en un susurro, pero aún la joven se negaba a abrirlos—. Lucila, por favor, necesito que abras los ojos —. Pidió nuevamente, sin embargo, la mujer se negaba a hacerlo y Nico continuó insistiendo.
« No te tenía como una cobarde, pensé que eras la chica más valiente de Richmond —. La joven movió neg
Al llegar a casa Lucila bajó inmediatamente del auto cerrando con fuerza la puerta, estaba muy molesta, no quería seguir escuchándolos, sabía que su padre tenía un fuerte desagrado por los gitanos, lo que no sabía eran las razones que originaron esa animadversión por ellos y su madre simplemente no era objetiva, siempre estaba apoyando a su padre aun cuando ella declaraba que era independiente, pero la verdad es que no movía ni un dedo sin antes tener su aval.—¡Lucila! Por favor no seas grosera y escucha. ¿Por qué te es tan difícil entender que ese maldito gitano no te conviene? —. Exclamó su padre totalmente rojo de la rabia. Sin embargo, cuando vio girarse a Lucila, con sus ojos chispeantes del enojo, se dio cuenta de que había cometido un error porque con su hija las cosas no se daban a la fuerza, con ella solo valía el razonamiento, no le gust
Nico escuchó sorprendido las palabras de la mujer, su actitud causó desconcierto en él, frunció el ceño sin lograr entender su actitud altanera, “¿Qué pretende ella? ¿A caso ahora me va a salir con que quiere casarse conmigo? Cuando fui claro desde un principio en que no la amaba y que solo pretendía vengar a mi hermana”, pensó, sin embargo, poco le importaba lo que ella quisiera, no estaba dispuesto a retractarse de la decisión que había tomado luego del rito gitano que hizo Lucila, no podía permitirse hacer nada que la humillara, no estaba dispuesto a perderla, por ello sin responder a las palabras intrigantes de su prometida, tomó su teléfono y marcó primero a la familia de ella y luego a la suya, citándolos para una reunión en su casa en una hora.A medida que ella lo escuchaba conversar la rabia iba erosionando en su inte
Nico al escuchar la voz de Lucila, giró la vista y su rostro se puso pálido. Inmediatamente corrió hacia ella para explicarle lo que sucedía mientras trataba de calmarla con sus palabras porque las lágrimas habían comenzado a surcar su rostro.—Mi amor, escúchame, te juro que esto no es lo que oíste. Por favor permíteme explicarte —suplicó el hombre.Lucila lo empujó alejándolo de ella, observó a cada uno de los presentes e inmediatamente reconoció a la señora y al hombre que acompañaron a Jovanka a su casa.—¿Cómo vas a explicar lo que está muy claro? No tienes que seguir fingiendo un sentimiento que nunca sentiste ni sentirás por mí…—expresó apretando la boca en un gesto de decepción —. Ya entendí que solo te movi&oac
Lucila salió del edificio a toda la velocidad que sus piernas le permitían, para su tranquilidad en ese justo momento pasaba un taxi y lo detuvo.Se subió sin saber que camino tomaría, regresar a su casa no era una opción después del altercado que había tenido con su familia. Pese a que ellos le habían advertido, ella puso en duda sus palabras y los acusó de mentirosos porque realmente confiaba en Nico. Ahora todo se había desvanecido como la niebla.—Señorita ¿a dónde vamos? —Preguntó el chófer, en ese momento por su mente solo pasó Jovanka, era la única amiga que le quedaba y quien podía ayudarla. Aprovecharía a quedarse con ella y acompañarla hasta que su sobrino naciera, pues ya Jovanka tenía seis meses de embarazo. Además, sabía que su amiga se emocionarí
Lucila se sentó en uno de los asientos que se encontraban aledaños al Departamento de Administración, inclinó su cabeza y la puso entre sus manos, la preocupación comenzó a hacer mellas en su interior, ahora no tenía idea de lo que haría, sus instrumentos financieros habían sido bloqueados y no contaba con el dinero necesario para solventar los gastos generados como consecuencia de la hospitalización de Jovanka.Tendría que ir hasta el departamento y buscar sus joyas y algunos objetos de valor que pudiera vender para cubrir los gastos, la vida y salud de su hermana de sangre y de su sobrino valían más que cualquier bien material del cual ella pudiera desprenderse. Sin embargo, recordó que era fin de semana y lo más probable es que no pudiera hacer nada. Se levantó de su asiento y le indicó a la chica de administración que luego pasaba a p
Nico no pudo dormir pensando en Lucila, estaba ansioso por encontrarla y poder conversar con ella, explicarle, que aunque era verdad que en un principio su intensión fue vengarse de su hermano a través de ella, no era menos cierto que se había sentido atraído desde el mismo momento que se vieron por primera vez cuando la auxilió. Y que al volverla a ver en la fiesta su corazón bombeó de prisa, sin embargo, se sintió decepcionado cuando se enteró que era ella la hermana del hombre que se había burlado de la suya.Lucila lo había enamorado con ese encanto natural que poseía, su ingenuidad, autenticidad, esa sonrisa que iluminaba cualquier lugar donde llegaba y sobre todo esa pasión que ponía en todo lo que hacía. Desde hace mucho se había dado cuenta de la mujer maravillosa que era y por eso se había enamorado de ella.
Nico abrió los ojos desorbitados producto de la sorpresa, no entendía como era que frente a sí, se encontraba la mujer que amaba y a quién por meses estuvo buscando, cuando se suponía que allí encontraría a su hermana, deslizó su vista y se encontró con una beba recién nacida, era hermosa, su corazón se llenó de alegría, seguramente era la hija de Jovanka, «Mi sobrina», pensó.—¡Lucila mi amor eres tú! —Exclamó sin poder ocultar la profunda emoción que lo embargaba a tal punto que sentía que su cuerpo era recorrido por una nueva energía.Sin embargo, la chica se quedó mirándolo con una expresión fría, aunque por dentro era un mar de alegría a tal punto que bailaba de la emoción tan solo con volver a verlo, «¡Oh por Dios! S
Nico no podía creer lo que veía, su hermana había adelgazado muchísimo, su cara estaba huesuda. Sintió su corazón encogerse y las lágrimas se acumularon en sus ojos a punto de rodar mientras ella exclamaba su nombre con incredulidad, pensando que aquello era producto de su imaginación.—¡Nico! —Pronunció Jovanka sin aliento, sentía que en cualquier momento se desmayaría a causa del cúmulo de emociones que se agitaban en su interior.En ese momento Lucila salió de donde había estado escondiéndose, temiendo la reacción de Nico, en ese momento él se giró y le entregó a la niña, para después acercarse a Jovanka y pronunciar unas palabras que dejaron sorprendida a ambas mujeres.—Jovanka, sé que tal vez no merezca tu perdón, pero me alivi